Capitulo 113: Muerte a cambio de paz

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*Reyna*

Salgo de la cripta de Plutón claramente frustrada. Llevo allí todo el día con Hazel tratando que comunicarnos con su padre; pero Plutón no responde.

Me acerco al templo de Belona, pero Dakota se interpone en mi camino antes de que llegue.

- Apartate - espeto - no estoy de humor.

Paso por su lado y me dirijo hacia el templo con paso firme.

- Es Jason - me dice provocando que me detenga abruptamente - Ha mandado un mensaje iris. Dice que hay una misión muy importante que quieres compartir con nosotros. Según él no hay mejor manera de demostrar la paz que invitandonos a participar en una misión suya.

- Oh - exclamo sorprendida - Me parece bien.

- La misión es ir al tártaro - dice Dakota con los dientes apretados - Nos están pidiendo que vayamos a una misión suicida.

- Esto es un voto de confianza, Dakota - digo - No son nuestro enemigo.

- Nos están dando muerte a cambio de paz - replica - ¿Es eso lo que hacen los amigos?

Le fulmino con la mirada y subo hasta el templo de Júpiter con Dakota soltando maldiciones detrás mío. Me asomo dentro y veo a Octavio exhausto, y a su alrededor una montaña de osos de peluche. El cuchillo afilado dando vueltas entre sus dedos.

- ¿Octavio? - pregunto extrañada.

Él levanta la vista y sus ojos brillan.

- ¿Que es todo esto? - inquiero.

- He estado intentando ver algo, pero solo consigo vislumbrar al grupo de adolescentes. En una de las visiones que pareció ver a Nico di Angelo. Pero nada más - dice con voz quebrada - No entiendo que puede significar, Reyna...

- Bueno, estás de suerte - le digo - Nos vamos al Campamento Mestizo.

Alza la cabeza con brusquedad y su cara se ilumina.

- ¿En serio? - pregunta esperanzado.

- Si, nos han llamado para una misión. Tu vendrás conmigo; necesitabas a Rachel ¿verdad?

Octavio asiente y se levanta rápidamente.

- ¿Reyna, que haces? - me pregunta Dakota molesto.

- Me voy a la misión - auncio - Y me llevo a Octavio conmigo, pues parece ser el único que quiere venir.

- Octavio no es un soldado - espeta.

- Por lo que parece tu tampoco - replico.

Paso por su lado pero él me vuelve a bloquear el paso.

- Los griegos dijeron dos semidioses romanos - escupe entre dientes.

- Si, bueno. Será una pena tener que decirles que otro semidios griego tendrá que ir dado que ninguno de los mestizos de mi campamento es suficientemente valiente para afrontar esta misión.

- ¡No es una cuestión de valentía, pretora! - estalla él- ¿Esperas que alguien se ofrezca para ir al tártaro? Estas loca.

- ¿Loca? Si, puede. Pero al menos yo soy capaz de mover mi culo por salvar al mundo ¿puedes tu?

Octavio aparece y aparta a Dakota de un empujón.

- ¡Vamos Reyna! - grita - ¡No hay tiempo que perder!

Empiezo a andar detrás de él y a los pocos segundo veo a Dakota al lado mío.

- ¿No era un suicidio? - le pregunto riendo.

- Odio tu chantaje emocional, Reyna. En serio

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora