Hola mi amor ¿No puedes dormir?

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Capítulo 41

Hola mi amor ¿No puedes dormir?

Mi mujer manejaba y me perdía en su hermoso rostro. Por momento hablaba conmigo y me sonreía, el sol chocaba en sus oscuros lentes y se derramaba por toda su piel, creo que ella se percató que la observaba con cara de enamorada, porque cuando frenamos nos besamos dulcemente, quería meterla a la casa, arrancarle la ropa y hacer el amor ahí mismo. Había pasado muchos días, pero no solo era por tener sexo con ella, sino por disfrutarla, tener una charla completa sin que vea su cara de agotamiento. Se que trabajaba mucho, en parte por su ego y en parte porque lo necesitaban, tanto el cabaret como la florería no eran los de antes y había más pérdidas que ganancias.

Cómo pudimos entramos, dejamos todo botado, Paulina me calmo cuando pensé que había sirvientes y por suerte no. No llegamos a la habitación y la sobrecargue en la escalera. Parece que lo tenía todo guardado, Paulina gemía duramente y me pedía más, yo no hice más que complacerla. Nuestra vida sexual luego de los gemelos era diferente, mucho cuidado, luego que se dormían y en silencio. La casa era muy pequeña y cualquier ruido ellos lo sentían. Más de una noche nos sucedió de encontrarnos sumidas en la pasión y que uno de los niños se despertara y como no podía entrar golpeara la puerta preguntando que sucedía. Siempre inventábamos alguna pesadilla pero se terminaba ahí.

Finalmente elegimos una habitación que daba al jardín, era la principal. Abrimos las ventanas para que los últimos rayos de Sol no bañaran.No habia estado jamás en esta casa, pero recuerdo que Pau y Virginia siempre me la recordaban para visitarla. Era muy agreste y colorida, tenía un jardín enorme y una enorme piscina, mañana en ella le haría el amor hasta que los dedos nos quedan arrugados, mire hacia donde estaba el balcón y mi mujer con su celular, me iba alterar pero no, eran mis niños. Le pedí hacer una video llamada vestidas en lo posible y ellos eran felices, para mi sorpresa nos pedían muestras de amor y nosotras aún no estábamos listas, sola la bese en la mejilla y Paulina se desilusionó un poco pero son muchas cosas para los niños.

Le cocine, ella estaba sobre la mesada besándome cada tanto y platicándome de las cosas que le gustaban y sobre la florería y lo que quería hacer. Yo no llevaba puesto más que el delantal y ella estaba desnuda junto a mi. Cuando le di a probar la salsa, se le derramó en su pecho y rodó por su busto. Nos miramos fijamente y la tome de la cara con ambas manos

- Al diablo la cena - apagamos la hornalla y me tire sobre ella.

Esa noche pedimos comida, nos besamos tanto que teníamos los labios colorados, moría por decirle que fue y será siempre mi único amor pero yo también tenía miedo, miedo que esto desapareciera, que no seamos tan fuertes como creía. Éramos madres y eso solo nos unía, pero esta noche nos unían nuestros cuerpos, las ganas de tenernos la una y la otra.

Me desperté con una horrible pesadilla y vi la habitación iluminada solamente con la luz del celular de Pau, le llegaban mensajes y ella dormía junto a mi acurrucada. Era extraño ¿Quien le escribía a las 2 de la mañana? me acerque, no tenía su clave pero podría mirar en la vista preliminar. Era esa perra, era esa tal Mara, el único mensaje que pude ver parcialmente era "¿nos vemos allí entonces?"

¿Se iban a encontrar? no, momento, Paulina pasaría el fin de semana conmigo de igualmente por mas que no estuvieramos aqui pero ¿si cuando me decía que iba al cabaret en realidad iba con ella? la observe y ella dormía tranquilamente ¿acaso jamás podré confiar en ella? no, no sería capaz de hacerme esto, vinimos a su lugar favorito, está pendiente de mi y los pequeños, debo manejar mis celos de una vez por todo, yo no soy más esa tonta niña. Soy una mujer, una profesional y sobre todo madre.

Volví del baño y me acosté mirando al techo, Paulina me siento y me abrazo, yo no respondí y ella levantó a la cara

- Hola mi amor ¿no puedes dormir?

- Vibro tu celular

- Si amor, me enviaran cosas del cabaret seguro - No se despego de mi - ¿Pasa algo?

- No hermosa, duerme.

- Ambas debemos hacerlo.

Me abracé a ella tan fuerte, tan fuerte que me pidió que la soltara poquito porque la apretaba, no quería volver a perla, pero siempre sentiré esa asimetría con ella, esa sensación de no ser lo suficiente para ella. Ella era mi todo y tenía tanto miedo, abrazada a su pecho comencé a besarle el abdomen y bajando por el.

- Veo que trasnochaste adrede

- No, tuve un mal sueño - le decía dándole placer y clavando mis ojos

- Si, se lo es eso, pero no sabes lo hermoso que es despertarse contigo

me sorprendió lo que me decía, Paulina no se caracterizaba por ser dulce desde que volví, ella siempre mantiene la distancia con sus palabras y eso me llenaba de amor. Subí por sus pechos y comencé hacerle el amor, besándola con toda la pasión y el amor que le tenía. 

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora