Capítulo 89: Extrañas e inesperadas despedidas.

4.3K 256 77
                                    

- No puedo creer que todo esto sea real - susurro - No puedo creer que esté pasando de verdad.

Sus ojos brillan tristes bajo la tenue luz de la aurora. A penas acaba de amanecer. Los escasos rayos de sol que se filtran a través del horizonte convierten el cabello negro de Nico en un color marrón oscuro. Sus mejillas están levemente rojas, y sus ojos hinchados.

Pero al menos ya no llora.

Al final de la noche; le vino de golpe una oleada de tristeza y empezó a llorar desconsoladamente de nuevo, llamando la atención de más de un campista. Los golpes insistentes en la puerta no ayudaban en absoluto, sobre todo si iban acompañados de los gruñidos de las arpías para que Nico dejase de hacer ruido.

- No puedo creer que realmente vayas a irte. No puedo creer que vaya a tener que estar aquí sin ti. No puedo.

Sus reflejan una profunda tristeza; una tristeza que creo haber podido llegar a comprender. El aura oscura de Nico tilita para segundos después volverse incluso más poderosa; repeliendo levemente a los Campistas que se habían acercado atraídos por la despedida.

- Nico, yo... - gruño frustrada al tiempo que más lágrimas caen por mis mejillas - No entiendo - susurro - Creí que te había obligado el a venir para que fueras feliz, y una vez que lo eres - le miro - pues supongo que lo eres - Nico asiente con una sonrisa - te pide que vuelvas al Inframundo. No le veo el sentido.

- No se lo ves porque no lo tiene - dice - Hades es un dios. Nunca intentes comprender a un dios, y mucho menos si ese dios se llama Hades, tiene un trono hecho de huesos, una capa hecha de almas y a todos los muertos del mundo a su disposición.

- ¿Debería asustarme? - pregunto - Tiene pinta de ser un padre... interesante.

- Lo hace lo mejor que puede - Nico se encoge de hombros - Sus intenciones son buenas, pero no siempre acertadas.

- Seguro que es mejor que el mío - murmuro.

- Poseidón no es una mala persona, Daisy - me dice - Puede que no sea el mejor padre. Pero ningún dios es en realidad un buen padre.

Me giro y veo a Jason, quien me sonríe y asiente. A su derecha Annabeth asiente rotunda, creo que tubo un problema con su madre cuando lo de encontrar la estatua. Piper me sonríe y hace una mueca mirando al cielo, dudo que alguna vez consiga llevarse bien con su madre.

- Puede ser - le sonrío - Pero que me dices de James.

Me mira y se ríe.

- Tengo que aceptar que Thánatos me ha impresionado. Ha demostrado querer realmente a James. Pero eso no quita el echo de que también le ha obligado a ir al Inframundo - me mira - Lejos de sus amigos, lejos de todo esto.

Asiento y le miro. Su pelo negro - ahora castaño - refleja el sol que se alza poco a poco por la superficie del mar. Sus ojos lo miran con melancolía. En sus oscuras pupilas se acumulan lágrimas mientras observa el Campamento.

La abrazo con fuerza y apoyo mi cabeza en su hombro. Nico es muchísimo más alto que yo - y yo no soy bajita - y mi cabeza queda justo a la altura de su barbilla. Mis ojos se vuelven a empañar cuando aspiro su aroma; algo que ahora relaciono con Nico. Algo que para mí ya huele a hogar. 

Porque Nico me hace sentir segura como nadie más lo ha echo. Nunca he tenido un hogar, pero estar entre sus brazos sabiendo que me protegerá es lo más parecido a un hogar que yo puedo tener. 

Y me gustaría estar en sus brazos para siempre, en ésta posición, sin movernos. Porque así; abrazada a él, por primera vez en mi vida me siento plena y feliz. Me siento completa. Él me completa. 

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora