Capítulo 39: Ritual de Afrodita

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Theo me sonríe para darme ánimos desde su lugar al otro lado de la gran hoguera que han hecho los campistas de Afrodita en el suelo de su cabaña.

Miro a Stacy, quien me guiña un ojo pícaramente y suelta una risita infantil. Me río con ella; provocando que algunos campistas me miren con recelo, a lo que yo me limito a sacarles la lengua.

- Para nada infantil - musita James a mi lado poniendo los ojos en blanco.

Le doy un codazo directo a sus costillas; y me veo recompensada por una exhalación brusca de aire de su parte y una mueca de dolor pintada en su atractivo rostro.

- ¿Que decías? - pregunto con una sonrisa burlona.

- Que eres una loca - dice con los dientes apretados mientras pone sus manos en la zona afectada de su costado.

- ¿Te e hecho daño? - pongo una cara de pena fingida ridícula y estallo en carcajadas segundos después.

James aprieta los dientes y me fulmina con la mirada.

Sorprendentemente James ha acabado viniendo también. Una chica histérica (guapa) pero histérica, se ha puesto a gritarle y a suplicarle que viniese con ella; y por eso James está aquí. Debería agradecérselo; pero tiene pinta de psicópata y me da mal rollo.

- ¿Que crees que van a hacer? - me pregunta.

Me encojo de hombros justo cuando aparecen todas las chicas con montones de ropa en sus manos y se dirigen decididas a la hoguera.

- Van a quemar su ropa - murmuro mirándolas incrédula.

- Exacto - musita Piper con resignación - es estúpido; pero dicen que esa ropa ya está - hace comillas con los dedos - "Pasada de moda".

Está sentada en el regazo de Jason mientras éste la abraza por detrás. Lleva un sencillo vestido azul turquesa hasta las rodillas; muy diferente de la ropa extravagante que llevan sus hermanos.

- ¿Tu no participas? - la pregunto con el ceño fruncido.

- No - dice con una mueca de asco - odio esto.

- Pero... eres la líder de esta cabaña - doy por hecho confundida.

- Si - asiente -. Odio esto, pero es un ritual muy importante para ellos; y no soy quien para quitárselo. Los que no quieran no están obligados a hacerlo, pero lo triste es que la gran mayoría quieren.

Asiento comprendiendo su frustración y centro la atención en la gran hoguera que arde con la ropa como combustible mientras suelto un ruidito resignado.

La hoguera se pone de un color rosa intenso y empieza a chisporrotear peligrosamente.

- ¿Y eso? - le pregunto asustada a Piper.

- La ropa quemada sirve también como ofrenda para mi madre - dice con repulsión.

Que yo sepa a Piper no le agrada para nada su madre; es más, desearía no ser hija suya. No cumple los requesitos: ser estúpida, superficial y que la ropa te importe mas que la vida misma. Lo único que la identifica como su hija en su asombrosa belleza.

Las chicas acaban de quemar los kilos y kilos de ropa y dejan paso a los chicos; que repiten lo anteriormente hecho por sus hermanas, solo que ellos queman muchísima menos ropa (y no es porque sean menos que chicos que chicas)

Observo con James como se acercan uno a uno a la hoguera para quemar su ropa.

- Ese es guapo - me señala James.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora