Supongo que crereis que 9 días y 9 noches de caida se me haría eterno, pero no. Fue largo, obviamente, pero no infernal. El aire era denso mientras silvaba en mis oidos y me revolvía el pelo y la ropa. No me atrevía a abrir los ojos mientras caiamos, pero tengo la sensación de que si los hubiera abierto, solo habría visto una oscuridad absoluta. El tiempo que estubimos en caida libre, pude pensar en muchas cosas.
En mi vida antes del Campamento Mestizo, una época oscura que ahora se me hace muy lejana. Los tormentos que pasaba en casa y en la escuela, y como todo cambió al descubrir quien soy.
O en la aplastante y - algo terrorifica, tengo que admitirlo - realidad de saber que estaba cayendo al tartaro. Realmente la primera vez que pensé en lo que estaba haciendo.
Estaba yendo al lugar más oscuro de toda la tierra, a donde ni siquiera los dioses se atreven a ir, junto con otros 6 chicos a una misión suicida. Pues tratar de matar monstruos en su tierra natal, por decirlo de alguna manera, era una misión imposible.
Cuando finalmente el túnel por el que caiamos se llenó con una brillante luz roja y el espacio se amplificó notoriamente, convirtiendose en una inmensa cueva, abrí los ojos y comencé a chillar.
Si, a gritar.
Como una maldita desquiciada.
Lo primero de lo que fui consciente fue de las nuves rojas que flotaban en el aire como sangre vaporizada; como si fuesen el cielo de aquel mundo subterráneo. El paisaje constaba de llanuras negras y rocosas, salpicadas de montañas puntiagudas y simas en llamas. En cuanto estubimos demasiado cerca del suelo, las furias nos cogieron y detuvieron nuestra precipitad caida, dejando nuestras caras a escasos centimetros de suelo. Unos segundos más y estaríamos muertos.
- Deberíamos movernos - murmura Nico malhumorado.
Nueve días cayendo solo han echo que aumentar mi pésimo humor. Realmente no me molesta lo que los demás piensan de mi; estoy acostumbrada a los comentarios hirientes, pero que haya sido Nico quien me ha subestimado supera con creces cualquier desilusión que hubiera tenido antes. Y yo pensando que él creía en mi…
Ahora todos nos encontramos tumbados alrededor de una inprovisada tienda de campaña que le habían dado las cazadoras a Reyna. No podría decir que hora es, pues aquí no es de noche ni de día; el cielo mantiene este infernal color rojo a todas horas.
- No es necesario - replica James - Por donde hemos entrado está cerca de las puertas de la muerte.
- Aquí el tiempo es diferente, James - dice Nico con voz tirante - No sabemos cuanto ha pasado en el mundo mortal, hay que cumplir la misión lo antes posible.
- Tengo sueño - se queja mi amigo - Como no duerma moriré de agotamiento, y eso significaria que no podrías cumplir la maldita misión; así que haz el favor de dejarme dormir.
Nico lo fulmina con la mirada y todo a su alrededor comienza a llenarse de sombras. Me he percatado de que aquí es más fácil para Nico controlarlas, supongo que porque el tártaro en sí en un lugar echo de sombras. La ira y la furia de Nico me llegan en oleadas que me aturden. Sus ojos brillan peligrosamente y el techo de la cueva comienza a temblar.
Reyna hace una mueca y le mira preocupada, supongo que no es la primera vez que le ve así.
- Nico - le llama Jason - James tiene razón, necesitamos descansar.
Nico frunce los labios y desaparece en una nube de sombras.
- ¿Cual es su problema? - digo a la vez que Nick.
Ambos nos miramos y yo alzo las cejas sorprendida.
- ¿Su problema? - Leo niega con la cabeza - Nico siempre ha sido así.
ESTÁS LEYENDO
El hijo de la muerte (Nico di Angelo)
FanfictionUn chico perseguido y acosado por toda clase de monstruos y pesadillas sacadas de los mas horribles libros de terror. Una chica que vive en la ignorancia. Sus problemas son mas livianos, pero no del todo triviales. El destino ha decidido juntarles...