El hijo de la muerte (Nico di Angelo)

Capítulo 17: ¿Novios?

Toco la puerta de color negro con los nudillos, pero nadie me abre, ni si quiera contesta.

Toco con más insistencia pero el resultado el mismo que antes. Resoplo fastidiada y golpeo la puerta más fuerte. Esta vez la puerta se abre, dejando ver únicamente oscuridad, nada más.

Sabiendo que Nico es quien me a abierto, entro sin pensármelo, cerrando la puerta tras de mí.

- ¿Nico? - no hay respuesta.

Me apoyo en una pared, palpandola en busca del interruptor, no es que crea que me pueda ocurrir algo, es que no soy muy fan de la oscuridad.

Escucho un sonido, casi imperceptible, pero que al faltarme la vista, el oído se me agudiza más.

Noto como algo impacta contra mí, estampándome contra la pared que tengo detrás, estoy a punto de preguntarle a Nico el porque pero me veo interrumpida por unos labios que presionan con fiereza los mios.

Abro los ojos sorprendida pero no separo, no se cuantas veces habré deseado esto.

Me acerco a él, pegando mi cuerpo mucho al suyo. Paso mis manos por su cuello e introduzco mis dedos en ese pelo que todo mi ser ansiaba tocar. Sus manos me rodean la cintura y me estrechan contra él.

Nico mueve sus labios sobre los mios y yo le devuelvo el beso, abriendo mi boca, dándole acceso a su lengua.

Finalmente nos separamos jadeando, mis ojos se acostumbran a la poca luz de la cabaña y me percato de que tiene los ojos más brillantes de lo habitual y los labios hinchados por culpa de los besos.

- ¿Y esto? - pregunto sin aliento.

- Hoy te he visto con Nick y James en el mar - dice observándome detenidamente.

- ¿Y? - inquiero.

- Queria hecerte saber, por si no te había quedado suficientemente claro, que eres mía. Única y exclusivamente mía.

Le observo sorprendida por sus palabras.

Se adelanta y me vuelve a besar, esta vez más dulcemente que la anterior.

- ¿Que venias a decirme? - pregunta respirando entrecortadamente en mi oído.

- Que han reconocido a James y a Nick - digo con mis brazos aún alrededor de su cuello.

Se separa un poco de mí y me mira a los ojos.

- ¿Y? - parece no comprender porque se los digo.

- El padre de Nick es Ares - asiente.

- Era de esperar - dice.

- Y el de James es Thanatos. - digo con precaución.

Ahora si que se aparta de mí.

- ¿Thanatos? - inquiere aún sin creerselo.

Asiento tragando saliva y me acerco a él, poniendo mi mano en su hombro.

- Vale. - dice recuperando la compostura.

- Quirón ha decidido - digo mirándole intencionadamente - que hasta que construyamos la cabaña 21, James se quedara aquí.

- ¿Aquí? - abre mucho los ojos y adopta una expresión de desagrado.

Asiento.

- Si, por que Thanatos es el Rey de la muerte y...

- ... mi padre es el Dios de la muerte - completa la frase Nico - Si, lo entiendo.

- ¿De veras? - pregunto con cautela.