Capítulo 30: Dos polos opuestos.

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Pongo los ojos en blanco y me recuesto en la pared, cansada del espectáculo que están montando las dos diosas totalmente distintas que están gritando se a escasos metros de mí, en medio del Campamento.

- Deberían dejar de gritar - comenta Nico sentándose a mi lado.

Asiento cansada, estas dos se están pasando.

- ¡Parad! - grita Jason separándolas.

Afrodita y Artemisa paran de pelear al instante, si había alguien que pudiese separarlas era Jason.

Afrodita le tenia aprecio (por razones obvias) y Artemisa le soportaba por ser el hermano de su lugarteniente, y de alguna manera hermano suyo.

- Esto no va a quedar así - amenaza Afrodita a Artemisa dándose la vuelta.

- Por supuesto que no - grita Artemisa a su espalda.

Resoplo y pongo los ojos en blanco de nuevo.

Son tan infantiles...

- Vamos a cenar, cielo - dice Nico incorporándose y extendiendo su mano para ayudarme a mí.

Me apoyo en ella y camino a su lado hasta los blanco escalones del comedor, en donde, junto antes de separarnos para ir a nuestras mesas, Nico me agarra con delicadeza el rostro y me besa muy dulcemente.

Sube los escalones y se dirige a su mesa, mientras yo solamente sonrío como una tonta.

Acabo de cenar justo cuando unos gritos histéricos callan todas las conversaciones latentes del comedor.

Las chicas y chicos de la cabaña de Afroditan suben corriendo y se acercan a su madre chillando como cerdos desangrados.

- Nuestra ropa no está - le comunica un chico muy atractivo.

- Ha desaparecido - afirma Theo.

Sonrió en su dirección y él me devuelve una sonrisa de oreja a oreja.

- Han sido las Cazadoras - dice con voz firme Piper.

Afrodita sonríe torcidamente y mira a todos sus hijos con una mirada cómplice.

- Bueno chicos - empieza ella con voz calmada, aunque la situación de calmada no tenga nada - Si las cazadoras tienen envidia vuestra por la ropa, pues por eso os la habrán quitado - esboza una sonrisa malvada - No seamos egoístas, no es propio de nosotros ¿verdad chicos?

Toda la cabaña de Afrodita asiente sonriendo, sabiendo lo que tiene pensado hacer su madre.

Unos segundos después toda la mesa de las cazadoras se llena de un polvo rosa chillón bastante desagradable.

En cuanto el polvo se va, todos somos capaces de la expresión de horror plasmada en sus perfectos y delicados rostros.

Todas, y cuando digo todas es TODAS, van vestidas con ropa provocativa.

Llevan minifaldas, pantalones cortos, camisetas escotadisimas,  vestidos con todo al aire...

Incluso llevan maquillaje y están peinadas como si de modelos se tratase.

La mayoria de los chicos las miran descaradamente y ella se intentan tapar.

- Afrodita esta vez te has pasado - dice Artemisa levantándose de golpe de la mesa.

- ¿Yo? - se hace la desentendida - Tus cazadoras les han quitado la ropa a mis niños por envidia, que lo hubiesen pedido. A de más, las he hecho un favor, la ropa que las habías puesto era horrible - hace una mueca de desagrado total.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora