Capítulo 81: Negociaciones

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El estruendoso grito del temido dios del sueño resuena por todo el palacio de su hermano, dandole un aspecto macabro a toda la estancia.

- ¡Hypnos! - le regaña su madre - ¿Cuantas veces te he dicho que no grites?

- Lo siento, mami - dice como un niño pequeño.

Nix respira frustrada y pone los ojos en blanco ante el comportamiento tan infantil de su hijo.

- Ve a buscar a Thánatos - le dice - y daros prisa. Ya nos esperan.

Hypnos asiente con energía y desaparece por el pasillo. Aparece a los pocos segundos con Thánatos de la mano; éste claramente cansado de su hermano.

- ¿Es necesario que venga... - mira a Hypnos con una mueca de desagrado - esta cosa a la que tu llamas hijo?

- Thánatos - su madre le regaña - No seas así, es tu hermano.

- Si tuviera que hablar bien a todos mis hermanos no podría hablarle mal a nadie - masculla.

- ¿Perdona? - Nix lo fulmina con la mirada.

- Nada, madre - dice rápidamente.

- Mejor.

Salen del tenebroso pasillo y entran en la cueva que da al tártaro; en donde unas cuantas figuras de aura oscura les esperan.

- Hijos míos - Nix sonríe - ¿Qué noticias traéis? 

- El tártaro se está fortaleciendo aún más - dice uno de sus hijos, el más poderoso.

El dios del destino sonríe, una sonrisa que hiela la sangre a sus hermanos. Él es el dios más poderoso, y al igual que su madre; es invisible y oscuro. Su poder es mayor a cualquier dios, e incluso Zeus está doblegado ante él. Sus tres ministras; las moiras cumplen una de las principales funciones de éste dios. Y es que Moros; dios del destino, la suerte y la condenación inminente es simplemente espeluznante.

- ¿A que te refieres? - Thánatos frunce el ceño.

Desde hace un tiempo sus hermanos que habitan el las profundidades del tártaro le han ido comunicando los avances de éste.

- Cada vez hay más monstruos congregados - dice Moros - eso es malo.

- Se juntan todos al rededor del corazón del Tártaro - dice Oizís - O cerca de las puertas de la muerte, los más poderosos. No es buena señal.

Oizís: diosa del dolor, personificación de la angustia, la miseria y la tristeza es una de las diosas más oscuras. Vive en una cueva al fondo del tártaro, deleitándose con el sufrimiento de las almas allí condenadas. Innumerables veces las furias han ido a pedirla que vaya a los Campos de Castigo y haga sufrir con sus dones a las almas condenadas.

- Parece como si esperaran que las puertas se volvieran a abrir... - confirma Moros.

- Ah, no - Thánatos niega con la cabeza - Mis puertas nunca más se van a abrir.

- Lo sé, hermano -Moros le sonríe - Confio en ti. Vigila tus puertas y asegurate de que no se abren.

- Por supuesto - Thánatos asiente extendiendo sus alas con orgullo, objeto de envidia entre sus hermanos.

- ¿Algo más? - pregunta Nix.

- Si - dice Oizís dando un paso al frente - Hemos detectado gracias a unos... amigos - sonríe - que el tártaro es realmente inteligente. Cuando las puertas estaban abiertas, sacó a los monstruos más difíciles de matar para que los semidioses se entretenieran con esos pocos, y no se diesen cuenta de que la mayoría de los monstruos, estaban en el tártaro sin salir.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora