Capítulo 102: El tártaro.

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*Nico*

- ¡Nico! - me llama James.

- ¿Que? - gruño parandome para que James me alcance.

No me gusta detenerme en medio del tártaro, es demasiado peligroso.

- ¿A donde vamos? - jadea - llevamos 5 días andando.

Estubimos cayendo unos nueve días, aproximadamente, es dificil estimar el tiempo si no tienes sol en el cual basarte. Las furias nos empujaban con toda su fuerza hacia abajo; incrementando la velocidad de la caída, pero aún así tardamos mucho en caer.

Traté de dormir; pero con el viento golpeandome le rostro y las garras de las furias a mi alrededor no pude.

- Estamos siguiendo a los monstruos - le explico por quinta vez - se están reuniendo en torno a las puertas de la muerte.

- ¿Están cerca? - pregunta.

- Si nos damos prisa a lo mejor llegamos hoy - le comunico.

Realmente dudo que llegemos, pero eso ayudará a que Jamas haga un maldito esfuerzo por una vez.

Se adelanta con la cara iluminada por la esperanza; y yo me siento mal por haberle mentido. Llevamos cinco días andando sin descanso, parando unicamente una hora diaria para reponer algo de fuerzas. Lo peor de todo es que nos hemos encontrado con algunos monstruos y ahora tenemos heridas, probablemente infectadas, por todo el cuerpo. Es difícil pelear si tienes que proteger a otra persona, que por cierto, no hacía otra cosa que gritar.

No voy a hecharle en cara nada a James. Se que la impresión de ver el tártaro por primera vez es demasiado fuerte y te aturde durante unos cuantos días. La mayoría de las personas nunca ven el tártaro; es demasiado horrible.

- ¿Ya? - jadea James luego de andar unas seis horas.

- No - murmuro entrecerrando los ojos - Pero estamos cerca ¿no lo notas?

- ¿Deberia? - me pregunta.

- Si - afirmo con rotundidad - Son las puestas de tu padre. Su símbolo de poder; deberías sentirte más... fuerte.

- Pues no sé, Nico - dice dejándose caer en el improvisado campamento que han montado las furias - Estoy agotado ¿podemos dormir?

- Sabes que es peligroso... - empiezo, pero él me interrumpe.

- Ya lo sé, llevas repitiendolo todo el rato - dice - Pero tengo sueño, llevo cinco días sin dormir.

- Yo catorce - le digo - y no me quejo.

- Podrias haber dormido durante la caída - me dice - como yo.

James durmió al menos tres días seguidos mientras caíamos; cosa sorprendente si me preguntáis.

- No soy como tu - le espeto - No me trates como si lo fuera.

James pone los ojos en blanco y me mira exhasperado.

- Haz lo que quieras, Nico - dice - Yo voy a dormir.

Se tumba se espaldas a mi y a los pocos segundos ya está durmiendo. Me siento en el suelo y le miro.

Lo cierto es que le envidio. Envidio esa ingenuidad que tiene; su creencia de que el mundo es un lugar feliz en donde puedes conseguir lo que te propongas. Su optimismo, su capacidad de ignorar los problemas y fingir que no existen.

Justamente ahora lo está haciendo.

Durmiendo en medio del Tártaro; el lugar más terrorífico de todo el planeta. Tan horrible que es a donde arrojan a los peores monstruos.  Y no, el no está asustado. Está rodeado de criaturas de pesadilla y el duerme placidamente ajeno al peligro.

¿Tiene eso sentido?

No.

En absoluto.









A lo lejos, entre la espesa niebla que me oculta la visión, consigo vislumbrar la difusa silueta de unas puertas; ocultas tras una colina lejana.

James suspira aliviado y sonríe de oreja a oreja; aún sabiendo que necesitaremos al menos 3 horas más andando para poder llegar. Pero entiendo su alivio; este tormento por fin acabará.

Las furias nos adelantan y seguimos caminando hasta llegar al borde de la colina, en donde donde comienza una bajada realmente empinada y allí una gran llanura coronada por las gigantes puertas de la muerte.

Abro los ojos desmesuradamente y mi respiración de entrecorrta cuando veo a miles, que digo, a miles de millones de monstruos congregados alrededor de ellas. Criaturas horribles de todo tipo; ciclopes, enpusas, drakanaes... incluso algún que otro gigante o titán menor.

Le hago una señal a James y ambos nos colamos por entre los monstruos. James me mira asustado y un poco sorprendido cuando ellos no dan señales de darse cuenta de nuestra presencia. Controlar la niebla no es difícil, sobre todo si puedes controlar la oscuridad y las sombras y estas en un lugar lleno de ellas.

Nos adelantamos hasta estar en primera fila; en donde los monstruoa se han congregado en un círculo en torno a un grupo de adolescentes.

Serán siete jóvenes de entre 12 y 16 años. Hay tres chicas y cuatro chicos, todos con apariencia humana.

Aunque obviamente humanos no son, los humanos no están en el tártaro; y si, por casualidad, lo están; no sobreviven mucho tiempo.

No, ellos no son mortales.

- ¡Se que lo queréis es salir afuera ya! - grita una muchacha de brillante cabello rojo - ¡Pero debéis esperar! ¡Los dioses se desesperan! ¡Nuestra venganza está cerca!

- ¡Si! - corean todos a la vez.

Los monstruos gruñen y asienten extendiendo sus garras.

- ¿Cuanto más tendremos que esperar? - pregunta una empusa.

- No mucho - dice la misma chica; parece ser la líder del pequeño y curioso grupo - El solsticio está cerca. Hay que actuar el día en el que sol brille menos, en el que la oscuridad sea mayor... - sonríe - El día del solsticio. Es un día oscuro, con escasas horas de luz, a de más; los dioses estarán reunidos en el Olimpo. Tendremos vía libre para salir del Inframundo y podremos aplastar a los dioses de una vez por todas.

Ella sonríe victoriosa cuando su audiencia la vitorea.

- Pero... - la dice la misma empusa - Hades dudo que se vaya - dice- No es tan tonto.

«Por supuesto que no es tan tonto» pienso «Mi padre no es tonto»

- Oh, si que lo es - dice ella - Es el único día del año en que puede visitar el mundo exterior ¿realmente crees que se lo va a perder?

Apreto los dientes y junto mis manos en puños.

Mi padre puede ser muchas cosas, pero no idiota. Es un dios astuto, manipulador y chantagista. No es el dios más fuerte; pero tanto tiempo solo en el Inframundo le ha dado tiempo para pensar; lo que le ha dotado de una gran inteligencia.

La chica que mira directamente cuando un siseo se me escapa y puedo asegurar con total seguridad, que ella me ve tal cual soy; sin la niebla. Abre los ojos como platos y yo la regalo una sonrisa antes de agarrar a James y desaparecer en un viaje sombra.

Aparecemos en una llanura bastante alejada de donde los monstruos y yo llamo a las furias.

- ¿Volvemos? - me pregunta James esperanzado.

- Volvemos - afirmo.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora