Capítulo 37: Recupero a mis amigos

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Camino despreocupada hasta la hoguera del centro de las cabañas. La niña morena que siempre hay ahí me mira fijamente.

- Hola - la saludo.

- Hola Daisy Ricks - dice con voz profunda.

- ¿Me conoce? - probablemente mi voz suene asustada.

Es normal que me asuste que una niña con la que nunca he hablado se sepa mi apellido, cosa que casi nadie sabe.

- Todos los dioses sabemos de tu existencia.

- ¿Dioses? - nunca me plantee, ni por asomo, que esta inocente niña fuera una diosa.

- Si - me sonríe con amabilidad.

La miro fijamente tratando de averiguar quien puede ser.

- Hestia - respondo finalmente.

La niña asiente sonriendo.

- Muy bien mi niña, no me equivoqué contigo, seguro que llevas a cabo la misión con éxito.

- ¿Perdón? - que yo sepa aún no me han otorgado ninguna misión.

- Nada cielo - esboza una sonrisa - ya sabrás, todo a su tiempo.

Asiento confundida y me levanto muy confusa.

Camino hacia la cabaña de Ares y subo los escalones para luego llamar con fuerza a la puerta. Esta vez la puerta la abre Mark, que como no, está sorprendentemente sin camiseta.

- Hola Daisy - me saluda con una deslumbrante sonrisa.

- Mark - le sonrío a mi vez.

- ¿Que querías?

- ¿Esta Nick? - pregunto incapaz de despegar la vista de su impresionante anatomía.

Mark sonríe y vuelve a entrar en la cabaña. Segundos después Nick asoma la cabeza.

Parece realmente sorprendido de verme ahí, y eso me hace darme cuenta de que realmente estoy dejándolos de lado.

- ¿Ha pasado algo?

- ¿Tiene que pasar algo para que venga a verte? - pregunto cruzandome de brazos - ¿No puede ser que únicamente hecho de menos a mi mejor amigo?

Nick se ríe y sale para abrazarme. Me alza en sus brazos y me baja por los escalones en volandas.

- Con que tu mejor amigo ¿eh? - pregunta con una sonrisa ladeada - pobre James, se va a llevar una decepción. Pero bueno, no podíamos seguir mientiendole...

- Nick - le doy un golpe juguetón en el brazo.

- Oh dios mio - se tira al suelo dramáticamente y se pone a chillar como si le estuviese matando - que dolor.

- Nick - le llamo entre dientes. Todos los campistas se nos han quedado mirando, y como ya habré dicho, no me gusta ser el centro de atención. - Nos están mirando.

- Por supuesto que nos miran - dice levantándose mientras me pega a su cuerpo - somos extremadamente bellos.

- ¿Enserio? - le miro fijamente - ¿Extremadamente bellos?

- Claro - se ríe - ¿no te habías dado cuenta de que soy una belleza?

Finjo inspeccionarlo y entrecierro los ojos con aire calculador.

- Oh dios - digo soltando una exclamación "sorprendida" - es verdad, eres una gran belleza.

Entrecierra los ojos y me revuelve el pelo.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora