Ese día las clases parecían eternas. Estuve hablando con Louis lo más que pude para pasar el rato —o más bien para consumirlo, porque de lo contrario se sentía como si nunca fuera a acabarse— y, estando en la clase anterior al receso para ir a comer, me preguntó si no había llevado brownie ese día para Niall.
—No, para nada —mentí y me encogí de hombros—. Uno no siempre tiene todos los materiales.
Se mordió el labio con nerviosismo, como un niño pequeño queriendo un dulce prohibido o la primera vez que pedía permiso para quedarse a dormir hasta más tarde de lo normal.
—¿Y no trajiste alguno para mí?
Rodé los ojos y saqué una porción de mi bolso y se la entregué. Los ojos se le iluminaron y aplaudió como loco —en definitiva, era un niño pequeño. Abrió la bolsa con prontitud, comió y sonrió como si hubiera probado el cielo. En realidad, sabía que así era el sabor de mi comida, más que todo de mis postres, pero el punto era que se veía bastante gracioso y extasiado y eso hizo que se me pasara de nuevo por la cabeza eso de vender los brownies.
Caí en cuenta de lo que me había dicho y me pregunté si siquiera escuchó mi respuesta —no era como si pudiera prepararle brownie sólo a él sin materiales sólo porque era él; ese era el punto—, y escuché que milagrosamente sonó el timbre, lo cual hizo que mi mejor amigo saliera disparado por la puerta. Sabía que ver a Harry le emocionaba pero, por favor, al menos podría haber dicho gracias, ¿no cree? Imbécil.
Sacudí la cabeza, pensando que debería buscarme más amigos u otro mejor amigo, y recogí mis cosas y las guardé en mi bolso, con cuidado de no aplastar el brownie de Niall, porque el de esa vez había quedado más jugoso que las anteriores y no quería que quedara hecha una bola pegajosa de grasa con olor a chocolate; quería darle lo mejor al cachorro. Suspiré y salí a esperarlo fuera del salón, como ya era costumbre, cuando vi algo que me desconcertó un poco —él ya estaba allí. En la puerta. Esperándome. O, al menos, eso era lo que parecía —o, más bien, era lo que quería creer.
—Oye, sé que mis brownies son buenos, pero llegar antes a la puerta no hará que te los comas antes. Lo sabes, ¿no? —pregunté cuando llegué frente a él y lo vi alzar las comisuras de los labios. Reí, enfatizando que era una broma, y comencé a caminar para ir juntos a la cafetería pero él no se movió—. Oh, ¿estamos esperando a alguien? —Negó con la cabeza—. ¿Quieres que te dé el brownie ya? —Volvió a negar con la cabeza y yo me rasqué la mía—. ¿Entonces...?
Buscó algo en su bolso y me tendió una bolsa blanca de papel. Abrí los ojos como platos y volví a tomar el aire apenas noté que se me había ido; me sentía en un mundo paralelo.
—¿Es para... mí? —cuestioné y asintió con la cabeza. La tomé con total desconcierto y sin la más mínima idea de qué podría ser y vi que se mordió el labio, como si estuviera emocionado por ver mi reacción. Abrí la bolsa y me encontré con algo que jamás me esperé; eran dos barras de chocolate oscuro, los de repostería. Los saqué, admirándolos como si fueran el mayor tesoro del mundo, y noté algo más al final de la bolsa; era una bolsita de... ¿gomitas? ¿Niall me estaba regalando gomitas y chocolate? —. ¿Qué?
Tragó saliva y se rascó la cabeza, desviando la vista.
—Es que me pareció una buena idea por lo de los, eh, ya sabes, eh, los brownies —medio tartamudeó con nerviosismo—. Y esas, eh, son mis, eh, mis gomitas favoritas porque, eh, pensé que quizá...
—¡Este es el mejor regalo que me han hecho en toda la vida! —lo interrumpí con una sonrisa kilométrica sintiendo cómo el pecho se me llenaba de emoción. Suspiró, aliviado, y asintió con la cabeza—. ¡Dios, Niall, gracias, eh, en serio; es lo mejor que podrían haberme regalado!
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El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AU
FanfictionNiall sólo resuelve sopas de letras en clases. Y Zayn decide que Niall será su nuevo amigo. Historia LGBTQA+. Romance homosexual.