Capítulo 51: "Te odio"

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*Rachel*

Despierto en la gran habitación de la Casa Grande que me han dejado para dormir. Me incorporo penosamente mientras bostezo y me restriego los ojos somnolienta. Me pongo en pie tambaleante y ma apoyo en el poste de la cama para no caerme al suelo. Me acerco al armario y saco el primer vestido que encuentro; el Señor D me ha pedido que mientras estén aquí los romanos me limite a usar vestidos. Bufo y me paso el hermoso y delicado vestido por la cabeza. Es un vestido blanco sin mangas que me queda por debajo de las rodillas. Me pongo unas sandalias planas en los pies y unas cuantas pulseras y brazaletes en los brazos y tobillos.

Salgo y llamo titubeante al despacho de Quirón.

- Adelante - dice desde dentro.

Abro la puerta y asomo la cabeza.

- ¿Me habías llamado? - le pregunto mordiéndome el labio nerviosa.

- Si - dice con voz grave - hay un campista que se pasará contigo unos días.

- ¿Conmigo? ¿En que sentido?

- Le enseñadas el Campamento y estará contigo en todo momento.

Asiento confusa y le miro. ¿Quien querrá pasar conmigo todo su tiempo? Que yo sepa aún no agrado del todo a los campistas; por el tema de que soy mortal y echo humo verde por cada poro de mi cuerpo de vez en cuando.

- Te espera en tu cueva - asiento y salgo cerrando la puerta tras de mi.

Me encamino hacia mi cueva sumida en mis pensamientos, pensando quien podrá ser. Llego hasta el umbral de la cabaña y le observo. Es un chico, un año mayor que yo, aproximadamente. Tiene el pelo rubio medianamente largo, y viste un túnica blanca y morada. En una mano sujeta un afilado cuchillo y en la otra un pequeño osito de peluche destripado. Su cinturón está repleto de ellos, y yo por un momento siento lastima por ellos.

Oh dios, no. El no, por favor. ¿Que he echo para merecerme esto?

- ¿Tan mal estas que ahora matas ositos de peluche en tu tiempo libre? - le pregunto con una sonrisa cínica, se que él las odia.

Se gira hacia mi con una mueca de repulsión y desagrado.

- ¡Oh, dios! - grita horrorizado - ¡Tú no! ¡Cualquiera menos tú! ¡Incluso el idiota de Jackson sería mejor!

- Hola Octavio - le digo - te diría que me alegro de verte, pero te estaría mintiendo.

Aprieta sus manos en puños y sus ojos están que echan chispas, lo que hace que esboce una sonrisa arrogante.

- ¿Que haces tú aquí? - pregunta mirándome con desprecio.

- Soy la oráculo del Campamento, el espíritu de Delfos habita en mi - le digo - Cuando Quirón te dijo que iba a venir la oráculo ¿Quien creías que iba a ser?

- No sé ¿Una oráculo de verdad? - dice ganándose miradas asesinas de mi parte.

- Yo soy un oráculo de verdad - escupo entre dientes.

- No - sonríe - tu solo eres una estúpida e ilusa mortal que ve a través de la niebla. Bueno, y el oráculo temporal.

- ¿Temporal?

- Si, solo es cuestión de tiempo que ni padre se de cuenta de lo inútil que eres y elija a alguien más cualificado para hacer de oráculo.

- ¡Callate! - espeto - Yo soy el oráculo y nadie me cambiar.

- Ya veremos - sonríe torcidamente.

- Joder, Octavio, soy el oráculo y hago bien lo que tengo que hacer. ¿Tu que haces? ¿Matar ositos de peluche? Oh si, que importante.

- Veo el futuro en el relleno de los peluches - me dice.

- Claro que si - me burlo.

- Te odio - escupe.

- Odias a todo el mundo - me siento en el suelo - Odias a Jason, a Hazel, a Reyna, a Percy, a mi... ¿A quién no? ¿A tus osos de peluche? Los destripas a si que dudo que los aprecies, y si asi es, no sé que harás entonces a los que te caen mal.

- Me encantaría destriparte - dice con una sonrisa.

Me incorporo ágilmente y me acerco a él.

- ¿Destriparme... - pego mi rostro mucho al suyo y me muerdo provocaticamente el labio inferior. Las pupilas de Octavio se dilatan y sus ojos se vuelven de un tono más oscuro - ...o besarme?

Me mira los labios y abre inconsciente mente los suyos, ignorando mis anteriores palabras. Hago el amago de inclinarle para acortar finalmente la distancia que hay entre nosotros y el cierra los ojos, esperando el beso que nunca llegará. Retrocedo al tiempo que me refuerzo de la risa.

- Tenias que haberte visto... - caigo al suelo muerta de la risa, ganadome miradas envenenadas de su parte - dios, tu cara era...

Paro incapaz de continuar mientras me río como una loca desquiciada. Octavio me mira con odio.

- Te odio - dice saliendo - espero no tener que volver a verte.

- Oh dios - me levanto como puedo mientras me sigo riendo - ¡No te vayas cariño! - le grito burlandome - ¡Tenemos que estar juntos, amor! - se gira un momento para mandarme a la mierda muy discretamente - ¡¿Te has enfadado porque no te e besado?! - le pregunto. Para en seco y se da la vuelta con expresión amenazante - ¡Lo siento pero soy incapaz de besar bichos!

Se gira mientras suelta maldiciones en latín e insultos en nuestro idioma.

- Definitivamente estos días van a ser muy divertidos.

que es corto pero esque mi madre me a apuntado a un horrible campamento (odio los campamentos de verano) y no tengo apenas tiempo de escribir.
Lo de que el anterior capitulo sale en blanco, no se porque es. Lo he actualizado y vuelto a escribir, si no sale así no se que más hacer :(

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora