*Narrador*
Artemisa anda por los desnudos y oscuros pasillos de la gran mansión del Rey de la muerte. Le llama con voz débil, y se estremece cuando le llega el eco de su voz que se escucha por todo el palacio de forma escalofriante. Suspira; ella puede.
Todo eso es tan diferente del Olimpo; o de la Tierra. Allí todo es frío, húmedo y oscuro. Artemisa echa de menos la calidez y el calor del Olimpo y el brillo del Sol. Echa de menos a sus cazadoras; el amor fraternal que se respira siempre. Desearía volver, pero no debe. Debe quedarse allí, por los Dioses, por los mortales que morirían si Hades no decide cooperar, por ella. Porque ella es Artemisa, diosa de la caza, y ella puede manejar esto.
Alza la cabeza y continua andando por los laberínticos pasillos del palacio. El lugar es simplemente impresionante. El palacio de Hades es una replica de la sala de trono de Zeus, solo que con muchísimas más riquezas, y con más poder. Tantos miles y millones de muertos le conceden al Dios de la muerte un poder mayor a cualquier dios.
El palacio de Thánatos es diferente. Está situado en la entrada de los campos elíseos; pues es el deber del Rey de la muerte saber a quien dejar entrar, y castigar a los que intentan pasar cuando no deben ir allí. Es un palacio construido con todo tipo de gemas y mármol de color negro, decorado en ocasiones con murales en colores vivos; algo que realmente agradece Artemisa, tanta oscuridad le pone los pelos de punta. La habitación en la que está hospedada está pintada de blanco, con muebles dorados a petición de Hades; que debió de entender su incomodidad. Aún así, es un edificio imponente, con una gran terraza que da a los Campos elíseos; una imagen esperanzadora. Todas las almas felices pasando la eternidad en un lugar precioso. Ella les envidia; envidia su mortalidad, su capacidad para olvidarse de los errores y continuar adelante, sus ganas de vivir. Cuando vives eternamente; acabas por no apreciar nada, pues crees que siempre podrás hacerlo de nuevo.
Sigue caminando sumida en sus pensamientos hasta dar con la habitación de su anfitrión. A través de la pequeña apertura de la puerta, ella es capaz de ver a Thánatos con sus explendidas y majestuosas alas de espaldas a ella, imponente. En la pared de enfrente hay proyectado una imagen de un muchacho rubio, de unos 14 años. Sus ojos verdes brillan alegres, y sus labios están dibujando una sonrisa.
- Dos hijos del Inframundo enamorados de la misma chica - dice una voz - Esto no pinta bien, mi señor.
Thánatos se da la vuelta y mira en la dirección proveniente de esa voz. Una figura incorpórea entra en el campo de visión de la Diosa. El fantasma aparenta ser un hombre de unos 30 años, indudablemente apuesto y de largos cabellos dorados. Es robusto y ancho, y emana sabiduría.
- ¿Crees que sigue enamorado de ella? - pregunta Thánatos con voz profunda.
- Sin ninguna duda - afirma el fantasma - Solo miralo.
Ambos se giran hacia la pared. El muchacho rubio le sonríe a una chica de largo cabello negro y preciosos ojos verdes que Artemisa reconoce como Daisy Ricks, la hija de Poseidón que se ha ganado el corazón de nada más y nada menos que Nico di Angelo, el temible hijo de Hades.
El chico mira a Daisy con amor y adoración, cosa de la que ella no se percata.
¿Porque él la mira así? -se pregunta Artemisa - Solo se le puede adorar a los dioses. Además, ¿no se da cuenta de que mirándola así deja traslucir sus sentimientos? ¿Por que no para?
Artemisa nunca ha entendido el amor; aunque tampoco ha intentado comprenderlo. Para ella, la actitud de los mortales cuando están enamorados, lo que hacen, las cosas que dicen; son un completo misterio.
¿Para que enamorarse? - se pregunta muy a menudo -Los maridos solo son hombres a los que mantener, obedecer y querer. Se está mucho mejor sola. No necesito a nadie, yo puedo sola.
- Creí que la hija de Iris le ayudaría a olvidarla - murmura Thánatos.
- Puede ser - el fantasma suspira - James está muy enamorado de ella.
La expresión de Thánatos se oscurece.
- Ya hemos hablado sobre esto, mi señor - dice el fantasma dándose cuenta del cambio en Thánatos - No empiece de nuevo.
- Simplemente que no entiendo porque James tiende a enamorarse siempre de mujeres imposibles.
- Eso es algo que ha heredado de ti, mi Señor - dice el fantasma con una sonrisa.
Thánatos sonríe, sabiendo que tiene razón. Siempre acababa enamorándose perdidamente de mujeres totalmente fuera de su alcance; como si el reto que representaran fuera de alguna manera irresistiblemente atrayente. Artemisa es una clara prueba de ello, aunque ella no sea consciente. Desde la primera vez que la vio, no ha podido quitarle el ojo de encima. Era su simple presencia lo que necesitaba Thánatos para volver a sonreír. Su virginidad era lo que la hacía tan deseada, y para Thánatos, perfecta.
Porque él no la deseaba, él la amaba.
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El hijo de la muerte (Nico di Angelo)
FanfictionUn chico perseguido y acosado por toda clase de monstruos y pesadillas sacadas de los mas horribles libros de terror. Una chica que vive en la ignorancia. Sus problemas son mas livianos, pero no del todo triviales. El destino ha decidido juntarles...