*Nico*
Me pongo la almohada de mi cama en la cara y grito frustrado. ¿Porque siempre que estoy con Daisy tiene que aparecer alguien para fastidiarlo todo? Parece que lo hacen aposta y me pone furioso. Vuelvo a gritar otra vez, pero se de sobra que nadie me escucha, para eso está la almohada. Ahora mismo la necesito a ella; necesito sus labios, sus caricias, sus besos, sus suspiros... necesito todo de ella. Y la necesito aquí a mi lado, abrazandome, permitiéndome sentir el rápido latir de su corazón y agitada respiración, reacciones que la causa mi cercanía; aunque lo que ella provoca en mi no se queda atrás.
Vuelvo a gritar, pero esta vez grito su nombre, como si haciendo eso pudiera traerla aquí conmigo. Lo que desearía que estuviera aquí y no con ese estúpido hijo de Afrodita en ese estúpido ritual.
Me levanto de la cama rápidamente tirando la almohada por los aires sin importarme donde caiga y me acerco a la pared. Le doy un puñetazo sintiendo un dolor agudo en el puño, pero lo ignoro y vuelvo a golpear la pared, ésta vez dejando que toda la rabia, ira y cólera que me provoca verla con otros chicos (incluso con James y Nick que son como hermanos para ella) fluya y tome el control. Suelto un gemido cuando mi mano empieza a sangrar por culpa de los golpes pero no me detengo.
La recuerdo hoy en la playa, cuando la pregunté si la había gustado el beso; la furia que sentí cuando no me respondió, y el miedo a que me dejara me inundó por completo. Ella es tan hermosa, tan especial, y es mía. Única y exclusivamente mía.
Apoyo la cabeza en mis manos y suspiro. Golpear una pared no me servirá de nada, aunque el dolor me ayude a olvidarme un segundo de toda la mierda que me rodea.
- Nico - un estremecimiento me recorre al oír esa voz.
Me giro lentamente hasta quedar cara a cara a ese horrible mensaje iris que esta proyectado en la pared enfrente mía. La imagen muestra a un hombre de unos 30 años, de pelo y ojos negros con el pelo cayendole largo por el rostro. Todo en él emana superioridad, y unas conocidas ganas de servirle se apoderan de mí.
- Padre - digo resignado ignorando los impulsos de arrodillarme ante él.
- ¿Porque golpeabas la pared? - me pregunta sin emoción - Que yo sepa los objetos inanimados no pueden cabrear a nadie.
- Desde cuando te importo - le pregunto cansado de todo - puedes acabar con la farsa ya, si lo que te preocupa es lo que puedan pensar los demás, no te preocupes, les diré que has sido un padre atento conmigo.
- Soy tu padre - parece indignado.
Buena actuación Hades - pienso poniendo los ojos en blanco cansado de sus juegos.
- Muy bien - digo - has tardado en darte cuenta si te enteras ahora.
- Nico - me interrumpe con voz dura - soy tu padre, pero también soy un dios, y como tal no pienso permitir que me hables así.
- Si tu lo dices - hago un gesto de desprecio con mano y me siento en el suelo, apoyando la espalda en unos de los postes de mi cama.
Sus ojos brillan peligrosamente y su mandíbula se aprieta.
- ¿Que querías? - pregunto indiferente - si solo estas aburrido y necesitas que alguien te entretenga, te has equivocado de persona - le digo - y si quieres hacer de padre a estas alturas puedes irte por donde has venido, no te necesito. No necesito a nadie.
La necesitas a ella - me recuerda de forma inoportuna mi subconsciente.
- Creo que si que necesitas a alguien - dice Hades sonriendo leyendome el pensamiento, odio cuando hace eso - y por eso quiero hablar contigo.
ESTÁS LEYENDO
El hijo de la muerte (Nico di Angelo)
Hayran KurguUn chico perseguido y acosado por toda clase de monstruos y pesadillas sacadas de los mas horribles libros de terror. Una chica que vive en la ignorancia. Sus problemas son mas livianos, pero no del todo triviales. El destino ha decidido juntarles...