*Rachel*
Despierto en la gran habitación de la Casa Grande que me han dejado para dormir. Me incorporo penosamente mientras bostezo y me restriego los ojos somnolienta. Me pongo en pie tambaleante y ma apoyo en el poste de la cama para no caerme al suelo. Me acerco al armario y saco el primer vestido que encuentro; el Señor D me ha pedido que mientras estén aquí los romanos me limite a usar vestidos. Bufo y me paso el hermoso y delicado vestido por la cabeza. Es un vestido blanco sin mangas que me queda por debajo de las rodillas. Me pongo unas sandalias planas en los pies y unas cuantas pulseras y brazaletes en los brazos y tobillos.
Salgo y llamo titubeante al despacho de Quirón.
- Adelante - dice desde dentro.
Abro la puerta y asomo la cabeza.
- ¿Me habías llamado? - le pregunto mordiéndome el labio nerviosa.
- Si - dice con voz grave - hay un campista que se pasará contigo unos días.
- ¿Conmigo? ¿En que sentido?
- Le enseñadas el Campamento y estará contigo en todo momento.
Asiento confusa y le miro. ¿Quien querrá pasar conmigo todo su tiempo? Que yo sepa aún no agrado del todo a los campistas; por el tema de que soy mortal y echo humo verde por cada poro de mi cuerpo de vez en cuando.
- Te espera en tu cueva - asiento y salgo cerrando la puerta tras de mi.
Me encamino hacia mi cueva sumida en mis pensamientos, pensando quien podrá ser. Llego hasta el umbral de la cabaña y le observo. Es un chico, un año mayor que yo, aproximadamente. Tiene el pelo rubio medianamente largo, y viste un túnica blanca y morada. En una mano sujeta un afilado cuchillo y en la otra un pequeño osito de peluche destripado. Su cinturón está repleto de ellos, y yo por un momento siento lastima por ellos.
Oh dios, no. El no, por favor. ¿Que he echo para merecerme esto?
- ¿Tan mal estas que ahora matas ositos de peluche en tu tiempo libre? - le pregunto con una sonrisa cínica, se que él las odia.
Se gira hacia mi con una mueca de repulsión y desagrado.
- ¡Oh, dios! - grita horrorizado - ¡Tú no! ¡Cualquiera menos tú! ¡Incluso el idiota de Jackson sería mejor!
- Hola Octavio - le digo - te diría que me alegro de verte, pero te estaría mintiendo.
Aprieta sus manos en puños y sus ojos están que echan chispas, lo que hace que esboce una sonrisa arrogante.
- ¿Que haces tú aquí? - pregunta mirándome con desprecio.
- Soy la oráculo del Campamento, el espíritu de Delfos habita en mi - le digo - Cuando Quirón te dijo que iba a venir la oráculo ¿Quien creías que iba a ser?
- No sé ¿Una oráculo de verdad? - dice ganándose miradas asesinas de mi parte.
- Yo soy un oráculo de verdad - escupo entre dientes.
- No - sonríe - tu solo eres una estúpida e ilusa mortal que ve a través de la niebla. Bueno, y el oráculo temporal.
- ¿Temporal?
- Si, solo es cuestión de tiempo que ni padre se de cuenta de lo inútil que eres y elija a alguien más cualificado para hacer de oráculo.
- ¡Callate! - espeto - Yo soy el oráculo y nadie me cambiar.
- Ya veremos - sonríe torcidamente.
- Joder, Octavio, soy el oráculo y hago bien lo que tengo que hacer. ¿Tu que haces? ¿Matar ositos de peluche? Oh si, que importante.
- Veo el futuro en el relleno de los peluches - me dice.
- Claro que si - me burlo.
- Te odio - escupe.
- Odias a todo el mundo - me siento en el suelo - Odias a Jason, a Hazel, a Reyna, a Percy, a mi... ¿A quién no? ¿A tus osos de peluche? Los destripas a si que dudo que los aprecies, y si asi es, no sé que harás entonces a los que te caen mal.
- Me encantaría destriparte - dice con una sonrisa.
Me incorporo ágilmente y me acerco a él.
- ¿Destriparme... - pego mi rostro mucho al suyo y me muerdo provocaticamente el labio inferior. Las pupilas de Octavio se dilatan y sus ojos se vuelven de un tono más oscuro - ...o besarme?
Me mira los labios y abre inconsciente mente los suyos, ignorando mis anteriores palabras. Hago el amago de inclinarle para acortar finalmente la distancia que hay entre nosotros y el cierra los ojos, esperando el beso que nunca llegará. Retrocedo al tiempo que me refuerzo de la risa.
- Tenias que haberte visto... - caigo al suelo muerta de la risa, ganadome miradas envenenadas de su parte - dios, tu cara era...
Paro incapaz de continuar mientras me río como una loca desquiciada. Octavio me mira con odio.
- Te odio - dice saliendo - espero no tener que volver a verte.
- Oh dios - me levanto como puedo mientras me sigo riendo - ¡No te vayas cariño! - le grito burlandome - ¡Tenemos que estar juntos, amor! - se gira un momento para mandarme a la mierda muy discretamente - ¡¿Te has enfadado porque no te e besado?! - le pregunto. Para en seco y se da la vuelta con expresión amenazante - ¡Lo siento pero soy incapaz de besar bichos!
Se gira mientras suelta maldiciones en latín e insultos en nuestro idioma.
- Definitivamente estos días van a ser muy divertidos.
Sé que es corto pero esque mi madre me a apuntado a un horrible campamento (odio los campamentos de verano) y no tengo apenas tiempo de escribir.
Lo de que el anterior capitulo sale en blanco, no se porque es. Lo he actualizado y vuelto a escribir, si no sale así no se que más hacer :(
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El hijo de la muerte (Nico di Angelo)
FanfictionUn chico perseguido y acosado por toda clase de monstruos y pesadillas sacadas de los mas horribles libros de terror. Una chica que vive en la ignorancia. Sus problemas son mas livianos, pero no del todo triviales. El destino ha decidido juntarles...