Capítulo 62: ¿Esto es un adios?

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*Nick*

No se puede ir. Joder, no puede. ¿Que voy a hacer sin ella? El hecho de que hubiera estado sin ella toda la vida, no implica que ahora pudiera vivir sin estar a su lado.

La necesito, joder, la necesito. A ella; a la chica de ojos negros y cabello oscuro. Solamente a ella.

No puedo permitir que se marche. La quiero demasiado, debo impedirlo como sea. Esto no puede acabar así, no no no.

Agito la cabeza frustrado y me vuelvo a golpear contra el tronco del árbol, algo que aparentemente no ayuda.

Dios, necesito hacer algo, pensar en algo.

Mis más agradables recuerdos me transportan a un dulce y cálido recuerdo:

- ¡Eres una maldita imbécil! - le grito a Clarisse - ¡¿Me has oído?! ¡Una imbécil!

- ¡No se te ocurra volver a llamarme así! - me amenaza.

Bufo.

- Me da igual que seas bueno combatiendo, ¡yo también lo soy! - No tanto como yo - ¡Nadie se mete conmigo y sale ileso! ¡NADIE!

- Bueno, parece que yo - me burlo sin pizca de humor - Siempre existen excepciones ¿verdad?

Su rostro se desencaja por la furia y se abalanza sobre dispuesta a golpearme, pero me apartó a un lado sin problemas y Clarisse se ve obligada a girar bruscamente si no quiere estamparse contra los escalones. Una Clarisse enfadada es mucho más fácil de controlar que una Clarisse en frío. Siempre a tenido la mala costumbre de dejarse llevar por la furia del momento, y eso nunca acaba bien.

Debes dejar tu mente en blanco y concentrarte únicamente en la pelea, en tu espada y en tu objetivo a lograr. Dejarse llevar por las emociones no es algo recomendable, aunque es algo común entre los humanos.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora