Y tú ¿No hiciste nada para detenerla?

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Capítulo 17

Y tú ¿No hiciste nada para detenerla?

Y así, como las cosas vienen, se van. Llevaba días evitando a María José, después del colegio dejaba a los niños en el edificio, le pedí al guardia que los acompañará, luego me iba, por la noche enviaba a Jesús pero si tenía que ir al cabaret se quedaban con la niñera. Sabía que no podía seguir así, dentro de poco tendrían consulta con Salomón y la vería, él nos había pedido hablar con las dos antes de cada sesión.

El sonido de mi celular en medio del montón de Papeles me devolvió a la realidad, era ella, como cada tarde desde nuestra noche, me preguntaba si comería con ellos y me recordaba que debía hablar conmigo, pero, ¿Para que? para decirme que solo fue sexo, que todo lo que me imaginé era imposible, ¿Que era un error? No, para mí no lo era aún recuerdo sus suaves manos recorriendo mi cuerpo, sus dulces labios sobre los míos, su sabor, me sentía tan cómoda en sus brazos, y claro que no me arrepiento, ni de besarla, ni de llevarla conmigo a las escaleras, aunque claro que cuando note que ella lo hacía y puso freno, sabía qué hacer. Lo disfruté tanto o más que ella, como lo había extrañado, su cuerpo reaccionó al instante, me sentí extasiada, y cuando llegamos a la habitación no permitiría dar marcha atrás, tomé el control y ella agradeció eso. Me llevo una y otra vez al cielo, sus gemidos en mi oído, sus uñas en mi espalda, la manera tan sensual que sonaba mi nombre en su voz ronca. Cuando todo terminó, le di su espacio y me demostró lo contrario, volví a ser suya tan lenta y placenteramente que sentí morir, el disfrute fue intenso y quería repetirlo una y otra vez, todo era excelente e incluso fue en uno de los lugares donde más nos gustaba disfrutarnos. Invente la más tonta de las excusas para que se quedará y lo logré.

No sé cómo pero terminé abrazada a su cintura, cuando fui consciente no pasaban de las cuatro, ella dormía desnuda, me quería aprovechar, solo debía bajar un poco la mano y volver a disfrutar de ella, sin embargo me contuve, cuál fue mi sorpresa que solo una hora después ella me despertaria de la misma manera que yo quería, su lengua hacía maravillas, parecía que no había olvidado nada, era delicada pero salvaje, me encantaba. Cuando se dió cuenta que la observaba se acercó a mis labios, me beso y después hicimos una última vez el amor, lentamente. La necesidad de los besos no se hicieron esperar, era todo tan dulce y maravilloso. Por un segundo creí que me diría que me amaba, por fin volveríamos a estar juntas, ser la familia feliz que siempre desee, pero cuando esquivó mis besos, supe que no era así, me hizo llegar pero ella no terminó. Se vistió sin voltear a verme, pronto amanecería, una sombra de tristeza iluminaba su cara.

- Paulina yo. estaba nerviosa y no me miraba, seguramente quería aclararme que eso no iba a volver a suceder que solamente era la madre de sus hijos y nada más. Yo fui una tonta y me aproveche, quise dejarla tranquila, no habría más niños,dije lo primero que se me ocurrió teniendo un silencio un poco incómodo.

- No, tranquila, aún tomo pastillas y tengo el implante, te lo comenté, con mi ex no queríamos hijos aún - era real, habíamos terminado hace un tiempo pero seguía tomando.

- Si me lo comentaste solo que.

- Quedate tranquila, esto fue la costumbre nada más, sexo ocacional.

Ella solo me observo, bajo la mirada y puso sus ojos en blanco, finalmente se terminó de arreglar y me sonrío.

- Gracias por la información -

Se fue dando un portazo leve, no podía ni debía llorar, por ella jamás. tomar mi distancia fue lo mejor y por ello decidí alejarme. Con Carlos estuvimos luego de los primero seis meses de novios, no teníamos sexo seguido, pero igualmente me cuidé siempre, pero con Majo esto fue, fue diferente y especial. Tenía miedo y hace varios días mis respuestas eran cortante, un simple "no" y seguía con mi trabajo, pero pensando en ella, me venía a la cabeza esa noche todo el tiempo y juraría que mis sábanas seguían oliendo a su perfume.

A la tarde envié a Jesús por los niños, aún debía ir al cabaret pero Gabriela, su niñera se encargaría de ellos, tenía todo listo, sin embargo él llegó solo y me sorprendí.

-Jesús ¿Y mis hijos?

- La señora María José me dijo que los llevaría a su casa.

- Y tu ¿No hiciste nada para detenerla?

- No señora, yo. - Mi cara de enojo era notoria, mi madre se acercó y habló con él unos minutos antes de que se retirará

- ¡Calma mija, ellos están bien!

- ¡No debió dejar que se los llevara, no deberían estar con ella!- Mi enojo creció, estaba gritando

- Tranquila Paulina, ella es su madre, a pesar de todo no podrían estar mejor cuidados

- ¡NO ENTIENDES NADA!- me fui molesta y frustrada, la llamé una y otra vez, le envié mensajes, nada, me la estaba devolviendo, sin embargo me llegó un mensaje poco después con su dirección, conduje lo más rápido para ese sitio que me traía tantos recuerdos, lo conocía tan bien. Debíamos hablar, y aún con mis hijos de por medio, debía alejarme de ella por completo.

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora