—¿Dolido por los rechazos de Niall? —preguntó Louis alzando las cejas repetidas veces, molestándome y haciendo que bufara.
—Imbécil —Me crucé de brazos—. ¿No tienes nada mejor que hacer?
Se encogió de hombros.
—Fastidiarte es más divertido.
Habían pasado tres semanas y el cachorro había rechazado nuestras invitaciones al menos unas cinco veces. Y no era que en realidad me molestara que no fuera con nosotros o que nos dijera que no podía ir; yo no era tan inmaduro. La cosa era que... me habría gustado que estuviera allí.
No por mí; por él. Cuando salíamos la pasábamos tan bien, reíamos, comíamos, bromeábamos, contábamos chistes, nos olvidábamos de nuestros problemas y nuestras propias vidas un rato y simplemente nos divertíamos tanto que, internamente, deseaba que Niall estuviera allí para que él también viviera esa felicidad con nosotros.
Todos merecían ser felices. Todos. Y Niall no era la excepción sólo por haber pasado por algo difícil.
—¿Y qué tal vas con los brownies? —inquirió mi mejor amigo después de unos segundos, al ver que no pensaba contestarle—. Es decir, los preparas semanalmente; ¿tu madre no te regaña por ello o algo por el estilo?
Bufé.
—En realidad, al principio me fastidiaba un poco, pero ahora que le dejo prácticamente la mitad del envase de brownies no me dice nada.
Se rio en mi cara y le golpeé la cabeza.
—¿Y no los has pensado vender? —opinó después de un rato—. En serio ganarías dinero con eso.
Negué con la cabeza.
—No necesito el dinero.
—Podrías ahorrar —Se encogió de hombros—. Es decir, podrías reunir para comprarte algo costoso que quieras.
—No tengo en mente nada costoso que quiera —Negué con la cabeza. No se me ocurría nada.
—Entonces olvídalo —Me palmeó el brazo y, antes de poder decirle algo más, sonó el timbre para ir a comer. Se levantó de su asiento con prisa, tomó el cuaderno que estaba sobre su pupitre, y salió disparado por la puerta. Rodé los ojos, recogí mis cosas y, al salir del salón, me quedé esperando a Niall en la puerta.
Esa había sido básicamente la rutina durante las últimas semanas. Aunque tuviera o no un brownie para darle, lo esperaba fuera del salón y nos íbamos juntos a la cafetería. En el camino a veces conversábamos, aunque casi siempre era yo y él sólo asentía con la cabeza o hacía algo más de su comunicación no verbal típica de él, pero en ocasiones —muy pocas, pero sí las había—, decía varias frases y oraciones largas —aunque, ahora que lo pensaba, casi siempre eso ocurría los viernes.
¿Eso se debía a mis brownies, que de verdad lograban ponerlo de buen humor un poco, o que lo que fuera que hacía los jueves en la tarde comenzaba a ayudarlo a soltarse más, o ambos? Lo más probable era lo tercero —quería imaginar que era lo tercero. Que mis brownies de alguna manera le alegraban el día.
A mí siempre me alegraba el día verlo casi sonreír cuando los recibía y sólo —sólo esperaba que a él también le alegraran. Aunque pareciera tonto.
Sacudí la cabeza, dándome cuenta de cuán ridículos eran mis pensamientos, y entré al salón a ver por qué el cachorro se tardaba tanto. Lo encontré agachado buscando algo en el piso como loco y, sin saber qué más hacer, me agaché a su altura y comencé a buscar con él. Revisé debajo de los pupitres, el escritorio, los estantes, las esquinas e incluso en la papelera.
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El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AU
FanfictionNiall sólo resuelve sopas de letras en clases. Y Zayn decide que Niall será su nuevo amigo. Historia LGBTQA+. Romance homosexual.