Capítulo 1: El colegio

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Salgo del apartamento cerrando la puerta tras de mi con el talón. Bajo de dos en dos las escaleras pues tengo prisa y en cuento pongo el pie en el ultimo escalón, la carpeta que con tanto ahinco tenia sujeta en la mano, cae con estrépito en las loseta amarillas y verdes del portal, desparramando los papeles que esta contenía por todo el suelo. Me inclino para recogerlas y las devuelvo a la carpeta. La agarro con mano de  hierro para evitar otro percance  y salgo a la carrera de mi bloque de apartamentos, rezando en mi fuero interno que el autobús no haya pasado aun. No tengo suerte.
Camino cabizbaja el trecho que me separa del colegio y llego a las puertas cubiertas de hojas secas probablemente a segunda hora. Subo las escaleras intentando pensar una escusa que explique mi retraso, pero mi imaginación se niega a ayudar. Llego a mi piso y llamo al cristal que decora la puerta de mi clase mientras la vergüenza aflora a mi rostro, consciente de las miles de miradas que tendré que soportar en cuanto entre. Escucho un "adelante" proveniente del interior del aula y abro la puerta tímidamente. Me acerco a mi sitio sin prestar a atención a los pares de ojos posados en mi, y cuelgo el abrigo en el perchero. Dejo mi mochila colgada del gancho que hay en el lateral de la mesa y dejo la carpeta sobre el pupitre. Seguidamente me acerco a mi profesora de Historia y le digo que he llegado tarde porque el autobús no ha pasado por mi distrito esta mañana. No se si me cree, pero únicamente me mira con el ceño fruncido por encima de sus gafas y asiente con la cabeza en mi dirección. Vuelvo a mi mesa y me siento ignorando deliberadamente las miradas inquisitivas de mis compañeros. Abro la mochila y saco mi cuaderno de Sociales y a continuación mi estuche.
Soy incapaz de prestar atención, como me ha pasado siempre, así que cojo un lápiz y me pongo a dibujar flores en la parte de atrás del cuaderno. Me evado de la realidad de tal manera que no me doy cuenta de que ha sonado el timbre hasta que siento una mano en mi hombro. Me giro y me encuentro con la cara conocida de mi mejor amiga, que me mira preocupada.
- ¿Que te ha ocurrido hoy?
- Nada - la respondo mordiéndome el labio inferior, odio mentirla. - es solo que hoy el autobús no ha pasado por mi barrio.
Me mira entrecerrando los ojos y se de sobra que no se a tragado mi mentira, me conoce demasiado bien como parada saber si miento, pero aun así asiente distraída y me da un débil apretón en el hombro antes de encaminarse de nuevo hacia su pupitre.
El timbre vuelve a sonar y con el entra mi profesora de ciencias. Se sitúa en su mesa y comienza ha enchufar cables. Meto mi cuadernos en la mochila de manera automática y saco el de naturales. Cojo el boli azul y me dispongo a copiar la proyección de la pizarra. Copio sin entender lo que escribo y oigo sin entre lo que escucho.
Se acaba la clase y salgo por la puerta con mi merienda sujeta en la mano. Bajo al recreo con mis amigas y salgo al patio rojo y gris de mi colegio. Nos ponemos a dar vueltas a los campos de fútbol evitando balones por doquier.
Pero hoy algo a cambiado, lo noto, es como un peso en mi nuca, una mirada inquisitiva que me observa con interés. Giro en redondo y miro a mi alrededor buscando el punto de origen de esa extraña mirada. No veo ha nadie mirándome pero sigo notando el peso de esa mirada. Me vuelvo y veo los rostros de mis amigas mirándome con confusión y atención, esbozo una sonrisa de disculpa y me disculpo diciendo algo como que había visto algo. Ellas no le dan mas vueltas, pues se percatan de que algo raro me pasa, y yo se lo agradezco.
Soy difícil de entender, y lo se de sobra. Me aceptaron sabiendo como soy, y de verdad creo que aveces las divierte mi falta de atención o mis extrañas reacciones. Sigo andando a su lado y veo como se giran todas hacia mi. Mierda, me han hecho una pregunta. ¿Y ahora que respondo? Asiento con la cabeza y ellas ríen. A saber que me han preguntado las muy putas.
Nos paramos en los soportales del ala oeste del edificio y aprovecho en ese instante para observar lo que me rodea, y con suerte al personaje que me espía. Veo una sombra en el edificio de enfrente y seguidamente esa sombra desaparece, haciéndome pensar que se me ha ido la pinza completamente y que eso ha sido únicamente mi imaginación. Sacudo ligeramente la cabeza y me resbalo por la pared hasta acabar sentada al pie de esta. De alguna forma se que había alguien en el tejado, ya no siento esa presión en la parte de atrás de mi ser. Pero de alguna forma se que es imposible que hubiera alguien ahi, es totalmente inaccesible y quien quiera que fuese debería saber escalar muy bien. Oigo un sonido estridente y me dirijo al baño que hay en el patio y luego a clase. Subo las escaleras entre empujones e improperios y llego al fin a mi aula. Me siento en mi sitio y preparo el material de la asignatura siguiente. El profesor llega, y con el, un silencio espeluznante. Se sienta en el lugar del profesor y se dispone a pasar lista.
- Daisy Ricks - habla con tono de ligera pregunta .
Levanto la mano tímidamente mientras me encojo en mi asiento y el dibuja una "x" en la casilla de asistencia situada a continuación de mi nombre.
El empieza la clase y yo me pierdo en mis pensamientos; quien era el que observaba, porque lo hacia, como había subido hasta ahí... Suena el timbre y me dirijo hacia clase de Ingles. Nos pasamos la hora corrigiendo ejercicios y la profesora no me pregunta pues sabe que normalmente estoy en mi mundo y no presto atención. Cuando la clase acaba me dirijo hacia la mesa de mi profesora y le enseño los deberes, para que sepa que al menos hago algo por aprobar la asignatura.
- El próximo día hay examen - me comunica mirándome con sus ojos marrones - procura estudiar.
- Lo intentare - la respondo con una mueca
- Se que lo estas pasando mal - me dice agarrandome por la muñeca - pero eso no es razón suficiente para tirar tus estudios por la borda.
- He dicho que lo intentare - le digo entre dientes mirándola con cara de profundo odio y zafandome de su agarre. Tengo un carácter difícil de manejar, me lo han dicho muchas veces, pero ya ves como me importa.
Vuelvo a clase y guardo las cosas en la mochila, hoy leeremos relatos en Lengua. La profesora entra y me pregunta si he traído el mio, niego con la cabeza y me pide la agenda, genial, otra nota mala en Lengua. Reprimo un comentario mordaz y le entrego mi agenda. Escribe en ella y me la devuelve. La miro con ira y la guardo, a continuación la miro alzando una ceja pues me sigue mirando. Sacude levemente la cabeza, para despejar sus pensamientos y sigue andando. Esa hora se me hace larguísima y para cuando suena el timbre que finaliza las clases salgo corriendo en dirección a mi casa y subo las escaleras a la carrera.
Me paro en seco con un patinazo y miro con ojos desorbitados mi apartamento. Esta destrozado, las mesas volcadas, los cuadros rotos, las cosas  por el suelo... Me giro en redondo para intentar asimilar la magnitud del problema cuando detecto a un chico observándome desde el umbral de la puerta.

Esta es mi primera historia, así que lo siento si esta muy mal.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora