Capítulo 40

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[N/A: Sus comentarios me gustaron tanto que escribí este otro cap c:

Gracias por todo el apoyo y por sus beshas palabras, asdfdghj /u\ Los loveo, sjsjsj]


Maura estaba esperando fuera del consultorio de Marianne mientras su hijo estaba dentro. Estaban haciendo terapia con los legos y, al parecer, con dibujos. Se sentía orgullosa de que se le hubiera ocurrido la idea de los dibujos en primer lugar, pero ahora sólo estaba ansiosa porque la terapia terminara para poder hablar con la doctora. Aún no le había contado que Luciérnaga había llamado y que esta había ido a pescar con su hijo; quería decírselo en persona.

Y, cuando vio a su bebé salir por la puerta del consultorio y caminar hasta el salón que él tanto amaba, lo hizo.

—¡Hola, Marianne! —Se saludaron, como siempre, y luego Maura lo explicó—. Un chico llamó a casa el otro día, en la tarde, y luego Niall salió. Supuse que fue con él a algún sitio porque fue lo que me pareció más lógico, pero...

La doctora estaba completamente interesada en las palabras de la mujer que tenía en frente.

—¿A qué hora salieron?

—Fue después de la hora de llamar a Samuel.

Asintió con la cabeza, fascinada y encantada por los avances que oía de su paciente.

—Si alguna vez Niall deja de llamar a Samuel por algo que tenga que ver con este chico, cualquier cosa, ese día sabremos que ese chico significa para él muchísimo más de lo que creemos o imaginamos.

Maura asintió con la cabeza, asimilándolo todo y recordándose mentalmente estar más atenta para ver si lo notaba.

—El sábado fueron a pescar —anunció—. Lo sé porque Niall sacó las cañas de pescar y la plancha a energía solar y, bueno, era demasiado obvio como para no entenderlo.

—¿Y no estuvo gritando ni llorando ni nada? Porque la vez pasada que fue a pescar con Bobby le dio un ataque y por eso le sugerí no llevarlo más.

La madre negó con la cabeza.

—Llegó a la casa tan tranquilo como siempre. No pareció haber llorado ni nada por el estilo; estaba en su estado normal.

Marianne asintió con la cabeza y tomó una libreta y empezó a anotar esas cosas. Parecían pequeñas, pero eran en serio importantes y nadie mejor que ella lo sabía.

—¿Entonces no notó nada extraño en su comportamiento después? ¿Ni siquiera si sonreía más o cosas por el estilo?

—La verdad, no me fijé en ello, porque estaba más concentrada en, ya sabe, quién era ese chico con el que mi hijo salió.

Y la doctora suspiró. Porque sabía que Maura era persistente con lo que quería y que lo que quería era saber quién era ese chico, conocerlo o, al menos, su nombre.

—Maura...

—Tengo la impresión de que va a volver a llamar, Marianne —afirmó—. Y si es así, si llama, ¿qué hago? ¿Lo invito a la casa? ¿Le pregunto quién es? ¿Le pregunto si es el mejor amigo de mi hijo? ¿Le pido que me envíe una foto para saber si no se ve como un criminal? ¿Le pregunto a Niall cómo es? ¿Qué debo hacer al respecto?

Marianne suspiró y trató de mantener la compostura.

—Maura, entiende que si Niall no te ha dicho es por algo —explicó con paciencia—. No conocemos sus razones, pero las tiene y nosotros debemos respetarlas.

El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora