Capítulo 93

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[N/A: Si comentan lo suficiente, actualizaré el lunes c:]


Niall estaba en mi puerta. Con unas ojeras que te morías si las veías. Y un paquete de gomitas ENORME.

—Eh... —hablé, rascándome la cabeza, avergonzado; me había acabado de levantar, apenas había ido a lavarme los dientes, y no tenía camisa puesta aún—. Hola, Niall.

Me miró a los ojos y noté su expresión de tristeza.

—Lo siento por ser un imbécil.

—Niall...

—Te traje gomitas porque necesito que me perdones y... —La voz estaba quebrándosele y tenía los ojos húmedos—. Te necesito, Z-Zayn, y... —Arrancó a llorar—. N-no me d-dejes, p-por f-favor.

Sentía que me rompían aún más el corazón, y sabía que eso era un nivel nuevo, porque no creí que pudiera volver a sentir algo así después de lo ocurrido el viernes en la noche.

—No voy a dejarte, Niall —aseguré—. Prometí que no lo haría y voy a cumplir con esa promesa, ¿sí?

—E-es que... —Se veía como un niño pequeño que pierde a su madre en el supermercado: vulnerable y perdido—. A-ayer no m-me llamaste y... y s-sé que e-estás triste por m-mi cu-culpa y... y c-creo que ahora m-me o-odias y... n-no p-puedo v-vivir sin ti, Zayn. P-por favor, n-no me d-dejes.

Tomé las gomitas y las puse en el sofá más cercano, volviendo a salir y verlo en la puerta llorando. Lo tomé por el brazo, lo arrastré conmigo y, después de cerrar la puerta, me senté en el sofá y a él a mi lado. Hundió su cara en mi cuello, llorando aún más, y lo abracé como pude.

—No te voy a dejar, cielo —le susurré varias veces—. No te voy a dejar.

—Q-quédate c-conmigo... —pidió y asentí, pasándole el brazo por la espalda en un intento de calmarlo.

—Lo haré, Niall. No me iré a ningún lado.

Para siempre —terminó, y sentí que mi corazón se paralizó por un momento.

No hablamos por unos minutos; sólo nos quedamos ahí, en el sofá, abrazándonos, y después de calmarse una pizca soltó algo que me causó mucha intriga.

—Cu-cuando d-desperté de la p-pesadilla el v-viernes, tú t-también d-dijiste cosas, ¿s-sabes? Y c-creo que n-no las re-recuerdas, pero yo s-sí.

Fruncí el ceño al oír eso.

—¿Qué cosas dije?

Aún seguía en mi cuello, por lo que, cuando hablaba, me mandaba el calor de su aliento a la piel. Y eso me mataba muy lentamente. Y a la vez me encantaba.

—D-dijiste que n-no p-podías vivir s-sin mí, y me pe-pediste varias ve-veces que n-no te d-dejara. Que n-no te dejara n-nunca, Zayn. Y luego m-me p-pediste que te a-abrazara, y p-por eso do-dormimos a-así.

Eso explicaba mucho.

—¿Y qué me respondiste? —expresé con voz tranquila.

—Q-que no te d-dejaría n-nunca. Q-que estaba a-ahí c-contigo y que n-no me i-iba a i-ir.

Sonreí de inmediato.

—Eso es hermoso.

—Y-yo s-sólo... t-tampoco p-puedo vivir s-sin ti. Así que, p-por favor, n-no me d-dejes.

Le acaricié el cabello y luego saqué su cara de mi cuello con delicadeza, siendo cuidadoso de no lastimarlo en el proceso.

—Hice una promesa —afirmé mirándolo a los ojos frágiles que relucían en su rostro—. Esa promesa fue no dejarte, y la pienso cumplir.

El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora