Capítulo 14: Nuevos Campistas.

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Corro hacia el gran árbol que corona la colina mestiza, pues es hacia allí hacia donde corren como locos todos los campistas.

Oigo las fuertes pisadas de Nico tras de mí, siguiéndome en mi precipitada carrera hacia ese misterioso punto donde, según Annabeth, hay dos nuevos campistas.

Cuando llego, hay demasiados mestizos como para poder ver, por lo que escalo el gran árbol, consciente de que debajo tengo a un gran y probablemente peligroso dragón.

Me subo a la rama más alta y observo el espectáculo que todo el mundo ha ido a ver.

En medio de una llanura, al otro lado del Campo de fuerza, se encuentra una mantícora, y luchando contra ella está Percy.

Suelto una exclamación ahogada y me llevo las manos al rostro. Me pongo las palmas en la cara para no ver, pero aun así observo todo por entre los dedos.

- Tranquila - dice Nico a mi lado - Percy puede acabar con la mantícora sin problemas.

Respiro hondo y asiento, aún no muy tranquila.

Piper y Annabeth se encuentran detrás de Él, intentando reanimar a dos muchachos que han caído inconscientes a pocos metros de la barrera.

Percy intenta protegerse a sí mismo, a la vez que las protege a ellas.

La matícora le lanza una nueva tanda de pinchos y Percy los para con un escudo que lleva.

- JASON - grita a todo pulmón.

Veo a la brillante cabellera rubia de Jason bajar corriendo la pendiente en ayuda mi hermano.

Se sitúa a su lado y ambos intentan derrotarla, sin mucho éxito.

Finalmente, unos campistas de Apolo deciden intervenir. Le lanzan millones de flechas doradas a la mantícora y ésta acaba reducida a polvo, como la empusa de mi piso.

Todos los campistas van a ver a los nuevos que han causado todo este revuelo, mientras algunos les llevan a dentro del Campamento, intentando evitar así otro ataque.

Algunos campistas atienden a uno de los dos muchachos, mientras Piper y Annabeth intentan reanimar al otro.

Bajo corriendo del árbol y me acerco preocupada a Percy, quien tiene unos cortes muy feos en el cuello, por no hablar de su camiseta hecha jirones y esa sangre seca de su brazo.

Le abrazo con fuerza.

- Tranquila hermanita - me dice depositando un suave beso en mi pelo - estoy bien.

- No - le digo negando con la cabeza - No lo estas.

- Daisy...

- No - le corto - No lo estas, así que vas a ir ahora mismo a la enfermería a curarte esas heridas.

- Tenemos problemas más importantes - me indica con la cabeza a los dos muchachos que siguen sin conocimiento.

Asiento dándome cuenta de a que se refiere.

- Aún así no te vas a librar.

Sonríe de medio y me revuelve el pelo.

Bufo.

- ¡Chicos! - grita Annabeth para llamar nuestra atención - ¡Necesitamos ayuda!.

Percy y yo corremos hacia ella y nos arrodillamos al lado del muchacho, que yace tumbado en la hierva de la colina.

Tiene el pelo rubio medianamente largo cayendole por el rostro, y el blanco pálido de su piel está pasando rápidamente a un color verde enfermizo.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora