Capítulo 89

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[N/A: Espero que les guste el cap c: Los amo y gracias por tanto, ajsajsjasa]


Vi el reloj en mi teléfono y esperé unos minutos más para llamar al cachorro.

—Hola, cielo —dije cuando respondió—. ¿Cómo estás? ¿Qué tal te fue en la consulta?

—Hola —Se oía normal y relajado, lo que indicaba que había sido una buena consulta y, por ello, un buen jueves—. Bien. ¿Y tú? ¿Qué has hecho?

—No mucho. Leer. Estudiar. Hice un brownie para mañana... Lo normal, supongo.

—¿Vas a venderlos?

—Creo que sí. Así podría tener dinero para llevar más comida para mañana, ¿ves? Sería genial.

—Sí. Suena asombroso. Sabía que terminarías vendiéndolos —Se escuchaba la sonrisa en su voz—. Te dije que lo harías.

—Sí —Sonreí a mi vez—, lo hiciste. Y no me da tan poco dinero, la verdad. Creo que en serio se podría hacer un negocio de ello, incluso si es vendiendo sólo en el colegio.

Soltó una pequeña risa.

—Así se empieza, ¿sabes? Así empiezan todos los grandes empresarios.

—¿Vendiendo brownies en el colegio?

—Así empiezan todas las cosas grandes: como algo pequeño.

Pensé en ambos. En lo que teníamos ahora. En lo loco que era que fuéramos ese algo, comparándolo al inicio en el que no podíamos ni tener una conversación normal.

—Sí, supongo. Oye, cambiando el tema, ¿ya tienes todo listo para mañana? El bolso, la ropa, las sábanas, todo eso.

—Oh, sí. Todo está listo. Aunque igual tampoco hay que llevar mucho, ¿verdad? Porque como es una cabaña, supongo que hay camas o algo donde dormir.

—Sí, las hay. No te preocupes.

—Aunque ahora que lo menciono... —Bajó la voz, imaginé que para que nadie pudiera oírlo—. ¿Vamos a dormir en la misma cama?

—Eh... si quieres.

—Sí quiero —afirmó de inmediato, y luego se aclaró la garganta—. Es decir, me gustaría pero... mi punto es que... si quieres...

Me reí.

—Sí. Está bien. Dormiremos en la misma cama.

—Bien —Apostaba que estaba sonrojado—. ¡Ya quiero que sea mañana!

La emoción me consumía vivo.

—Yo igual.

—¿Ya le pediste permiso a tu mamá para usar el auto?

—Sí. Todo está listo.

Suspiró.

—Perfecto —Se escuchó algo al fondo; parecía su madre—. Oye, me llaman para comer. Cuando termine te llamo, ¿sí?

—Seguro. Buen provecho.

Me agradeció, nos despedimos, y colgué. Me quedé mirando el teléfono un rato, pensando en él, en lo que haríamos al día siguiente y... mi sonrisa creció: iba a ser un día asombroso.


Y llegó: se hizo viernes. La mañana pasó con rapidez, vendí todos los brownies y, como me quedó dinero extra por esto, pasé por una tienda comprando gomitas y otras cosas para compartir en la salida. Revisé como cinco veces tener todo, que estuviera en orden, y al terminar fui a buscarlo a su casa. Ya eran más de las 4pm, por lo que ya debía haber llamado a Samuel, así que me quité esa preocupación de la mente.

El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora