Capítulo 24

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Maura ya no sabía qué hacer. Le había dicho a Niall que saliera con amigos, que debía ir a divertirse un poco y salir de su rutina y esas cosas, pero este había insistido en que no tenía y, aunque la madre le había dicho lo mismo numerosas veces, el pequeño seguía sin darle la más mínima pista de que había alguien.

Sin embargo, ella era muy observadora y se había dado cuenta de que en su bolso seguía estando ese papel con olor a pastel de chocolate, además de que luego se le agregó otro con olor a brownie. Y a veces notaba que su hijo llegaba a casa con olor a este postre, aunque siempre que lo notaba eran viernes, y ella sólo se preguntaba si Niall los compraba para calmarse por las terapias de los jueves o si alguien más se los regalaba.

Suspiró y sacudió la cabeza, intentando despejar la mente, estando sentada en una de las sillas afuera del salón de terapias de Marianne. Esta se encontraba atendiendo a su pequeño, y la madre lo único que esperaba era que todo estuviera saliendo bien, sin inconvenientes, y que cuando acabara la sesión la mujer le dijera que su retoño estaba mejorando.

Después de un rato, sintió cómo alguien le colocaba una mano en la rodilla y al ver al dueño sonrió con mucha alegría; era Bobby. Se saludaron, hablaron un poco sobre cómo habían ido sus respectivos días y luego sólo esperaron, tomados de las manos, a que Marianne los llamara o a que su hijo saliera por la puerta que tenían al frente.

Cuando esto ocurrió, el pequeño los saludó y se fue al salón que ya sabían que tanto le gustaba y entraron a donde estaba la especialista. Hablaron un poco y, después de unos minutos de actualizarse respecto a la terapia, la cual había salido bien, Maura confesó algo con la voz un poco dudosa.

—Creo que tiene un amigo y no me lo ha querido decir. Le he dicho que salga con amigos, en plural, o que traiga a alguien a casa, en singular, y él sólo insiste en que no hay nadie y yo tengo grandes sospechas de que sí lo hay y no sé qué pensar al respecto.

La especialista asintió con la cabeza.

—Ve, querida, entiendo que te sientas un poco dolida por su actitud, pero incluso si hay alguien debes darle un poco de privacidad —La madre la miró con extrañeza y la mujer se explicó—. Te dije que le dijeras que saliera con amigos para que comenzara a soltarse más, sí, pero debemos entender que él también debe querer un poco de privacidad, o quizá quiere sentir que es él quien decide cuándo saldrá o no con amigos en plural o singular o, también es posible, sólo aún no está listo.

Maura analizó sus palabras.

—Sí, cierto. No sé por qué no lo pensé antes.

Marianne sonrió.

—No seas tan dura contigo misma; es normal que no pensaras en esas cosas. Además, si lo que dices es cierto, lo único que debes hacer es darle un poco más de tiempo porque quizá cada vez que le dices que salga con amigos está pensando en serio en cuándo decidirá salir con ellos o llevar alguno a casa.

Maura asintió con la cabeza.

—De acuerdo.

—Eh, Marianne, tengo una duda —habló Bobby—. Hicimos como nos dijiste el domingo, lo de quitarle a Niall el lápiz de Samuel para ver cómo reaccionaba, y los resultados fueron los que te dijimos el lunes; casi no comía, no hablaba mucho y se encerraba en su habitación.

—Respuestas normales viniendo de alguien con una situación como la suya, por supuesto.

Bobby asintió con la cabeza.

El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora