Capítulo 35: Calipso.

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Me despierto sobresaltada en la cama, respirando agitadamente mientras mi corazón está a punto de salirseme del pecho.

Me paso las manos por la cara, intentando calmar el rápido latido de mi corazón y regularizar mi respiración. Una vez me he tranquilizado, aparto de mi cuerpo las suaves sábanas azules y entro en el baño; en donde me lavo la cara intentando despejarme la mente.

No es que el sueño haya sido espeluznantes, terrorífico o digno de pesadilla, es que que haya sido tan real me ha puesto la carne de gallina.

Casi podía sentir la suave brisa que soplaba, el tacto de la arena bajo mis pies...

Percy me había avisado que los sueños de los mestizos eran especiales, pero yo ahora mismo no tengo ni idea del propósito de este sueño. No significa nada ¿verdad?

Cierro los ojos con fuerza.

Partes del sueño acuden a mi de nuevo.

La hermosa muchacha llorando, la delicada flor plateada, la impresionante isla, la misteriosa niebla, el gran barco...

Sacudo la cabeza y salgo de la cabaña (una vez me he vestido) y toco la puerta de Nico.

- ¿Que quieres Daisy? - me pregunta James bostezando - Solo son las 5 de la mañana. Dejanos dormir por dios.

- ¿Esta Nico? - pregunto sin rodeos.

Necesito hablar con alguien sobre el sueño y no creo poder encontrar mejor persona a la que contárselo.

- Ni hola James - dice con enfado - ni que tal estas, solo donde está el otro chico. Vale eh, vale - y furioso se aparta de la puerta para dejarme entrar.

Le miro a los ojos y me acerco lentamente para abrazarle con fuerza por el torso.

- No te enfades - le pido.

- No me e enfadado Daisy - dice acariciandome el pelo con ternura - seria incapaz de enfadarme contigo, solo estoy triste.

- Por mi culpa - digo.

- Porque estas siempre desaparecida. Ya no tienes tiempo para Nick o para mí. Es como si ya no te importasemos.

- ¿Pero que dices? - digo con la incredulidad tiñendo mi voz - sois muy importantes para mí.

- Pues no lo parece - refunfuña.

Alzo la vista y James desvía la suya. Me pongo de puntillas y le beso la mejilla lentamente, mientras sonrió contra su piel.

- Lo siento - digo - intentare pasar mas tiempo con vosotros a partir de ahora.

James asiente y yo me separo de el para entrar en la cabaña. Está todo oscuro, pero gracias a la tenue luz que entra por la puerta soy capaz de vislumbrar la localización de la litera en la que duerme Nico. Me acerco y me doy cuenta de que está profundamente dormido.

- Os dejo solos - dice James arrugando la nariz - para que le puedas despertar como quieras.

En arco una ceja al tiempo que mi amigo sale apresuradamente de la cabaña cerrando la puerta tras de sí, provocando que la cabaña vuelva a sumirse en una total oscuridad. Me siento en el borde de la cama hasta que mi vista se acostumbra a estar sin luz.

Me inclino sobre Nico. Esta tumbado boca arriba sobre el colchón, con ambos brazos a los costados, apretando en puños las finas sabanas de satén negro. Su rostro está en calma, y su largo cabello esparcido irregularmente sobre la almohada.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora