Capítulo 120: Los antiguos héroes

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"¿Que podía salir mal?" Ahora mismo me estoy golpeando mentalmente por ser tan ilusa.

Los problemas empezaron al segundo en que James pisó la sala del trono; momento en el cual Nico se acercó a él furibundo y le exigió saber que había estado haciendo con su hermana. James nos contó que no habían llegado a nada, pero Nico aún no parecía del todo convencido; razón por la cual le echó una mirada de hermano sobreprotector y murmuró una advertencia.

No puedo negar que resulto ciertamente gracioso, pero sentí un poco de lastima hacia James después de todo. Tener a Nico acosandote no debe de ser agradable. Vamos, creo que nadie querría eso.

Al rato llegaron un grupo de 7 hombres de unos 20 años, el más mayor debía de tener unos 25. Eran grandes y fuertes, de anchos hombros y músculos prominentes.

Cada uno se dirigió a uno de nosotros para entrenarnos. De mí se encargó un hombre fuerte, bastante atractivo, e increíblemente bueno en combate que luego se presentó como el gran Aquiles, héroe de la guerra de Troya. Se quedó conmigo dado que yo era la peor convatiendo y él, el mayor héroe que jamás ha pisado la tierra.

Aquiles fue agradable y paciente conmigo, aunque hay que admitir que había veces que se desesperaba. Llegó a la conclusión de que mi punto débil era la fuerza, pero que era rápida y ágil, algo que me ayudaría a sobrevivir en batalla. Insistió en el hecho de que usara las dos espadas que me dio mi padre, según él eran perfectas para mi; largas, ligeras y muy afiladas. Me enseñó a usarlas y, bueno, soy pésima pero dice que mejoraré.

- No - Aquiles niega con la cabeza y me hace sujetar más fuerte las espadas - Debes sujetarlas con fuerza, si no te las podrían quitar; y no tener espada es una muerte segura.

Asiento frunciendo los labios y sujeto con firmeza el mango de las dos espadas. Aquiles les da un golpe violento con su lanza y ambas se me caen.

- Sujetalas con más fuerza - me ordena.

Me agacho y las recojo del suelo. Agarro con toda la fuerza que tengo el mango de las dos espadas, hasta que mis nudillos quedan blancos.

Aquiles respira hondo y vuelve a golpear. Las espadas no caen, pero por la fuerza del impacto las empuja con violencia contra el suelo provocando que caiga hacia delante.

- Arriba - ordena - Dado que no eres capaz de sujetar las espadas, durante las peleas trata de no parar los golpes con la punta de la espada. Cuanto más cerca de tu mano golpeen, más fácil será para ti; cerca del mango es donde haces más fuerza.

Asiento y él se pone en posición de ataque. Levanta la lanza y la deja caer con toda su fuerza contra mi cabeza. Alzo ambas espadas sobre mi cara y el sonido de metal contra metal resuena por todo el jardín. Consigo que la lanza no impacte contra mi rostro, pero mis espadas vuelan hacia delante.

- Mal - me regaña recogiendo mis espadas y volviendomelas a dar.

Resoplo cansada y suspiro.

- He detenido el golpe - jadeo.

- No, solo lo has retrasado. Tus espadas han caído; ahora mismo estarías muerta.

- En una pelea normal sería más fácil- me quejo - Tu eres muy bueno.

- Los monstruos contra los que te vas a enfrentar también - responde- Que venzas a los demás semidioses no significa que seas buena.

- Tampoco soy mala - me quejo.

- Eres más mala que buena - responde.

Respiro hondo y asiento preparada. Esta vez Aquiles descarga su fuerza hacia mi costado derecho. Sin hacer caso a las espadas retrocedo con rapidez y evito el ataque. Pero no se detiene ahí, levanta la lanza y le vuelve a dejar caer contra mi. Mi mano izquierda logra parar el ataque con dificultad y con la derecha golpeo la lanza. Esbozo una sonrisa cuando veo como la lanza se desvía hacia la izquierda acercandose al suelo inpulsada por mi estocada, y sonrio victoriosa.

Segundos después me encuentro tirada en el suelo.

El muy maldito me ha golpeado los pies. En ningún momento mi golpe le ha echo bajar la lanza. Solo era una estrategia.

- Jamás te confíes - me reprende ayudandome a levantarme del suelo.

Resoplo cansada y me siento en el suelo.

- ¿Tan pronto te cansas? - pregunta riendo.

Le fulmino con la mirada y el simplemente se ríe. Se sienta a mi lado y descansa la cabeza contra el tronco del árbol.

- ¿Quieres? - pregunta cogiendo una granada.

Niego con la cabeza, Nico me ha dicho que no coma nada del jardín de Persefone. Supongo que tiene sus razones.

- Como quieras - Aquiles se encoge de hombros.

Ambos miramos a los demás. Aquiles me mira y señala a James.

- ¿Ves a ese? - pregunta señalando al héroe a su lado.

El un hombre alto y fuerte. De cabello oscuro y piel clara. Está ayudando a James con el tema de la espada, algo que le está costando bastante.

- Le odio - me confiesa Aquiles mordiendo la granada - Es demasiado bueno.

Comienzo a reirme y Aquiles me mira sorprendido.

- ¿Demasiado bueno? - pregunto sin parar de reír.

- Si - exclama - Le maté y no me guarda ni un poco de rencor ¿quien es así? - se queja - No es divertido.

Me miro y me fijo en el héroe. Sus movimientos son rápidos y diestros. Es muy bueno.

- Se le da bastante bien - observo.

- Claro que se le da bien - refunfuña - Es el gran Héctor.

- ¿El príncipe de Troya? - pregunto sorprendida.

- Si - pone los ojos en blanco - El gran guerrero legendario.

Me rio de él y fijo mi atención en los demás.

Todos se encuentran peleando contra héroes que ahora no consigo reconocer. Tratando de mejorar en lo que se les da mal.

Nico está tratando de mejorar su puntería, Jason su ataque con la lanza, Nick… no tengo ni idea y Reyna y Leo tratando de mejorar el control en sus poderes. Aunque siendo sincera, Leo es muy bueno con el fuego.

Ante nosotros aparece un fantasma que nos indica que hemos terminado por hoy.

Me despido de Aquiles con una sonrisa y me acerco a Nico, quien me espera con una sonrisa en la puerta.

- ¿Has aprendido algo? - pregunta con una sonrisa saliendo conmigo del jardín de Perséfone.

- Si, Aquiles es un gran luchador.

- Bueno - Nico se ríe - Por algo te lo pusieron a entrenar contigo ¿no?

- ¿Estas diciendo que soy mala? - pregunto.

- No - dice - solo que podrías ser mejor.

- ¿Mejor que tú?

Nico se ríe y sacude la cabeza.

- Tampoco te emociones - dice riendo a la vez que entrelaza sus dedos con los mios.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora