*James*
Me despierto por unas suaves caricias. Unas pequeñas manos me recorren la cara con la punta de los dedos.
- James - escucho que me llama alguien con voz suave y dulce.
Para nada parecida al grito histérico de Nick que me despertaba todas las mañanas desde que era pequeño.
- Arriba - canturrea esa voz.
Abro un ojo y veo a una hermosa mujer inclinada sobre mi con una sonrisa sincera en el rostro y los ojos achinados de sonreír.
- Artemisa - refunfuño girando en el colchón.
Oculto mi cara bajo la almohada y me tapo con las sabanas hasta la cabeza.
- James - Artemisa se sienta en la cama y me acaricia la espalda por encima de la fina tela de la sábana - Arriba. Ya es hora de levantarse.
Saco la cabeza y la miro.
- Es pronto - afirmo aún sin saber que hora es.
- No, no lo es - niega.
Su pelo oscuro está recogido en la parte de alante; los dos mechones de oscuro cabello más próximos al rostro están trenzados en la parte posterior de su cabeza, dejando a la vista su hermoso y delicado rostro.
- Tienes que ir al tártaro - me apremia.
- Exactamente por eso - digo - tengo que estar descansado, es muy peligroso.
Artemisa pone los ojos en blanco y replica un "hombres" bastante exasperada.
- James, arriba. Si no llamaré a Hypnos.
Sale de la habitación con paso majestuoso.
Hoy lleva un vaporoso vestido de seda blanco sin mangas con un cinturón dorado ciñendo su cintura. Brazaletes, pulseras, tobilleras y un collar adornan su cuello, brazos y piernas. Artemisa anda descalza, con sus pequeños pies golpeando levemente las baldosas al pisar sobre ellas.
Me levanto de la cama y me pongo algo de ropa. No tenia buena pinta esa amenaza de llamar a Hypnos. Por lo que se es el dios del sueño; y eso es algo que no quiero perder. Dejo la cama sin hacer y camino por los pasillos intentando despejarme un poco. Al pasar por delante de un gran espejo que adorna toda la longitud de un pasillo paro y me observo.
Mi cabello rubio claro está despeinado; a pesar de que me acabo de peinar. Mis ojos brillan tenuemente; con ese color verde tan singular. Mi piel está más bronceada y los músculos de mis brazos mucho más desarrollados.
Casi me veo como un adolescente normal.
Casi.
Las profundas ojeras de debajo de mi ojos y las heridas de mi antebrazo impiden que llegue realmente a parecerlo.
Sacudo la cabeza y sigo caminando, pero al rato me doy cuenta de que estoy perdido. Al final del pasillo vislumbro una habitación y me aproximo a ella esperando que dentro haya alguien que me indique el camino al comedor.
Pero lo que veo me deja sin respiración.
*Nico*
- ¿Me vuelves a explicar que es lo que se supone que tengo que encontrar en el tártaro? - le pregunto a mi padre por quinta vez.
Mi padre pone los ojos en blanco y se inclina sobre la mesa para coger un trozo de ambrosía y metérselo en la boca.
- Solo tienes que ver si hay más monstruos de los normal allí abajo - replica - ¿En serio es tan difícil de comprender? - le pregunta a Bianca.
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El hijo de la muerte (Nico di Angelo)
FanfictionUn chico perseguido y acosado por toda clase de monstruos y pesadillas sacadas de los mas horribles libros de terror. Una chica que vive en la ignorancia. Sus problemas son mas livianos, pero no del todo triviales. El destino ha decidido juntarles...