Capítulo 5: El mar

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No sé cuanto tiempo permanezco abrazada a Nico. El tiempo pasa a un segundo plano, no me es importante.

Estoy abrazada a Él, el resto de las cosas no son importantes. No para mi. No ahora.

- Vamos - me dice separándose de mi.

Le miro, intentando que mis ojos no reflejen la tristeza que siento en mi interior por no poder estar más tiempo con él en agua. La decepción por no poder alargar este momento tan... Único.

Asiento con la cabeza gacha. Nico se acerca a mí y me levanta el rostro por la barbilla con manos delicadas.

- ¿Que te ocurre? - me pregunta.

- Nada - le miento esbozando una débil sonrisa - Nada.

Me mira fijamente.

- Puedes contarmelo - me insta con voz ronca.

Niego con la cabeza al tiempo que mis mejillas se tornan rojas. Me mira confundido.

Acaricia con suavidad mi mejilla e inclina la cabeza levemente hacia un lado. El pelo negro le cae largo sobre la frente, y yo, siguiendo un misterioso y poderoso impulso se lo aparto de la frente, demorándome un momento en acariciarle el rostro.

Cierra los ojos, mientras una sonrisa se extiende lentamente por su rostro, haciendo que mi respiración se entrecorte y los latidos de mi corazón de aceleren.

- Debemos volver - me dice agarrándome de la mano.

El sol ya se ha puesto y el cielo se a teñido de colores, con las nubes en lo alto tapando al sol, que ya esta a punto de ocultarse en la superficie del mar.

El agua se encuentra en calma exceptuando las pequeñas ondas que forman nuestros cuerpos al moverse.

Empiezo a andar, intentando que las olas que van hacia la arena no me mojen mucho la ropa al impactar contra mi cuerpo en su camino a la orilla.

Piso con cuidado cuando de repente, en medio de la arena que está sumergida en el mar, hay un objeto puntiagudo, con el cuál me doy en pie y caigo hacia adelante; poniendo las manos delante de mi cuerpo para amortiguar mi caída.

Mi cuerpo queda sumergido en su mayoría, y la ropa que llevo se me adhiere desagradablemente a la piel.

Nico se me acerca riéndose por la escena que acabo de montar. Me tiende la mano para ayudarme a incorporarme, pero en vez de apoyarme en ella para ponerme en pie; tiro con todas mis fuerzas a Nico al agua.

Cae al lado mio, mojándose entero él también. Abre los ojos sorprendido y luego me mira a mi entrecerrando los ojos.

Oh oh.

Me incorporo como puedo, es decir, penosamente. Intento correr por el agua, pero la corriente marina y el hecho de mi pantalón largo esté rebosante de agua y pese como un muerto no ayudan.

Siento unas manos tirarme suavemente hacia atrás, y yo, con el mal equilibrio que tengo normalmente, añadido al hecho de tener la ropa mojada, caigo con estrépito al agua, de nuevo.

Observo a Nico retorcerse de la risa en el agua. Se ríe de mi, pero no me importa.

No es como en el colegio, él no lo hace para hacerme daño.

No se ríe de mi, se ríe conmigo.

Le sonrió con timidez y le salpico juguetonamente un poco de agua.

Una sonrisa se extiende lentamente por su rostro. Niega con la cabeza amenazador y se acerca muy lentamente, como un depredador acechando a su presa.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora