Capítulo 80

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[N/A: Dedicación a Coty_Nihalouliza por su cumpleaños c: Feliz cumple, nena. Espero que hayas pasado lindo día <3 Y gracias por tus comentarios y el apoyo, asdfghk

¡DISFRUTEN EL CAP!]



Se había despertado a media noche. Zayn estaba ahí, abrazándolo, rodeándolo, recordándole que no estaba solo, que nunca más lo estaría, y súbitamente se sintió abrumado por tanta cercanía. Y no era que en realidad no le gustara, porque la amaba a más no poder, pero de la nada se sentía como demasiado y tenía que alejarse si lo que quería era evitar terminar llorando en sus brazos.

Aunque, en realidad, lo pensó mejor, tampoco era que eso iba a ser tan malo. Es decir, se trataba de Luciérnaga: era obvio que no iba a serlo.

No obstante, se alejó un poco de él, necesitando aire, necesitando su espacio, necesitando poder respirar libremente, y se quedó allí unos segundos. Escuchó la respiración acompasada del moreno, inhalando y exhalando tan tranquilamente, y deseó poder hacer estar haciendo lo mismo.

¿Le iría a molestar no verlo a su lado en la mañana?

Es que... no era que no quisiera estar entre sus brazos, porque lo quería y más que nadie y más que nunca en todo el mundo, pero justo en ese momento sentía que no le alcanzaba el aire, que no era suficiente, que se asfixiaba internamente, y sabía que mantener un poco la distancia podría ayudarle con ello aunque fuera medianamente.

—Espero que no me odies en la mañana, Luciérnaga —susurró—. No lo harás, ¿verdad? Y sólo me verás en tu cama, sonreirás, y comprenderás que a veces necesito mi distancia, como aquella vez en el baño, y me volverás a abrazar como si nada hubiera pasado.

Lo único que escuchó como respuesta fue su respiración acompasada.

—Sólo espero que no te molestes conmigo, ¿sabes? —confesó—. Porque no sé qué haría sin ti y, la verdad, tampoco quiero saberlo.

Se alejó más y, como estuvo a punto de tropezarse, decidió encender la luz. Esperó que el moreno dijera algo, que se quejara, pero lo único que hizo fue gruñir y luego ponerse el brazo por encima de los ojos, aún dormido.

Oh, la vista que tenía de su pecho y sus lunares... ¡joder, iba a derretirse!

Sacudió la cabeza, recordando que debía dormir, y tomó la camisa que su luciérnaga había dejado al lado de la colchoneta. La olió y sonrió: olía a Zayn puro y fresco para llevar. Apagó la luz, se acostó en la cama de este y, deseando de inmediato volver a estar con él, aunque fuera en el suelo, donde fuera, porque no importaba el sitio siempre que él estuviera allí, envolvió en una bola la camisa y la abrazó.

—Espero soñar contigo, Luciérnaga —habló en voz alta, aunque sabía que a quien iban dirigidas sus palabras no podía oírlo—. Y también que no me odies en la mañana.

Y también que algún día, pensó, pueda de verdad dormir abrazándote sin que el accidente o sus secuelas me lo impidan.


Para su propia sorpresa, en la mañana Luciérnaga no lo odió ni mucho menos. Lo despertó, lo abrazó, luego le prestó algunas de sus ropas para irse a casa y —lo mejor de todo: ¡le permitió quedarse con la camisa! Ahora tendría algo a lo que aferrarse en las noches, además del gato de peluche, y quizá durmiendo con ella —con la camisa— las pesadillas no serían tan fuertes o él sólo no gritaría en medio de ellas, como le había ocurrido esas tres veces que había dormido en la misma cama que él.

El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora