Capítulo 6: La cena.

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*Nico*

Me voy a mi cabaña y me cambio la ropa mojada por otra seca. Tengo toda la ropa chorreando, al igual que Daisy.

Se ha ido a su cabaña a cambiarse, para ahorrarse explicaciones innecesarias. La cena ha empezado hace un rato, pero ella es nueva, no lo sabia, yo si.

Debería habérselo dicho, debería haberla llevado a cenar, debería... Debería haberla besado.

Suspiro su nombre y me transporto al comedor, donde nadie se percata de que acabo de llegar. Hecho parte de mi comida al gran brasero de bronce que se encuentra situado en el centro del comedor de columnas griegas y me voy; mi padre no está en el olimpo, es imposible que llegue tan siquiera a olerlo.

Me acerco a la mesa de Hermes y llamo a Travis con la mano.

- ¿Donde esta la nueva? - le pregunto con el ceño fruncido.

- ¡Mierda! ¡La nueva! - se levanta corriendo de la mesa y se dirige hacia las cabañas.

- Menudo desastre está hecho - comenta Connor sacudiendo la cabeza. Le miro fijamente y me vuelvo a mi mesa.

Poco después veo a Daisy con Travis, están riendo y ella sonriéndole de verdad.

Me enfado, y no comprendo el porque. Esta sensación que me revuelve el estomago y me comprime el pecho es nueva para mí. Bueno, no del todo nueva.

Y no me gusta nada lo que significa eso, o lo que podrá implicar.

Pasa al lado de mi mesa y me mira con cariño.

La miro indiferente, pues en el Campamento no suelo ser muy... ¿cariñoso? ¿amistoso? Social. No suelo socializar mucho con los demás campistas. Y verme hablar con la nueva daría pie a muchos cotilleos, sobre todo en la cabaña de Afrodita.

Se ha cambiado de ropa, ha sustituido sus vaqueros largos y su blusa de invierno por una camiseta de tirantes finos y unos pantalones bastante cortos.

Fijo lo vista en su cuello, que tiene pequeñas marcas, que no se notan mucho pero que para mí son más que evidentes. Cojo un collar que tengo colgado y lo observo.

La veo con los ojos cerrados, imitando mi acción. Tenso los brazos para intentar bajar poco a poco, sin aplastarla.
Los collares que tengo colgados en el cuello repiquetean contra su garganta, descansando en su cuello y clavícula.
Suspira, y los colgantes se le clavan un poco en la piel, marcándola.

Connor le señala el cuello, donde están las pequeñas marcas que le han hecho mis collares y ella, roja como un tomate, lo intenta ocultar con su pelo, murmurando algo.

Sonrío. Quirón se levanta sobre sus patas traseras y pide silencio, acallando todas las conversaciones del comedor.

- Bien. Hoy quería anunciar la llegada de un nuevo campista - señala a Daisy con un gesto de la cabeza y ella se encoge en su asiento, intentando evitar así las miradas curiosas de todos los presentes - Como aún no ha sido reconocida, se quedará en la Cabaña de Hermes hasta nuevo aviso.

Todos los de la cabaña de Hermes irrumpen en aplauso y vítores.

Cuando la cena ya está por acabar, y todo el espectáculo de "la nueva" a pasado, Daisy se acerca a mí mesa. Se va a sentar pero yo la detengo con urgencia.

- No - la grito haciéndola dar un salto, sorprendida por el tono que e usado - No.

- ¿Que pasa? - me pregunta mirando el banco en el que tenia pensado sentarse, buscando la causa de mí reacción.

- No puedes sentarte.

- ¿Porque? - parece desconcertada, un desconcierto que rápidamente pasa a enfado - ¿Es que acaso no soy suficientemente buena para sentarme contigo?

- ¿Que? - la miro incrédulo - No, no es eso.

Me echo a reír y la miro. Tiene los brazos en las caderas y una mueca en el rostro, mirándome con los ojos entrecerrados y los labios fruncidos en una fina línea.

- ¿Entonces que pasa? - me fulmina con la mirada y yo me río con más ganas.

- No te puedes sentar - la explico - porque en la mesa de Hades, únicamente se pueden sentar los hijos de Hades.

- Ah - se muerde el labio inferior, nerviosa.

Anda hasta posicionarse a mí lado y se deja caer en el suelo, con las piernas cruzadas.

- ¿Que? - me pregunta molesta cuando la miro con fijeza.

- Nada - sacudo levemente la cabeza - Nada.

Me observa divertida y unos hoyuelos adorables aparecen en sus mejillas cuando me sonríe.

- Campistas - nos llama Quirón desde la mesa en la que comen él y el Señor D.

Todos guardamos silencio y los pocos que se habían levantado de su sitio vuelven a sus respectivas mesas.

Daisy se levanta con cuidado y desanda el camino hasta su mesa.

Y como era de esperar, un brillante holograma aparece sobre la cabeza de Daisy.

Un tridente.

Si, era obvio que Daisy era hija de Poseidón, lo .
*La parte que esta en coursiva es un flashback*

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora