Capítulo 117: Reencuentro, aunque no como se esperaba

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Jason pone un brazo sobre mis hombros y me abraza con fuerza cuando me ve temblar. La barca de Caronte se desliza con suavidad sobre el río estigio mientras las demás almas susurran a nuestras espaldas.

- Hades os espera - nos dice Caronte cuando la barca se detiene - Pasad los campos asfodeos hasta el final, al lado de los campos de castigo; ahí está.

Todos asentimos y echamos a andar hacia el palacio de Hades.

- Este sitio me de mala espina - murmura Reyna.

Nick la da la mano y la regala una sonrisa de apoyo.

Miro a Jason y sonrio con tristeza. Echo demasiado de menos a Nico.

- No te tortures - me dice - Le vas a ver ahora.

Asiento y acelero el ritmo, no puedo esperar para verle de nuevo.

Pasamos los campos asfodeos, en donde las almas cuchichean entre ellas cuando pasamos y al llegar a los campos de castigo, nos dirigimos hacía el gran castillo negro que corona la llanura.

Jason me estrecha con mas fuerza cuando comienzo a temblar al oír los gritos de agonía de las almas.

- ¿Preparados? - pregunta Reyna cuando estamos antes las puertas.

Pero no nos da tiempo de contestar porque estas se abren solas, invitandonos a entrar.

Camino con cuidado dentro de la sala, en donde hay un gran trono de hierro negro forjado; y encima, un hombre. Aunque hombre puede no ser la palara correcta: sentado en el gran trono hay un dios.

Esta es la primera vez que veo al padre de Nico, y he de admitir que no me lo imaginaba así. Es el primer dios, aparte de Thanatos, que estando en una posición tan mundana destile tanto poder.

Hades tiene el pelo negro y los ojos tan oscuros como el inframundo. Su aura de poder te obliga a arrodillarte ante él y servirle para siempre.

Cualquier persona, por idiota que fuese, se daría cuenta de que el dios en cuya presencia está no es uno cualquiera; si no uno de los tres grandes.

Y es más que obvio que el porque.

- Semidioses - nos llama Hades - supongo que habréis venido por la misión.

- Supones bien - contesta Jason.

- Romano - murmura con desaprobación - ¿Que haces aquí? Esta era una misión para los semidioses griegos.

- Pero Plutón... - empieza Reyna.

- ¡Hades! - grita el dios.

- Hades - rectifica Reyna - Los semidioses ya estamos en paz...

- ¿Y a mi que? - Hades se levanta furioso del trono - ¿Crees que siendo griego, me gusta ver en mi propia casa a una romana? - escupe con desprecio.

Reyna frunce los labios pero no dice nada.

- Padre - llama una voz desde el pasillo a Hades - ¿Que son esos gritos? Aún es muy temprano para que andes tan enfadado.

Mi respiración se entrecorta y mis ojos se llenan de lágrimas cuando le veo.

Su cara está más blanca y su cabello negro es más largo y desordenado. Las ojeras de debajo de sus ojos son visibles desde aquí, y para mi que está más delgado.

Pero sigue siendo él.

Nico. Mi Nico.

Sonrio como una tonta al verlo, pero el no parece reparar en mi.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora