Capítulo 29: Afrodita

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- ¿Que crees que pasará? - le pregunto con la cabeza pegada a su pecho.

- No lo sé - dice abrazándome con más fuerza - y la verdad es que me da igual, no pienso dejar que te separen de mi.

Sonrío mientras le rodeo con los brazos.

- Tranquila - me dice - no pasará nada.

- Pero si ni a tu padre ni al mio le agrada la idea... No podemos hacer nada. Son dioses.

- Si - asiente con firmeza - y nosotros héroes. Somos sus armas, nos necesitan. Y si nos necesitan sera porque podemos hacer cosas que ellos no. Como desobedecer.

- Eres un rebelde eh - digo ronroneando.

Nico se ríe, provocando que todo su cuerpo tiemble, y a consecuencia, el mío también.

Me besa la frente con ternura al tiempo que me aparta con delicadeza unos cuantos mechones que me habían caído por el rostro.

Agarra mi cintura y me sienta a horcajadas sobre su cintura. Me inclino sobre su cuerpo al tiempo que junto mis labios con los suyos.

Nico rueda, quedando ahora el encima mía, con mis piernas aun al rededor de su cintura.

Sus labios abandonan los mios para pasearse por mi cuello. Muerde la piel de mi clavícula y besa toda la curva de mi hombro, sacándome suspiros y débiles gemidos.

Sube por mi mandíbula, y se para en mi oído.

- No creo poder imaginarme algo mejor que hacer ahora mismo.

Muerde el lóbulo y yo entrelazco mis manos el rededor de su cuello, pero él me las quita y las sujeta por encima de mi cabeza.

- Tranquila nena - dice con voz ronca y los ojos totalmente negros.

Asiento y cierro los ojos, confiando en lo que hará.

Siento sus dulces y suaves labios presionar en mi estomago y un escalofrío me recorre el cuerpo.

Sus manos me sueltan las muñecas para arañar placenteramente mi abdomen, provocando que unos espasmos controlen mi cuerpo.

- Abrid la puerta par de Tortolitos, tenéis visita - nos interrumpe alguien desde fuera.

Nico emite un ruidito irritado y se incorpora, no sin antes besarme lentamente.

Nos levantamos y salimos afuera, en donde todos los campistas están observando algo con interés.

En medio del circulo creado por los semidioses están Artemisa y otra mujer gritandose histéricas.

La mujer tiene el pelo rubio liso hasta la cintura y los ojos verdes. Es extremadamente hermosa de delicadas facciones y perfectos rasgos.

Un odio profundo nace en mí, mezclado con algo de envidia y celos.

Afrodita.

- ¡¿Quien te has creído que eres para decirles que no pueden estar juntos?! - le está gritando a Artemisa.

- ¡Fueron sus padres! - chilla Artemisa.

- ¡No! - dice Afrodita fulminandola con la mirada - ¡Eres tu quien odia el amor!

- ¡Eso no es cierto! - refunfuña Artemisa.

- ¡Claro que lo es!

- No odio el amor - dice - te odio a ti.

Afrodita empieza a echar chispas por los ojos y aprieta sus manos en puños.

- Señoras - interviene Dionisio con expresión aburrida - No se peleen, aquí hay mortales. Vayanse al Olimpo a resolver sus diferencias allí.

Las dos se giran hacia él con un expresiones aterradoras y el retrocede asustado.

- ¿Que ocurre aquí? - pregunta Nico con voz firme y segura.

- Oh Nico - dice Afrodita con efusividad acercándose a él, lo que provoca que una oleada de celos me recorra todo el cuerpo - eres tú.

- Si - dice con cautela alejándose de ella.

- He venido para decirle a la sosa de Artemisa que no os obligue a separaros.

- ¿Y a ti que te importa si estamos juntos o no? - la pregunto.

- Querida soy la diosa del amor - dice echandose el pelo hacia atras - todo lo relacionado con el amor me importa.

La miro fijamente. Siento como Nico me da la mano y entrelaza sus dedos con los míos.

- Y ahora querido, - le dice a Nico con una sonrisa coqueta - necesito hablar con tu chica.

- ¿Porque todo el mundo quieres hablar conmigo? - me quejo poniendo los brazos en jarra - ¿No habéis pensado que tal vez yo no quiera hablar con vosotros?

- Tonterías - dice Afrodita despectivamente.

Me agarra de la muñeca y me arrastra hacia un lugar apartado, resguardado de las miradas curiosas de los demás campistas.

- ¿Y ahora que pasa? - pregunto cansada.

- Vengo a ayudarte - dice sonriéndome amigable.

- ¿Y eso porque? - pregunto con cautela.

- Porque tu y ese chico hacéis una pareja ideal.

- ¿Que? - no entiendo a que se refiere.

- Sois una pareja de verdad.

- Igual que todas - respondo sin comprender.

Afrodita niega triste con la cabeza.

- Las relaciones son más difíciles ahora porque ya nadie se toma el tiempo en enamorar; las conversaciones se convirtieron en textos, los argumentos en llamadas, los sentimientos en indirectas. La palabra amor es utilizada fuera de contexto, la inseguridad se volvió una forma de pensar, los celos en hábito, engañar en accidente, y ser lastimado, ahora es algo natural...

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora