Capitulo 125: ¿Cazadora? Ya no.

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*Thalia*

Abro las puertas de la sala principal del palacio de Apolo y dejo que el pesado oro choque estruendosamente contra el marco de la puerta, llamando la atención del dios sentado en el gran trono que corona la estancia.

Apolo, con su apariencia de un irresistible e idudablemente atractivo chico de 18 años, me mira con las cejas arqueadas y se acerca a mi con una sonrisa coqueta.

- Hola, Thalia - dice en un susurro con una gran sonrisa adornando su cara - ¿A que se debe tu visita?

- ¿Donde está Artemisa? - pregunto sin rodeos.

- ¿Porque? - Apolo ensancha su sonrisa - ¿Te quieres ir? 

- ¿Acaso lo dudas? - bufo poniendo los ojos en blanco.

Apolo se rie y se vuelve a sentar en su trono, mirándome con sus penetrantes ojos dorados. Él es literalmente el sol. Su apariencia, su coche, su palacio... 

- Algún día admitiras que te agrada mi presencia, hija de Zeus - se burla.

- Antes muerta - digo.

Apolo arquea las cejas.

- ¿Sabes que tengo toda la eternidad para que lo admitas? - me dice - Ahora que tu también eres inmortal, puedo estar molestandote eternamente...

- Suena bien - digo volviendo a poner los ojos en blanco - Pero quiero que respondas a mi pregunta.

- ¿Que te hace pensar que se la respuesta? - se burla.

- Eres su hermano - insisto - Me apostaría mi vida inmortal a que lo sabes.

Apolo se recuesta contra el alto respaldo de su trono dorado y me observa con interés.

- Artemisa está en un lugar al que no teneis acceso, cazadoras - dice mirando el techo de su palacio, una gran cúpula dorada que deja pasar la luz exterior gracias a la apertura de la parte superior - Ella misma me pidió que no os dijera nada, y eso es lo que voy ha hacer.

- Soy su lugarteniente - me quejo - Y ellas sus cazadoras. ¡No puedes seguir dejandonos en la ignorancia!

- Por lo visto - dice - si que puedo. Observa como lo hago.

Aprieto los dientes y hago mis manos puños.

- No se que es lo que está ocurriendo - digo - pero sea lo que sea, las cazadoras podemos afrontarlo. Somos fuertes, Artemisa en persona nos ha entrenado. Quiero saber lo que ocurre, necesito saber que está ocurriendo.

- Esto va más allá de tus simples caprichos, cazadora - replica Apolo.

Gruño y me giro para salir de la estancia, pero detengo al escuchar una voz.

- ... la señora Artemisa dice que los semidioses están haciendo un excelente trabajo con su misión en el tártaro... - dice uno de los dioses menores que sirven a Apolo sin percatarse de mi presencia.

- ¡Silencio! - exclama Apolo interrumpiendolo.

Me giro hacia el dios del sol y le obervo detenidamente.

- ¿Me lo explicas? - pregunto con suavidad.

- No - dice él negando con la cabeza.

- ¿Prefieres que saque conclusiones yo? - digo - Podría ir ahora mismo a las demás cazadoras y contarles lo que he oido. Creo que en menos de cinco minutos ya habríamos salido fuera de aqui.

- Thalia... - dice el cansado.

- Solo quiero saber que está ocurriendo, tengo derecho a saberlo.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora