Maura esperaba en el pasillo con los nervios de punta. Confiaba en Marianne, claro que sí, pero eso no hacía que dejara de preocuparse o que se preocupara menos. Si era honesta consigo misma, tenía miedo —mucho miedo. Porque la técnica que estaban aplicando era nueva y, si bien podría servir a las mil maravillas, también podría terminar causándole peores pesadillas y reacciones a su pequeño, y lo que ella menos quería era eso.
Lo único que quería era que Niall ya estuviera bien.
O que, al menos, mientras tanto, continuara mejorando sin mayores complicaciones.
O sin ninguna complicación, de ser posible.
Sintió una mano en su rodilla y al alzar la mirada, se encontró con su esposo. Sonrió, aliviada, y lo abrazó. Hablaron unos minutos, tranquilizándose mutuamente, y luego a la mujer se le vino algo a la mente que antes ni había pensado.
—¿Pediste permiso para salir antes?
Y Bobby se cruzó de brazos.
—Es mi bebé, Maura —La señora sonrió, enternecida, y él le tomó la mano, calmándose—. También déjame quererlo de vez en cuando.
Su esposa lo miró de soslayo alzando una ceja.
—Lo dices como si te prohibiera quererlo.
—Es que creo que a veces piensas que sólo tú lo quieres por el hecho de ser su madre cuando en realidad no es así. Yo también lo quiero, ¿sabes? Los padres también amamos a nuestros hijos.
—Lo sé, Bobby, lo sé, lo siento...
El señor sonrió y le apretó la mano a su esposa. Estuvieron unos minutos en silencio, intentando oír lo que ocurría al otro lado de la puerta, pero sin éxito alguno; no se oía nada.
—¿Qué crees que le esté haciendo? —preguntó Bobby.
—Quizá lo está torturando —Su interlocutor la vio con cara de póquer y ella se echó a reír—. Lo siento, cariño. Es que estoy nerviosa y sabes que cuando eso pasa...
—Sí, lo sé —interrumpió—. Dices chistes estúpidos.
La señora lo miró y sonrió de lado. Había tomado la mejor decisión de su vida al casarse con Bobby; era el mejor hombre del mundo. Era muy comprensivo, de mente abierta y receptivo. Era colaborador, trabajador y preocupado. Había reaccionado bien a todo el asunto del accidente —no había sido como esos padres que negaban que sus hijos estaban pasando por una dificultad y simplemente hacían la vista gorda ante ello. Le fue difícil al principio, como a cualquiera, pero lo aceptó con prontitud y receptividad y buscó especialistas para ayudar a su hijo de inmediato.
Y apenas ella mencionó la idea de mudarse, para que Niall no tuviera que quedarse en una ciudad que le recordaba en cada calle todo lo sucedido, Bobby empezó a buscar sitios nuevos, casas nuevas —comenzó a investigar sobre nuevas posibilidades. Pidió una transferencia de trabajo, habló en el colegio antiguo de su hijo y, listo, todo arreglado para la mudanza.
Y mientras Maura pensaba en todas esas cosas, su esposo sólo se preguntaba cuánto faltaría para que su pequeño finalmente saliera de la consulta.
—Calma, cariño —dijo la mujer sonriendo—. Todo saldrá bien, ya verás.
Bobby asintió con la cabeza, moviendo la pierna frenéticamente, nervioso.
—Sí, claro. Todo saldrá bien.
Después de lo que para ellos se sintió como una eternidad aunque en realidad no fue así, escucharon que una puerta se abrió y lo siguiente que supieron fue que estaban siendo llamados a entrar. Cuando lo hicieron, se encontraron con una vista un poco sorpresiva; Niall estaba en el suelo jugando con legos. Estaba construyendo casas y edificios y parques —y ellos sólo se preguntaban a qué se debía todo aquello.
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El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AU
Fiksi PenggemarNiall sólo resuelve sopas de letras en clases. Y Zayn decide que Niall será su nuevo amigo. Historia LGBTQA+. Romance homosexual.