El Campamento Mestizo es el lugar más hermoso que os podáis imaginar.
Voy andando detrás de Nico dando traspiés pues no se moverme con tanta soltura por el bosque, como hace él. Me tropiezo repetidas veces y me caigo otras tantas. Una de ellas tiro a Nico conmigo y caigo encima de él. Suelta una exclamación ahogada y seguidamente hecha la cabeza hacia atrás y ríe. Y yo no puedo hacer otra cosa que quedarme observándole embobada. Observando la suave curva de su garganta, que indica que aun no ha acabado de desarrollarse, sus pómulos prominentes, que hacen que sus ojos parezcan oscuros y sombríos, su pelo negro, que le cae sobre la frente, y yo, en un ataque repentino, deseo tocarlo, enredar mis manos en el y poder acariciarlo.
Aparto esos pensamientos rápidamente de mi mente y me pongo en pie. Me siento algo inestable así que me apoyo en un árbol a recobrar el aliento y observo los movimientos de Nico hasta que se pone en pie; los músculos de sus brazos al tensarse, los tendones de sus piernas...
Me quedo tan embobada que no me doy cuenta de que esta frente a mí hasta que le tengo justo delante. Me coge de la muñeca y me arrastra por entre los arboles, con una agilidad y una precisión impresionantes.
Al rato llegamos a la linde del bosque y yo caigo rendida.
- ¿No podías habernos teletransportado directamente hasta aquí? - le pregunto sin aliento y mirándole molesta.
- Algunos campistas se asustan cuando ven a gente aparecer de la nada - me responde mientras una sonrisa juguetea en la comisura de sus labios.
- ¿Y por eso tengo que fastidiarme yo? - le pregunto enarcado una ceja.
Nico esboza una sonrisa torcida y me ayuda a levantarme.
Me enseña el campamento y yo no puedo evitar observarle cada vez que creo que no me está mirando. Le observo con gran interés, hay algo en el que resulta... ¿extraño? Un poco ¿Espeluznante? Bastante. Pero sobre todo resulta misterioso, y yo no puedo resistir el impulso de observarle, de intentar averiguar el porque es así, desentrañar los hilos de su existencia.
Me conduce por un camino de tierra que bordea el gran bosque hasta la playa.
Es preciosa. El agua, en forma de pequeñas y suaves olas se mueve sobre la perfecta y cristalina superficie del mar trayendo pequeños animales marinos y conchas hacia la clara y dorada arena que bordea esta increíble maravilla.
Me giro hacia Nico con lágrimas en los ojos pues es lo mas bonito que he visto en mucho tiempo y me encuentro con que está observándome. Se percata de mis lágrimas y da un paso vacilante hacia mi. Me doy cuenta de que no esta acostumbrado a consolar a nadie, así que cojo yo la iniciativa y le doy un abrazo. Hundo la cabeza en su cuello y le digo gracias con voz ahogada. Las lágrimas caen por mis mejillas y noto su mano en mi espalda, estrechándome contra el.
Alzo el rostro y nuestras caras quedan separadas por muy pocos centimetros. Le observo los labios y de alguna manera sé que él está observando los mios. Me inclino levemente mientras él hace lo mismo cuando oigo un ruido y me separo de él.
Me giro para ver de donde provenía el sonido y veo un gran pino con un vellocino de ¿oro? colgando en la rama mas baja del árbol. Y justo encima de él hay...
- ¡Ah! - grito escandalizada colocándome detrás de Nico, esperando que él me proteja.
- ¿Que ocurre? - me pregunta mirándome por encima de su hombro. Confuso.
- Eso... de hay... es un... d-dragón - le comunico tartamudeando. Él sonríe de lado y me agarra de la cintura con manos delicadas. Me coloca delante de él y me acerca al pino.
- Él es Peleo - me dice susurrándome al oído, puedo notar sus labios sobre mi piel, y oleadas de placer se extienden lentamente por todo mi ser. Ese chico me está trastornando seriamente. - Es totalmente inofensivo. - Me asegura.
Giro lentamente y le miro a los ojos, a esos ojos negros tan fascinantes.
- Ven - me dice tomándome de la mano y llevándome hacia un lugar lleno de pequeñas cabañas que forman una U invertida, con un área del tamaño de dos campos de fútbol en medio. En el centro se encuentra situada una gran hoguera, con una niña de unos 9 años sentada a su lado. Cuidando del fuego.
»Voy a enseñarte las cabañas.
Asiento tragando saliva sonoramente y le sigo sin vacilar. Me enseña todas las cabañas. Cuando llegamos a una azul, baja y chata, con las paredes que parecían haber sido esculpidas en el mismísimo océano, siento una atracción inmediata hacia ella, así que entro.
- Emm... Daisy - Nico parece incomodo con la idea de entrar - esta cabaña es de Poseidón, y como bien indica su nombre, solo los hijo o hijas de este pueden estar aquí.
- Relajante di Angelo - dice un chico desde la puerta del baño.
Tiene una toalla enrollada al rededor de la cintura y el baño desprende oleadas de calor desde detrás de el, condensándose en vaho que se acumula como si de niebla se tratase. Tiene el pelo negro como el mio y unos bonitos ojos verdes, similares a los que yo tengo. Nico se remueve incomodo en el umbral de la puerta y aparta la mirada al tiempo que se sonroja. ¿Porque le pone incomodo que ese chico le hable? Parece simpático.
- Hola - me dice este tendiéndome una mano - Soy Percy Jackson, hijo de Poseidón, dios del mar.
- Encantada - le digo estrechándole la mano - Soy Daisy Ricks, y aún no sé quien es mí padre.
- Seguro que esta noche te reconocen - me asegura Percy regalándole la más preciosa de sus sonrisas.
- Si si, por supuesto - se apresura a añadir Nico - seguro. Pero ahora tengo que continuar enseñándole el campamento.
- Si, claro - le digo volviéndome hacia él - Bueno Percy. ¿Nos vemos luego?
- Ni lo dudes - Me guiña un ojo y Nico le mira con dolor. No se que le ocurre. ¿Que podrá haber hecho este chico tan fantástico para molestar tanto a Nico?
Salgo de allí y me apresuro a seguir a Nico, quien ya a seguido andando sin preocuparse por si le seguía o no.
- ¿Que te ocurre? - le pregunto cuando estoy a su altura.
- Nada - me contesta fríamente. Detecto que tiene los ojos rojos, como si desease llorar.
- ¿Que te ocurre con Percy Jackson? - insisto tercamente.
- ¿De verdad quieres saberlo? - me pregunta compungido parándose en seco - ¿estas realmente preparada para saber la verdad?
Vacilo un momento, preguntándome que seria eso tan horrible que Percy le había hecho a Nico. La curiosidad acaba por ganar la batalla.
- Si - respondo débilmente asustada por la reacción de el.
- Por su culpa murió mi hermana - me espeta hecho un basilisco. - ¿contenta? - Y como un huracán se marcha de vuelta a una cabaña negra, negra como el carbón, que parece tener vida propia, como si estuviera hecha con almas. Tiene unas antorchas de fuego griego en la entrada, y símbolos demoniacos y dibujos de huesos garabateados por todo el suelo. En el lugar del estandarte se encontraba un cetro con una bola en medio; el símbolo del Señor de Inframundo.
La cabaña 13. La de Hades.
Nico es hijo del Dios de los muertos.
Es un poco corto pero es que no tengo mucha inspiración.
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El hijo de la muerte (Nico di Angelo)
FanfictionUn chico perseguido y acosado por toda clase de monstruos y pesadillas sacadas de los mas horribles libros de terror. Una chica que vive en la ignorancia. Sus problemas son mas livianos, pero no del todo triviales. El destino ha decidido juntarles...