Capítulo 9: Primer día

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* Daisy*

Me despierto en la cama de la Cabaña 3 y todos los recuerdo de la noche anterior acuden a mí.

El chico que me gusta está enamorado de mi hermano. Nadie me dijo que el amor fuera fácil, pero desde luego no tan difícil. Me levanto de la cama mientras me retriego los ojos y me pongo una camiseta verde claro que realza el color de mis ojos y unos vaqueros cortos. Salgo por la puerta de la cabaña y me dirijo hacia el comedor

- Daisy - oigo como una voz me llama y me giro a tiempo de ver a Percy corriendo hacia mí. - esperame, que parezca que he dormido en la cabaña.

- ¿Donde has dormido? - pregunto riéndome.

- Con Annabeth - explica giñándome un ojo - pero shh - dice con tono cómplice - Atenea no puede enterarse.

Me río con su gracia y le empujo cariñosamente el hombro. Me agarra la mano y me lleva a rastras hacia el comedor.

Llegamos y nos sentamos, el uno enfrente del otro. Veo como Nico envía una mirada triste en dirección a Percy, pero sin que éste llegue a advertirlo, y después sonríe en mi dirección. Le devuelvo la sonrisa y le saludo con la mano.

Acabo de terminar de desayunar y me encamino con Percy hasta el ruedo de entrenamiento con espada. Se me da medianamente bien, sobre todo esquivo golpes, aunque Percy me desarma más de una vez.

- No te desanimes - dice él en tono cariñoso - yo soy bastante bueno con la espada.

- E-G-O-C-E-N-T-R-I-C-O - digo sacándole la lengua. El se ríe y me revuelve el pelo al pasar. Bufo mientras resoplo y le sigo hasta el centro de la arena, para practicar de nuevo.

Consigo darle una que otra vez pero no soy tan buena como para desarmarle.

- Daisy - oigo que me llama una voz y me giro para contemplar el rostro de Travis Stoll - nos toca tiro con arco.

Asiento decidida y le sigo hasta la clase que imparte Will Solace, un hijo de Apollo. Intento dar en el blanco pero siempre acabo acertando cerca del borde, y más de una vez en la arena o pared. Will se me acerca más de una vez para intentar corregirme la postura, pero cuando noto como en rodea con sus brazos, la concentración me abandona y no recuerdo como posicionarme. A algunas chicas de Hermes también les pasa, y no las culpo. Los chicos me miran, pero solo hay una mirada masculina que me importe, y esta centrada en todo momento en mi hermano. ¿Porque a mí? ¿Porque me tuve que enamorar justamente del único chico con el que seguro que nunca podré estar? Sacudo la cabeza para intentar concentrarme y vuelvo a tensar el arco, esta vez la flecha impacta en el blanco. Me pongo a dar saltos de alegría y grito. Will se acerca riendo y me palmea la espalda. Me sonrojo. Sonrio y le miro a los ojos. Apoya las palmas de sus manos en mis hombros y me mira fijamente.

- Muy bien hecho - dice.

- Gracias - digo bajando la mirada, avergonzada por tanto alago.

Sonríe.

- Lo de la Cabaña 11 ya se van - miro a mi alrededor y en efecto, ya están recogiendo - tú si quieres puedes quedarte un poco más.

- Si - respondo instantáneamente - por supuesto.

- Pues perfecto entonces.

El sonríe con ganas y volvemos a las clases de tiro con arco. Will me envuelve con su cuerpo muchas veces y yo le abrazo cada vez que doy en el blanco, lo que acaba pareciendo probablemente a ojos de los demás, una escena romántica. Veo una sombra moverse tras de mí y descubro que es Nico, que me observa con el ceño fruncido desde la linde del bosque.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora