Capítulo 116

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Cuando el moreno salió de la habitación del rubio, este se echó en su cama, mirando al techo. No era que ahora tenía ganas de llorar; las tenía desde hacía rato, desde que habían comenzado a desayunar y todo se había sentido como demasiado, aunque el día ni siquiera había empezado como tal, pero no podía evitar sentirse así.

Dejó que los recuerdos fueran abriéndose paso en su mente, y las lágrimas fueron saliendo poco a poco por sus ojos. Permitió que salieran todas, como si se estuviera liberando de ellas, como si se estuviera vaciando, aunque si le preguntaban en ese preciso momento si se sentían como un alivio, habría respondido que no; se sentían como una tortura, como estacas que lentamente se le clavaban en el pecho, como parches de dolor que no podía evitar sentir en la piel.

Suspiró y volvió a tomar aire un par de veces, pero aún estaba mareado. Se sentía más perdido que de costumbre, como si todo fuera demasiado para él, como si no pudiera ni consigo mismo y, para su suerte, unos minutos después se durmió.


Se despertó horas después porque su padre le puso dos dedos en el cuello, midiendo su pulso. Él se incorporó de inmediato en su cama, bostezando, y miró al señor con el ceño fruncido.

—¿Qué ocurre? —preguntó confundido y sus padre suspiró, sentándose en su cama a su lado.

—Te ves muy cansado, y me dio miedo que te hubieras desmayado.

Niall se talló los ojos y desperezó, dándose cuenta de que le dolían, y se regañó un poco por haber llorado tanto, aunque sabía que no había sido a propósito. Sacudió la cabeza.

—No me desmayé. Estoy bien. Simplemente... No ha sido un buen día, pero no me desmayé.

—Ya, está bien —Forzó una sonrisa—. Me alegra que estés bien.

—¿Viniste nada más que para chequear que no me hubiera desmayado?

—En realidad, no exactamente... Tu novio está al teléfono.

El rubio se llevó las manos a la cabeza, sintiéndose culpable por haber dejado a Zayn esperando.

—Gracias.

Sin embargo, el padre estaba preocupado.

—¿La pasaron bien? Te ves como... no lo sé. Medio triste.

—Sí, la pasamos bien. Simplemente, como te dije, no ha sido un buen día.

—Entonces espero que mañana sí lo sea.

El menor sonrió.

—Gracias.

Salió de la habitación, bajó las escaleras, llegó a donde estaba el teléfono, lo tomó y se sentó en el sofá. Habló con su novio unos minutos; este le preguntó si estaba bien, cómo seguía, si había llorado, si había comido, y después de unas respuestas un tanto deprimentes, el rubio colgó, prometiendo antes llamarlo apenas terminara de cenar.

Y así hizo, pero no habló de mucho. En realidad, quien sí habló fue el moreno, más que todo para que el ojiazul tuviera algo en lo que pensar, pero llegado un punto este se dio cuenta de lo que hacía y se sintió un tanto culpable por ello...

—Oye, Zayn, ¿no tienes que hacer otra cosa?

El mencionado estaba más que ofendido.

El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora