Capítullo 65

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[N/A: Este cap es re corto, pero quería que fuera feliz y lindo, asjajsajsa

Los loveo, gracias por sus comentarios, gracias por todo (/u\)]



El sábado y el domingo a media noche, el cachorro me llamó: había tenido pesadillas. Sin embargo, lo más interesante no había sido eso —lo más interesante había sido que el domingo me había pedido que le contara una historia para dormir, cosa que, si bien no sabía cómo hacer, al final terminé haciendo de todas maneras.

¿Cómo? No lo sé. Una mezcla extraña entre ganas de realmente contarle la historia, creatividad y sueño.

Mucho, mucho, mucho sueño —cosa que hizo que, al llevar como dos horas hablando, me quedara dormido. Eso fue completamente triste, claro está, porque yo quería seguir hablando con él, pero al menos él fue lo último que escuché antes de caer en el sueño y eso de alguna forma lo compensó.

El lunes, cuando lo vi en la mañana, hizo bromas al respecto, cosa que me encantaba porque (1) estaba haciendo bromas y eso de por sí significaba que ya me tenía más confianza y (2) amaba ver su sentido del humor —era otro de esos pequeños placeres de la vida que yo quería disfrutar siempre que pudiera y, gracias al cielo, últimamente estaba pudiendo más que antes y eso me llenaba de mucha felicidad.

A pesar de que a lo largo del día recordé lo que hablé con su padre el sábado, decidí no preguntarle nada respecto al accidente. Al menos, no todavía. Quizá él necesitaba un poco más de tiempo para ello o, no lo sé, quizá yo tampoco quería saberlo.

No obstante, lo que sí me había enojado era lo que me había preguntado Bobby respecto a dejarlo. Porque, es decir, sí, lo entendía. Completamente. Estaba preocupado y quería saber si podía contar conmigo, si no me iba a ir ante la menor dificultad, si iba a seguir ahí aunque pasaran cosas mayores.

Pero... por Dios. Lo estaba llamando para saber si su hijo estaba bien después de prácticamente haber tenido un ataque de pánico en el que ayudé a calmarlo, y luego le estaba preguntando qué hacer en caso de que se desmayara. Y sí, sabía que cosas mayores que esas podían pasar, pero, ¿eso no le daba ya un indicio de que no pensaba irme a ningún lado?

Su pregunta me había caído mal. Muy mal. Me había ofendido profundamente.

Pero ya no importaba.

Sin embargo, lo que sí importaba eran básicamente dos cosas que habían sucedido esa semana. La primera, que el cachorro era terco. Muy terco. Demasiado terco para la vida, diría yo porque, cuando ese día en la cafetería Joe había dicho que quería ir de nuevo al cine a ver otra película el sábado, Niall dijo que iría.

—No —comenté de inmediato—. Niall y yo no vamos, chicos; iremos al parque ese día, lo sentimos.

Pero él me miró con el ceño fruncido, diría que casi enojado.

—No. Iré con ellos al cine.

Y suspiré, dándome por vencido. Porque, sí, podía ponerme a discutir con él al respecto, pero sabía que no llegaríamos a nada con ello y, más que eso, que a pesar de TODO lo que le dijera, él iría. Conmigo o sin mí, estaba seguro.

Y lo segundo importante que había sucedido o, más bien, que comenzó a suceder, es que Niall volvía a tener estos episodios en los que súbitamente se quedaba mirando a la nada fijamente unos segundos, y luego lloraba y salía corriendo al baño —y lo nuevo en realidad no era eso.

Lo nuevo era que pasaba a veces mientras hablaba conmigo.

Estábamos hablando, normal, como siempre, y de la nada tenía como un lapsus en el que parecía ido, y cuando volvía en sí tenía los ojos llorosos y, pum, salía corriendo. Yo no lo seguía ni hacía nada para detenerlo; sabía que lo mejor era dejarlo solo, dejarle su privacidad y que llorara y se desahogara todo lo que le fuera necesario —pero, si era honesto, deseaba internamente poder hacer algo más por él en esos momentos.

El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora