Capítulo 124: Cambios drásticos.

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Guardo silencio y miro fijamente a Nico, quien observa con furia a la chica tumbada en el suelo. Nadie se mueve ni hace ningún movimiento, simplemente nos miramos unos a otros. Espero que Nico tenga un plan, porque lo que respecta a mi…

- Aparta tu espada de su garganta - dice el chico que tiene su espada apuntando a la mia.

- No - dice Nico sin siquiera mirarle - Apartaros vosotros o juro por la laguna estigia que la corto el cuello.

La chica pelirroja traga saliva y les mira a los demás.

- Haced lo que dice - pronuncia finalmente.

- Pero… - comienza a quejarse el chico.

- ¡Que lo hagáis! - explota ella.

Ellos apartan sus armas y retroceden, todos menos el chico que me apunta a mi.

- ¿A que esperas? - le espeta la chica.

- Ella me ha cortado - murmura entre dientes.

Acerca su espada más a mi garganta y noto como comienza a descender un fino hilo de sangre por ella.

- ¡Alecto! ¡Tísifone! ¡Mégara! - llama Nico a las tres furias mirando mi herida con los ojos en llamas.

Ahora que lo dice, ¿a donde se han ido?

- Ella solo te ha cortado el brazo, no es comparable a su garganta - dice James en mi defensa.

- Exacto - sisea él - Mi brazo es mucho más importante que ella entera.

Miro a James y entiendo lo que me quiere decir, por lo que retrocedo un paso con rapidez y me agacho evitando el golpe que habría recibido. Me incorporo enseguida y cojo al vuelo la espada que me lanza, poniendome enseguida en posición de ataque.

La chica pelirroja bufa y se ríe despectivamente.

- No puedes con él, niñita estúpida - dice.

Aprieto los dientes y le lanzo una estocada que consigue esquivar. Ambos nos convertimos en un conjunto de espadas, filos y heridas por doquier. Lo cierto es que el chico es muy muy bueno con la espada, y me supera con creces.

Él vuelve a empujarme hacía atrás y, cuando me acerco para atacarle, levanta la empuñadura de su espada y la impacta contra mi cara.

Un dolor abrasador me recorre la nariz y la boca y toda mi visión se pone negra al tiempo que mi oídos comienzan a pitar.




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Vuelvo en mi lentamente y muevo mis dedos de las manos con nerviosismo. Un suave vaivén controla mi cuerpo, y mí cabeza yace reposada contra algo duro y liso.

Abro los ojos y pestañeo repetidas veces para adaptarme a la brillante luz roja. Toda la cara me arde de dolor, y algunas lágrimas caen por mis mejillas.

- Hey - me llama alguien.

Alzo la vista y me encuentro con la mirada preocupada de James. ¿Me está llevando él en brazos?

- ¿Que ha pasado? - pregunto con voz débil mientras escupo sangre.

Huy si, que agradable.

- Te desmayaste - dice - Tienes la nariz y la mandíbula rota, aunque la ambrosia te está ayudando bastante. Ya no pareces un cadáver.

- Gracias, supongo - murmuro.

- Cuando te desmayaste en un charco de tu propia sangre, digamos que Nico perdió un poco el control y comenzó con otro de sus ataques de sombras.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora