++ Siete ++

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Había nieve cayendo del techo cuando Luo BingHe entró al Palacio de Hielo del norte. Un sirviente lo guió hasta el vestíbulo principal, donde vio a Mobei-Jun con Mo Ran en el regazo mientras le enseñaba a usar los poderes de hielo obtenidos al beber la sangre del demonio. Un gesto de sorpresa cruzó las facciones de Luo BingHe al ver como su estoico camarada sonreía cálidamente al niño entre sus brazos.

Mobei-Jun no se dio cuenta de su presencia hasta que Mo Ran lo miró y exclamó:

— ¡Tío Luo!

El señor demonio tenía una expresión complicada con respecto a ese niño. Si bien debía admitir que era lindo y adorable, no le gustaba cuando estaba cerca de su Shizun, lo que hizo que se desarrollara una indiferencia constante hacia ese mocoso. Pero ahora...

— ¿Necesita algo de este subordinado, mi señor?

La voz de Mobei-Jun sacó a Luo BingHe de sus pensamientos y asintió tratando de ignorar la gran sonrisa y demanda de atención por parte de Mo Ran, indicando a Mobei-Jun el motivo de su visita: había ocurrido un incidente en la parte oeste del Reino Demoníaco, una parte a la que él no podía llegar, por lo que necesitaba que Mobei-Jun fuera a echar un vistazo.

— Iré enseguida— dijo el rey de hielo al escuchar atentamente y miró a su hijo con gesto pensativo—. QingHua no está, así que...

Luo BingHe recordó en ese momento que Shen QingQiu, Shang QingHua y Liu QingGe estaban fuera en una misión y las palabras salieron de su boca antes de que las procesara debidamente:

— Lo cuidaré por ti.

Así fue como Luo BingHe terminó por llevar a Mo Ran a su propio palacio. El niño miraba a todos lados con curiosidad, explorando el nuevo paisaje que se mostraba ante sus ojos, corriendo de un lado a otro cuando tuvo la oportunidad. Luo BingHe no dejaba de sentirse complicado con respecto a Mo Ran. Si solo pudiera olvidarse de lo cercano que era a Shen QingQiu, podría tenerle un poco de afecto.

— Tío Luo, ¿es cierto que tienes una espada que casi no usas?— preguntó Mo Ran.

— ¿Alguno de tus padres te dijo eso?— preguntó a su vez Luo BingHe.

— No, fue tío Shen. A él le gusta hablar de ti mientras me cuida.

— ¿Y qué te dice Shizun de mi?

Mo Ran se llevó las manos a la boca y dijo:

— Papá dice que son cosas de adultos y que no debo repetirlas porque soy pequeño para decir cosas de amor. Tío Luo, ¿el amor es algo que se come o se pega?

La poca resistencia de Luo BingHe hacia Mo Ran se evaporó en ese instante. Con una sonrisa lo cargó en brazos y lo llevó a la cocina manteniéndolo apartado de la estufa, con lo que el niño lo miró ir de un lado a otro mientras hacía galletas. Después, mientras se horneaban, Luo BingHe enseñó a Mo Ran a hacer betún para adornarlas, de modo que cuando Shen QingQiu y Shang QingHua llegaron al palacio fueron recibidos por una charola de galletas, un señor demonio y un niño manchados de harina.

— ¡Papá!— exclamó Mo Ran corriendo hacia Shang QingHua con una sonrisa—. Tío Luo dijo que va a enseñarme a cocinar cuando sea grande.

— Eso es perfecto— dijo Shang QingHua, inclinándose un poco hacia Luo BingHe—. Gracias por cuidar a mi hijo.

— No es nada, Shang-shishu— dijo Luo BingHe con una sonrisa.

— Bueno, nos vamos. Shen-shixiong, te veré después. A-Ran, despídete.

Mo Ran se inclinó y después agitó una mano.

— Adiós, tío Luo. Adiós, tío Shen.

Luego, padre e hijo partieron de vuelta al mundo humano.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora