Capítulo 86: "Me siento orgulloso de ser tu padre"

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*James*

Me interno en el frondoso bosque que rodea el Campamento y camino adentrándome en él. Salto raíces y esquivo plantas venenosas y peligrosas. El musgo se amolda al relieve de la suela de mi zapato volviéndolo todo resbaladizo. El piar de los pájaros en los altos nidos que antes me parecía alegre y optimista; ahora me resulta fúnebre y apagado.

Me giro de vez en cuando para ver si mi padre me sigue; y le veo evitando tocar cualquier tipo de Ser Vivo. Cada planta, árbol o animal que sus manos tocan, muere al instante.

Cuando creo que ya estamos suficientemente lejos del Campamento me detengo en seco y me giro para encararlo con los brazos cruzados.

- Padre - suspiro pasandome una mano por el pelo, como hago siempre que estoy nervioso.

- James - dice serio.

- ¿Podrías, por favor, intentar explicarme todo esto lo mejor posible? - le pido.

Mi padre asiente y se sienta en el suelo. Todo la hierva que el toca se marchita y un circulo de plantas muertas le rodea.

- James, para empezar necesito que sepas que yo no soy como los demás dioses que has podido ver. Yo nunca antes había tenido un hijo, ni había estado con nadie. Ni mortal ni inmortal. Tu madre fue la primera mujer con la que realmente estuve, y tu eres el primer hijo que jamás he tenido.

» Y no me arrepiento en absoluto de haberte tenido. No soy como los dioses Olímpicos; que prometen no tener hijos, y cuando los tienen se avergüenzan de ellos. Me siento absolutamente orgulloso de ser tu padre, y si pudiera gritarlo al mundo, no dudes que lo haría.

Le miro fijamente y el me devuelve la mirada.

- Tu madre era un alma que habitaba en los Campos Elíseos cuando yo la conocí. Su brillante cabello rubio y sus penetrantes y cautivadores ojos verdes me llamaron la atención en seguida, y yo no soy al que se le pueda llamar la atención con facilidad, James. Llevo toda mi vida inmortal viendo muertos. He visto a todos y cada uno de los mortales que han pasado por el Inframundo. Hay algunos que son realmente impresionantes. Héroes legendarios que murieron por sus creencias. O algunos seres repulsivos que merecerían acabar en el fondo del Tártaro junto a los titanes por toda la eternidad. Supongo que conocerás la historia de Sísifo, el estúpido mortal que me secuestró creyendo que nadie notaría mi ausencia. Si por mi hubiera sido ahora mismo estaría sufriendo los latigazos de Kampe en las mazmorras del Tártaro, pero no, Hades decidió ser benévolo y le condenó solo a subir una roca por una pendiente para que cuando estuviese a punto de llegar a la cima, la roca creyese de nuevo hacia abajo; impidiéndole siempre conseguir su objetivo. Fue un castigo demasiado leve para lo que hizo, pero yo no soy quien para juzgar las ordenes de mi Señor - me mira y sonríe - El caso es tu madre llamó realmente mi atención. Una mujer atractiva, inteligente y que además no le asustaba venir a hablar conmigo, ¿que más podría yo pedir? Me enamoré perdidamente de ella, James, aún la sigo amando. No hay un día en que no la eche de menos a mi lado. Una sonrisa suya, el melódico sonido de su risa, el brillo habitual de sus ojos... La amo demasiado.

- Espera - le detengo un segundo - ¿Dices que mi madre era un alma cuando la conociste? - pregunto incrédulo.

No sé el, pero yo a mi madre siempre la he visto de carne y hueso.

- Exacto - asiente mi padre - Sé que es difícil para ti procesar esto, pero tu madre murió, y con el permiso de Hades la revivi para que pudiera tenerte en el mundo mortal.

- ¿Dices que mi madre vivió antes de esta vida? - pregunto en un hilo de voz.

- Si.

- ¿Y tubo más hijos? ¿Tengo algún hermano perdido..?

- No, James - Thánatos ríe - ¿Cuantos años tiene tu madre, muchacho?

- 34 - susurro.

- ¿Entonces con cuantos años crees que te tuvo? - pregunta.

- 20 - murmuro.

- 20 - asiente él - aunque si contamos los años que estuvo en los campos elíseos tendría más de un milenio - aclara con una sonrisa.

Le miro y asiento.

- James. Eres mi único hijo. Te tuve porque el mundo te necesitaba. Te necesita. Tienes poderes asombrosos que la mayoría de los semidioses no pueden ni soñar. Ya has descubierto lo de la espada, ¿verdad? Eso no es nada en comparación con lo que realmente puedes hacer. Debes descubrir por ti mismo quien eres y quien quieres ser, solo entonces descubrirás quien eres en realidad. Los semidioses te necesitan, hijo. Hay serios problemas. El mundo necesita tu ayuda. Tus amigos necesitan tu ayuda. Yo necesito tu ayuda.

Le miro fijamente.

- Y es exactamente por eso por lo que ahora te pido que vengas conmigo al Inframundo - dice con seriedad.

¿Cuantas van a echar de menos a James? ♥

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora