Mami, ¿mamá y tú no quieren leche?

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Capítulo 144


Mami, ¿mamá y tú no quieren leche?

Después de un largo día de fiesta todo se volvió negro, lo último que recuerdo es a mi hermosa mujer bañándose conmigo y después nada. Desperté de golpe, creí que era un sueño pero no, ella estaba aquí junto a mi tocándome.

- Buenos días dormilona.

- Pau - gemía bajito, me había despertado masturbándome

- Shhh te van a oír, ayer llegaste muy ebria y te quedaste dormida, yo te necesito - sacó sus manos de mi ropa interior y me hizo girar, aún tenía el puesto el vestido floreado que me había elegido mientras que ella estaba totalmente desnuda y con un arnés- intenté despertarte porque tú hijo continúa queriendo fresas, pero fue imposible-

- Mi amor perdón - deje un besos sobre su abultado vientre y proseguí- te prometo que te compensare pero ahora le toca a mamá - le sonreí e hice a un lado el arnés, le di placer hasta que sentí sus uñas en mi espalda, trataba de no hacer ruido y eso me parecía excitante.

Cuando se recupere comenzamos de nuevo, no tarde mucho en estar dispuesta para ella por su gran panza era un poco más difícil pero el placer era el mismo, le rogué que fuera más rápido, mientras me estimulaba con una mano la otra cubría mi boca, moría por gritarle y por momentos se me escapan.

- Pau por favor

- ¿Más mi amor?

No le respondí y aunque lo intente me costó reprimirme, seguro alguien nos había escuchado pero me daba igual.

Nos acurrucamos desnudas, pude divisar en el reloj de mesa que eran las 10:00 am, quería dormir un poco más antes de que mis niños despertarán.

- Mamis, mamis -mi niño estaba tras la puerta tratando de abrirla.

- Pau, el niño

- Duerme Majo, nuestro bebé también.

- No Paulina, Bruno.

- Ya vamos amor

Se levantó al baño tan rápido como pudo dejándome ahí, cómo puede me recompuse y le abrí.

- Buenos días mamita, tengo sed y no hay nada en la habitación ¿Me llevas por lechita?- su carita adormilada era la más hermosa del mundo, se veía apenado por despertarnos.

- Si mi vida vamos - lo tome en los brazos y me lo lleve dándole besos por todo su rostro. El panorama ahí abajo era un poco extraño. Los restos de la fiesta estaban ahí pero las personas no. Le serví leche a mi niño y volvimos a la habitación, le rezaba a Dios que él quisiera dormir un poco más.

- Mami, ¿mamá y tú no quieren leche?

- No mi amor, tu mami ya tomó - Paulina salió de nuestra habitación como nueva, tomó a Bruno de la mano y se lo llevó, mientras tanto yo me volví a dormir un poco más.

Lo que yo sentí como un sueño reparador se esfumó cuando sentí a Mar brincando sobre mi

- Mami mami ¡MAMI!

- ¿Que paso amor?

- Mamá quiere que vayas a desayunar, la abuela hizo que trajeran muchas cosas y ya están todos abajo.

- Bueno, voy en un segundo mi reina.

- No, ya ahorita

Amaba a mi hijita pero estaba muy demandante, apenas me dejó arreglarme cuando me arrastró escaleras abajo, el olor a café y la resaca se sentía.

Desayunamos en completo silencio, todos a excepción de Pau y los niños estaban con resaca pero mi mujer si que estaba de mal humor.

- Muy rico todo pero nadie trajo fresas.

- Pau, hija yo no sabía.

- No, está perfecto total ya nos vamos no. Mi hijito y yo no importamos solo importa el alcohol.

- Paulina, basta. No eres una niña pequeña - otra pelea entre las mujeres de La Mora no era lo que necesitábamos.

- No se tarden que me quiero ir ya

Nos dejó ahí, la familia estaba cada quien en su círculo pero acordamos irnos al medio día, hice que mis niños se arreglaran solitos, ellos necesitaban un baño pero eran quisquillosos y el de su habitación no les pareció. Los dejé a los tres y volví con mi mujer.

-Pau, te compraré todas las fresas que quieras cuando volvamos a la ciudad ¿si?

- Claro si - me ignoraba

- Yo no sabía amor, creí que con la ida a la tienda ayer ya se había saciado

- Lo sé, perdón, las hormonas - me besó delicadamente.

- Te amo, gracias por esto.

- Te amo mi vida y gracias a ti por un fin de semana inolvidable.

Nos necesitamos pero debía esperar, nos quedaban cuatro horas de camino a casa y con la ropa que había elegido Pau sería una tortura.

Al llegar a la ciudad, todos paramos almorzar en un restaurante agreste. Me detuve y me acerque a una señora que dirigía las ubicaciones de las mesas.

- Señora ¿puedo consultarle algo?

- sí dígame

- Necesito fresas, ustedes venden...

- Obvio, en la carta de postres, con crema, helado, miel, chocolate.

- solo necesito fresas naturales, es para una embarazada

- un antojo, si señora, dígame la mesa en la que está

- La quince

- Ya se lo llevó.

- No es para mi, es para la morena que tiene dos niños rubios.

- Perfecto

En la mesa todos ordenaron y Pau seguía indecisa, en ese momento la camarera se acercó con una pequeña bandeja llena de fresas bien rojas para mi mujer y puedo jurar que se le hacía agua la boca.

Es así que todos almorzamos pero Pau se acabo sola la bandeja de fresas y pidió un par con chocolate fundido. Ella me miraba y besaba mi mejilla feliz de su antojo saldado.

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora