Capítulo 130: Un hombre en la cacería

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*Daisy*

Suspiro cuando veo el Campamento Mestizo y una sonrisa se extiende lentamente por mi rostro. Caminamos hasta las cabañas con paso lento, ignorando deliberadamente las miradas incrédulas de los campistas y vamos a la casa grande.

En la sala de estar se encuentran Rachel y Octavio conversando con la presión y la tristeza marcando sus rostros. Hablan en susurros y se nota a distancia la tensión del ambiente. Alzan la cabeza cuando nos ven entrar y Rachel nos regala una pequeña sonrisa triste.

- ¿Que ocurre? - la pregunta Jason.

- Ha sido Nick ¿verdad? - dice.

Reyna aprieta los labios con fuerza y asiente en su dirección, sin darse cuenta de la mirada que Octavio le envía.

- Lo siento, Reyna. Lo supuse cuando Daisy y Nick me hablaron de sus sueños, pero se confirmó cuando Artemisa vino aquí preguntando por Thalia. Al día siguiente Octavio tuvo una visión y lo tuve claro - nos mira con lástima - Aún no se lo he dicho a la cabaña de Ares, creo que lo mejor será que lo hagáis vosotros.

Asiento de acuerdo y le pedimos a Rachel que se lo confirme a Quirón y al Señor D antes de irnos. Thalia desaparece nada más salir, diciendo que tiene que ir a hablar con Artemisa urgentemente. Jason y Leo se van a buscar a Piper y al Búnker 9 con Festo, respectivamente. Nico se va a la enfermería con Will sin decir nada y yo no intento detenerle ¿De que serviría? Es Nico di Angelo, como si se le pudiese detener.

James, Reyna y yo caminamos hacia la cabaña de Ares para decírselo, pero escucho como Percy me llama desde mi cabaña y corro hacia él deseándoles buena suerte a James y Reyna. No me gusta la idea de dejarles solos con la violenta cabaña de Ares, pero yo tengo que ir con Percy. Ya les daré mis disculpas más tarde.

Abrazo a mi hermano con fuerza y luego a Annabeth y Malcom.

- Volviste - dice Percy maravillado.

- Oh venga ya, al menos finge que tenías fe en mi - me burlo.

Annabeth me pasa un brazo sobre los hombros y me regala una sonrisa.

- Puede que tu hayas sufrido ahí abajo, pero te aseguro que estar escuchando los lamentos de tu hermano cada hora de cada día sí es un verdadero tormento.

- Discúlpame por preocuparme por ti - me dice Percy ofendido.

Sonrío con más ganas y me acerco a Malcom mientras Annabeth de burla de Percy un poco más.

- Sabía que volverías - me dice él apoyado en la puerta de mi cabaña - No tenemos tanta suerte como para librarnos de ti.

- Eh - le doy en el brazo - Si querías que no volviese no me hubieses enseñado tan bien.

Malcom se ríe y yo, por primera vez desde que salí de ese lugar de pesadilla, me relajo y disfruto. Disfruto del viento que mueve levemente mi cabello, del sol que incide sobre mi piel, del suave ruido que hacen las hojas de los árboles al moverse. Disfruto que todo aquello que antes era nimio e insignificante pero que ahora, al darme cuenta de que hay gente que ni puede tener esto, he aprendido a valorarlo como tiene que ser. Disfruto de la compañía de Malcom, de las burlas de Annabeth hacia Percy, del alegre y esperanzador ambiente que reina en el Campamento. De todo aquello que debería agradecerle a los dioses por tenerlo.

Miro hacia la cabaña de la guerra y veo a Mark sentado en los escalones de la cabaña. Su vista está clavada en la pequeña Stacy, quien juega alegremente con Theo y otro chico que yo no conozco. Los ojos de Mark siguen cada movimiento que hace la pequeña, y por la tristeza que desprender su rostro, sé que aún no han arreglado el asunto del escudo de Clarisse.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora