Capítulo 28

1.2K 200 43
                                    

Maura limpiaba el jardín con alegría. ¡Amaba los sábados! Los usaba como excusa para salir con su hijo. A veces también quería salir con él otro día de la semana, pero no sabía cómo este reaccionaría o qué opinaría, por lo que se abstenía y se decía a sí misma que esperara hasta el sábado.

¡Y al fin había llegado!

Y ella, como la madre optimista que era, que tenía que ser, en la que se había convertido para que todo no se le hiciera demasiado para sus pobres hombros, no podía sentirse más agradecida con la vida.

Aún había ciertas cosas que la seguían intrigando y desconcertando con respecto a la situación de Niall, pero prefería no enfocarse en ellas y, por el contrario, hacerlo en los pequeños avances que este iba mostrando. Eran lentos y muy esporádicos, lo sabía, pero estaban ahí y eso era lo importante.

Por ejemplo, el otro día le había dicho que la quería por sí mismo, cosa que antes no había pasado. Y luego le hizo un dibujo de una mariposa y le gustó tanto, estaba tan encantada con todo, que lo pegó en la nevera al lado del otro. Y sí, sabía que los márgenes internos que dejaba su hijo no eran algo precisamente normal, pero eso era lo de menos.

Y estuvo también ese día en el que le dijo que quería ir a comprar algo solo, de nuevo, y volvió a casa con sus gomitas favoritas. Se alegró cuando las vio, porque tenía entendido que no recordaba muchas cosas de antes del accidente y su amor por esas gomitas, en definitiva, había aparecido desde antes, lo cual indicaba un pequeñísimo pero significativo avance.

Y bueno, claro que le había contado a Marianne sobre esto. Porque sabía que era algo bueno, algo digno de contar, digno de reconocimiento. Y, sí, la respuesta que había obtenido de la especialista no había sido precisamente la que había esperado oír, pero al menos no fue tan mala.

—Escucha, linda, la verdad es que no podemos garantizar que Niall volverá a ser como antes del accidente.

En ese momento sintió que su mundo entero se vino abajo.

—¿Qué quiere decir con...?

—Que mejorará muchos aspectos. Muchísimos, en serio. Pero eso no quiere decir que será exactamente la misma persona espontánea y siempre bromista y amante de las fiestas que antes.

Maura se limpió las lágrimas que habían aparecido como un tsunami repentino en sus ojos.

—¿Pero él... volverá a...? —Sollozó—. ¿Al menos volverá a reír?

Marianne suspiró, sintiendo cómo su corazón se partía.

—Sí, querida, sí. Reír, sí. Contar chistes, querer hacer actividades afuera, ir a lugares con bastantes personas; incluso puede que vuelva a recuperar el interés en algunas personas. Pero... no puedo prometerte que será el mismo chico que antes del accidente, Maura, porque quizá su personalidad cambie un poco.

Se sorbió la nariz.

—Pero, ¿podrá ser feliz? ¿Podrá volver a...?

—Sí —informó la especialista—. Volverá a ser feliz, Maura. Será un chico normal. Sólo que tal vez con una personalidad un poco menos rimbombante que antes.

La madre sonrió entre lágrimas.

—Está bien —Su sonrisa se hizo más grande y estaba llena de alivio. Se limpió las mejillas y sorbió—. No me importa que no sea exactamente como antes, ¿sabes? Yo sólo... —Rio, sintiéndose tan conmocionada que no sabía cómo expresarlo—. Sólo quiero que tenga una buena vida y que vuelva a reír y que vuelva a ser feliz.

El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora