Capítulo 54: Llanto

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*Daisy*

Me derrumbo sobre el liso suelo de mi cabaña en cuanto la puerta se cierra tras de mi. Lágrimas caen libres sobre mis mejillas, al tiempo que gemidos desgarradores se abren paso por mi garganta; provocando que mi cuerpo tiemble incontrolablemente.

Me froto los ojos con fuerza, intentando que las lágrimas dejen de caer, pero lejos de cesar, mi llanto aumenta de intensidad.

Respiro hondo, intentando tranquilizarme, a la vez que busco la serenidad necesaria para parar este llanto desgarrador.

Sé que no debería darle tanta importancia a lo dicho por Percy, sé que solo lo ha dicho porque estaba frustrado, que en realidad no piensa eso; pero el caso es, que en el colegio, era lo que me decían. Desde que era pequeña mi madre y los profesores me han repetido constantemente que soy inútil, que no valgo para nada. Para nada. Y sé que probablemente mis amigas pensarían lo mismo, solo que nunca me lo dijeron.

Escucho un débil sonido, como de aire moviéndose, y no me hace falta levantar la cabeza para saber quien es. Su olor me rodea y envuelve, y la calidez de su presencia y la agradable sensación que su cercanía despierta en mí se hacen presentes.

Se acerca rápidamente a mí y se arrodilla a mi lado.

- ¿Que ha ocurrido? - pregunta con voz dulce al tiempo que me abraza.

- Nada - gimoteo con el rostro escondido en su cuello.

- Vale - susurra acariciándome el pelo - Tranquilizante.

Respiro hondo, pero de repente se me viene a la cabeza un recuerdo.

Entro al aula cabizbaja, ignorando deliberadamente las miradas burlonas de mis compañeros de clase que lejos de ser simpáticos, me miran con muecas de desagrado en sus "perfectos" rostros. Me dirijo al final de la clase y me dejo caer pesadamente sobre el asiento de la esquina, al lado de la gran ventana que da al enorme patio donde entrenan los chicos que hacen deporte.

Un grupo de chicos de unos 16 años pasan por delante de la ventana con las barbillas alzadas y expresiones orgullosas en sus rostros. Suspiro resignada, sabiendo que nunca podré ser como ellos (no me refiero a que sean chicos).

Un chico se acerca a mi tranquilamente. Su pelo corto reluce al sol como el oro y sus perfectos ojos grises brillan.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora