*Narrador*
La gran puerta dorada de la sala de la asamblea se abre con un chirrido metálico, llamando la atención de todos los dioses ahí presentes.
Artemisa entra en la estancia y se sitúa delante del trono de su padre con la apariencia de una mujer de unos veinticinco años de pelo negro y ojos amarillos; una apariencia que la hace ver seria y mayor, una apariencia que nunca antes había usado allí.
- Padre - dice ella furiosa - Sabes porque e venido.
- Si - Zeus asiente - y no pienso hacerlo, Artemisa
Artemisa asiente y todos los dioses son capaces de ver como su delicado control se resquebraja.
- ¿Podrías dejar por una vez en tu vida el orgullo a un lado y pensar en el bien común? ¡Necesitamos a Hades!
Dice con urgencia. La mayoría de los dioses hacen muecas ante la mención del Señor de Inframundo.
- Nada es tan malo como para tener que pedir ayuda a mi hermano - refunfuña Zeus removiéndose incómodo en su gran trono.
Zeus sabe que realmente necesitan a Hades. Puede que su hermano de realmente miedo y no sea muy sociable, que digamos, pero esto se les va de las manos. No pueden resolverlo solos, y mucho menos sin poder acceder al tártaro; pero el Señor del Cielo no piensa pasar por eso. Mejor quedar destruidos como dioses, que vencer como cobardes.
- Sé que no deseas hacerlo, padre - dice ella mirándolo fijamente - pero es necesario. Necesitamos a Hades.
Algunos dioses asienten de acuerdo. No les gusta depender de nadie, pero su deseo de vivir les impulsa a defender y apoyar a Artemisa.
- ¡No es cierto! - brama Zeus poniéndose en píe - ¡Somos dioses! ¡No necesitamos la ayuda de nadie! ¡Al revés! ¡Los demás necesitan nuestras ayuda!
- Necesitaban - dice Artemisa suavemente - la necesitaban cuando eramos Los Dioses. Ahora ya no, Zeus. Ya nadie nos venera; no como antes. No tenemos tanto poder como en la antigüedad. No pretendas ser lo que ya no somos. No vivas de un recuerdo.
- ¡Por supuesto que somos poderosos! - exclama iracundo. En parte porque las palabras de Artemisa tienen toda la razón -¡Somos dioses! ¡No envejecemos, y por lo tanto, no empeoramos! ¡No necesitamos a Hades, Artemisa! ¡No necesitamos a nadie!
- ¡Si que le necesitamos! - grita también ella - ¡Somos dioses pero no invencibles! ¡Necesitamos a Hades al igual que necesitamos a los semidioses! ¡No tiene nada de malo necesitar ayuda, Zeus! ¡Nada!
Los dioses se quedan en silencio, observando la pelea que ocurre ante sus ojos. Artemisa siempre defiende a los mortales. Y siempre tiene razón en lo que dice. Busca el bien común y no el suyo propio; razón por la cual es una diosa de respeto entre los Olímpicos. Ella tiene el inusual derecho de poder gritar a Zeus porque ella no está atada a las leyes antiguas: puede entrar en territorio de otro dios, puede tener contacto directo con sus campeonas...
Los dioses tienen prohibido diversas cosas; entre ellas destaca que no pueden ocupar el territorio asignado a otro dios ni tocar sus armas. Tienen prohibido tener cualquier tipo de contacto con sus hijos ...
- Antes la gente dependía de nosotros, Artemisa - dice Zeus - eramos respetados y venerados. Símbolos de sacrificios y oraciones. ¿Y ahora que somos? Nada. Los mortales a los que tanto proteges de han olvidado de nosotros. ¿Para que luchar por ellos cuando no saben ni que existimos?
- Por que los dioses somos nosotros, Zeus, no ellos - responde Artemisa - Si ellos lo hicieran todo bien no serían mortales. Somos nosotros los que debemos protegerles y cuidarles; y debemos hacerlo sin esperar reconocimiento, únicamente porque es nuestro deber.
- Un deber injusto - se queja - nosotros libramos sus batallas y ellos no nos ayudan en las nuestras...
- Si no recuerdo mal - Artemisa le fulmina con la mirada - la mayoría de las batallas mortales han sido por nuestra culpa. Miles y millones de mortales han muerto por insensateces tuyas. No digas que libras sus batallas; pues libras las batallas que tu has provocado.
Zeus frunce el ceño enfadado: odia cuando Artemisa tiene razón.
- No puedes pretender que nos veneren como lo hacían antes - continua Artemisa - pues está en la naturaleza del Ser Humano evolucionar - sonríe - Hay muchas cosas que deberíamos aprender de ellos. A dejar de lado el orgullo, por ejemplo. Hades es nuestra ultima esperanza. Si el Tártaro vence; los titanes y los gigantes quedarán libres, y todo por lo que hemos luchado reducido a polvo. Nadie nos recordará, y los pocos que lo hagan nos odiaran por no cumplir con nuestro deber.
»No te pido que luches por los mortales. Te pido que luches por ti. ¿Quieres ser venerado? Ganatelo. Lucha por el mundo, lucha por la paz.
- Artemisa - interviene Poseidón - Entiendo que no compartas nuestro punto de vista, y es realmente gratificante tenerte entre nosotros abriéndonos los ojos siempre que estamos ciegos, pero entiendenos cuando te decimos que arrodillarse ante Hades es la peor idea que podríamos tener. Hades es un ser abusivo y malvado que solo piensa en su bien. Ten por seguro que pondrá condiciones. Condiciones infames y horribles que tendremos que aceptar al ver al mundo amenazado si no aceptamos. Es un chantajista profesional. Nunca te fíes de él. Puede ser persuasivo como el sólo, y no le importa nadie más que su propio bien.
- En eso creo que te equivocas, tío - Artemisa se gira hacia él - He estado en el inframundo. He visto a Hades, a Thánatos, a Hypnos, a Nix... He conocido a cada encarnación de la noche y oscuridad. A cada espíritu maligno del Inframundo. Y os puedo decir una cosa con total seguridad: ellos no deberían estar ahí. He conocido mortales mil veces peores que hasta el más malvado demonio de la parte más oscura del inframundo. Thánatos por ejemplo; el se merecería estar aquí ahora mismo, y no condenado bajo tierra. Su corazón es bondadoso; es muchísimo mejor que vosotros. Estar ahí me ha echo darme cuenta de que ellos no son malos, si no que vosotros les puntais como malos. No son malvados, les hacéis así. ¿Hace cuanto visitais a Hades? ¿Desde que le encerrasteis en el inframundo? Si mal no recuerdo en la batalla contra Cronos salió del Inframundo a ayudar cuando ésta no era su guerra. No le importó postrarse ante ti, pues sabia cual era su deber; y la gratificación de saber que hizo algo bien superaba a su orgullo.
»Deberias seguir su ejemplo. No es malo admitir que necesitas la ayuda. de nadie. Ya la necesitasteis en otras ocasiones, ¿porque ahora no? ¿Que ha cambiado? ¿Intentais que os adoren más? Así no lo vais a conseguir.
»Esta escena me recuerda mucho a cuando te negaste - mira a Zeus - a pedirle ayuda a tu hermano Poseidón con el tema de Tifón por simple orgullo, y tubo que ser el semidiós Perseus Jackson quien fue a su padre a pedirle que ayudara. Fue mucho más fácil con su ayuda, y tampoco fue el fin del mundo ¿verdad? Hagamos las cosas fáciles, Zeus. No nos pongamos cabezotas ¿vale?
»Ellos nos ayudarán. No están enfadados; simplemente resentidos. El rencor es muy grande, pero no imposible de desaparecer. Ir y arreglar las cosas; no lo dejéis para otro momento; pues puede que no haya otro. Mañana puede que sea demasiado tarde, demasiado tarde para pedir disculpas, demasiado tarde para intentar, demasiado tarde para creer.
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El hijo de la muerte (Nico di Angelo)
FanfictionUn chico perseguido y acosado por toda clase de monstruos y pesadillas sacadas de los mas horribles libros de terror. Una chica que vive en la ignorancia. Sus problemas son mas livianos, pero no del todo triviales. El destino ha decidido juntarles...