Capítulo 57: ¿Celos?

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*Octavio*

Me apoyo en el borde de la cueva que ahora es mi hogar. El sol matutino ilumina la colina mestiza con un brillo especial y se refleja en mi pelo dorado. Suspiro.

Maldita Rachel.

Dios, como la odio. Por su culpa soy el hazme reír de todo el campamento, porque no se lo ocurrio nada mejor que decir, durante la cena, que la había querido besar.

¡Yo no la había querido besar! Bueno, a lo mejor sí, ¡pero es solo porque estaba atontado del viaje en ese momento! Si, fue justo por eso. Para nada fue el hecho de ver sus irresistibles labios tan cerca de los míos, su perfecto rostro a menos de un palmo de distancia, sus hipnotizantes ojos verdes mirándome fijamente...

Sacudo la cabeza para despejar esos pensamientos. No debería malgastar mi tiempo pensando en ella.

Veo su cabello rojo a lo lejos, al lado de la gran hoguera que cuida esa pequeña niña. Se encuentra hablando con Percy.

Genial, que torture a alguien que no sea yo. Aunque la verdad es que me da un poco de pena Percy, he oído que se a peleado con su hermana - alguien a quien por cierto no conozco - y tener a Rachel acribillandolo a preguntas no debe ser lo más agradable del mundo. Bueno, que se fastidie, ¿no fue nombrado pretor - aunque luego renunció a favor del maldito de Jason Grace - ? Que demuestre que se lo merecía.

Bajo la colina dispuesto a conocer a la chica. Todo el mundo habla de ella. Que si es muy hermosa, que si seguro que será poderosa...

Lo que ha llamado mi atención no ha sido eso - pues para chicas hermosas mirad la cabaña de Afrodita, o en mi campamento, Venus -, es que se comenta que se ha ganado el corazón de nada más y nada menos que Nico di Angelo, el tenebroso hijo de Hades.

Me acerco con paso firme hacia la cabaña de Poseidón ignorando las miradas curiosas de los campistas.

- Percy no esta ahí - me dice con voz suave Hazel sentada en los escalones negros de su cabaña.

- No le busco a él - respondo con frialdad.

Me mira un poco confusa y un instante después parece comprender.

- Ella tampoco está - susurra.

- ¿Donde está, entonces? - pregunto con brusquedad.

Hazel sonríe divertida por algo que no comprendo.

- Dentro - señala la puerta que hay tras ella. Mi ceño se frunce, ¿pero que..? - Con Nico. Solos. Los dos. ¿De veras quieres entrar?

Resoplo frustrado y le mando una mirada envenenada. Ya nadie me toma en serio, todo por culpa de ese maldito demonio que dice ser un oráculo.

- Llamala. Dila que quiero hablar con ella. Que si no sale yo entraré a buscarla.

Hazel me mira asombrada y un poco molesta - Si señor - dice desdeñosa.

Agudizo el oído para oír las palabras exactas de Hazel.

- Daisy, hay un chalado ahí fuera que quiere hablar contigo - maldita Hazel.

- ¿Quien? - pregunta una voz melodiosa.

- El augur del campamento Júpiter, un chiflado con demasiado ego, nada más.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora