No dejes que nadie te diga cómo vivir

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Capítulo 28

No dejes que nadie te diga cómo vivir

Llegue al auto como pude, entre en él y temblaba. Me volvía a dejar, ahora me confirmaba que se volvía a ir a Madrid, que tenía trabajo y me ponía entre la espada y pared sobre la identidad de los niños ¿Como iba hacer para decirles? yo no tenía idea aún cómo afrontar eso,Salomón los estaba preparando a no solo a ellos, sino a Mi también. Como pude llegue a la florería, entre directo al baño y mi madre no puede con su genio y siempre esta sobre mi, golpeó y golpeó.

- Paulina ¿Los niños están bien?

- Si mamá, tengo alergia.

- ¿Qué pasó mi amor?

- Nada- Salí luego de intentar arreglarme y ella me abrazo.

- Vamos a casa mi amor.

- No, tengo trabajo.

- Hoy lo dejaras, vente, hice sopita.

- Okey

- Ve acostarte, mira como estas mi amor, ve y ya subo yo a llevartela.

Mi habitación siempre estaba igual, estática, lo único que adornaba ese lugar eran fotos de los niños recién salidos de la clínica, había sino nuestro lugar los primeros tres meses de vida de los gemelos. Me tiré en mi cama y mi mamá me abrigo yo solo lloraba, ya no me contenía.

- ¿Qué pasa?

- Nada.

- ¡Dime la verdad!

- ¿Para que? Para qué me dices "te lo dije" ¡No!

- Okey no me digas nada, siempre haces eso, yo solo intento ayudarte y si no me enseñas no se ¿Tu crees que a mi me gusta decirte que tengo razón? no me gusta verte mal. Contéstame, Cuando a Mar le dices que no haga algo y lo hace y sabes que le dolió o se lastimo como consecuencia tu ¿te regodeas?

- Obvio que no, sufro con ella.

- Es exactamente lo que a mi me pasa, ¿Que pasa mi amor?

- Se va a españa.

- ¿María José? ¿Pero los niños? ella no había venido por Roberta, ¿Que pasara con eso?

- Le tengo que decir a los niños que es su mamá y ella debe poner en regla sus documentos.

- ¿Pero que se cree es que es esto? ¿Un trámite? Esto lleva su tiempo y los niños sufrirán.

- Lo sé mamá y por eso mi desesperación.

- Por eso o porque se va.

- Ambos.

- Paulina habla con ella.

- Tiene trabajo y debe irse.

- ¡Me vale el trabajo pídele que no se vaya!

- No puedo mamá, no puedo - y me desborde. Mi madre me abrazaba y yo solo lloraba y sentía un espasmo de frío recorriéndome el cuerpo.

- Mi amor estás blanca. Te bajo la presión.

Yo solo lloraba, le pidió a Delia que por favor me subiera sopa y jugo de tamarindo que ella había hecho. Me besaba la frente y me dio una pastilla que necesitaba. Me cuido toda la tarde, obviamente le dije que debía ir a buscar a los gemelos y me comentó que Salo los pasaría a buscar y jugaría con ellos.

Casi noche me desperté, me vestí. Me veía en el espejo y estaba hecha un desastre. Salí de la casa y mi madre cerraba la florería.

- Hola mi amor ¿Cómo te encuentras?

- Mucho mejor, tengo que volver a casa.

- Bueno, los niños están con Gabriela, me dijo que ya hicieron su tarea y están jugando.

- Gracias mamá.

- Pau escucha, mi amor - acomodaba los pelo en el oído - no dejes que nadie te diga cómo vivir, siempre intenta hasta el último momento ser feliz. Si eso es con ella o con cualquier persona, no te impidas serlo. Tal vez es su momento y sino, no te quedes con la duda. Te amo, yo siempre seré tu mamá y te cuidare.

Mi mamá me descoloco pero la abrace muy fuerte. Me subí al auto y la vi entrar a la casa ¿Que me quería decir? Conduje, abracé a mis chiquitos y los extrañe mucho. Revisamos sus tareas, jugamos en la cama y yo simplemente estaba pero ausente en mis pensamientos, pensándola, extrañándola también. Seguro creyó que para mi era simple alejarme, pedirle que se fuera cuando estábamos solas. La verdad es que no toleraba estar lejos y para no cometer un error prefería alejarla.

- Mamita, ¿Qué pasa? -Bruno noto que estaba ausente.

- Tengo un día feo hoy.

- Ojalá algún día dejen de existir mami - María me abrazaba.

Ellos eran testigos de que su mamá tenía días tristes, no me parecía justo ocultarlos. Escuche frenar su auto y comencé a temblar, baje lento para la cocina, mis bebés debían comer y dormir. Toco el timbre, no entraba simplemente, me respetaba. Entró y le indiqué donde estaban, ella me veía llorar y yo juro que no podía soportarlo, sentí un ardor en mi estómago, ¿Cómo le explicaba que me arrepentí? que no quiero que me deje, que la extraño. Tal vez mi mamá tenía razón y nadie debía mandar en mi vida, capaz podría darle una nueva oportunidad ¿Pero si me destruía de nuevo? El miedo no podía detenerme, debía de salir de aquí e intentarlo. No quería que se vaya, por los chicos, por mi y nosotras.

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora