Capítulo 32: Poderes.

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- Gracias pero no es necesario - digo con voz cansada, pero no por eso maleducada - en serio.

- Insisto - dice Katie.

Resoplo frustrada.

Después de dejar a Stacy en su cabaña, unas cuantas chicas de la cabaña de Demeter han venido corriendo hacia mi para llevarme a rastras hacia el bosque, en donde me han sentado. Dicen que su madre las a pedido que me ayuden con mis poderes, pero el problema está en que yo no tengo poderes.

- Katie te lo agradezco, - digo poniendo los ojos en blanco - pero yo no tengo poderes.

- Claro que los tienes - dice con entusiasmo - y nosotras vamos a ayudarte a descubrirlos.

Después de un rato de discutir inútilmente contra ellas, acabo cediendo.

- Perfecto - dice con efusividad - lo primero es acercarnos a tu elemento.

Caminamos hasta llegar a la orilla del lago y, siguiendo las indicaciones de las chicas de Demeter, introduzco casi todo mi cuerpo en el agua.

- Sientate - me ordena con voz firme Katie, a lo que la obedezco sin vacilar - intenta relajarte y dejar la mente en blanco, concentrarte únicamente en el agua que te rodea.

Cierro los ojos y me siento en la arena del fondo, mientras respiro hondo.

Mis manos tocan la superficie del mar y todo mi cuerpo reacciona involuntariamente ante el tacto.

- Concentrate en el agua, Daisy, solo en el agua.

Me concentro en la superficie del lago, en su singular temperatura, en las pequeñas y delicadas ondas que se forman cuando muevo los dedos, en la extraña sensación que me domina, como su supiese que hacer. Un sentimiento de bienestar y salud me recorre todo el cuerpo y se instala en mi estomago.

- Siente el agua - dice con voz grave - nota su superficie, la vida que emana, todo lo que implica, la magnitud de este elemento.

Me concentro en lo que me ha dicho Katie.

Siento como si todo el agua fuese parte de mí, como si hubiese algún poder sobre ella, como si perteneciera aquí.

Empiezo a notar cosas mas difíciles de detectar, como las corrientes, las ondas submarinas que provocan los pequeños peces...

- Ahora quiero que imagines en tu mente que el mar esta en absoluta calma, sin siquiera olas.

Me lo imagino y mis manos se mueven involuntariamente, haciendo un acto reflejo extraño.

Las corrientes se calman, las ondas desaparecen y la superficie se sume en una calma aplastante.

Abro los ojos lentamente y esbozo una sonrisa verdadera al ver todo el mar como en mi imaginación.

- Intenta una ola - dice Katie entusiasmada.

Intento visualizar a todo el agua moviéndose hacia un mismo punto, provocando que la gran masa.masa de agua forme una gran ola.

La corriente me arrastra con fuerza mar adentro, por lo que es cierto que el agua se esta juntando a pocos metros de mí. Veo la gran ola obra mía avanzar inexorablemente en mi dirección, y antes de que colisione contra mi cuerpo, un gesto automático de mi mano la deshace.

- Perfecto - dice sonriendo - pero habrá que entrenar mucho más ¿lo sabes no?

- ¿Porque? - pregunto curiosa - ya se hacer olas.

- Tu hermano sabe hacer muchísimas más cosas, más difíciles y más rápido.

- Mi hermano es mejor que yo - digo seria.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora