** Ciento nueve **

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Chu WanNing observó el pergamino sobre la mesa con evidente sospecha antes de ver a Yue Chenqing.

—¿Esto es un pergamino de memoria? —preguntó.

Yue Chenqing asintió sin decir nada. Desde que había visto por primera vez a Chu WanNing temía dirigirle la palabra y su voz saliera ronca o quebrada, el parecido con Murong Chuyi era tal que le parecía mirar a su cuarto tío en el inmortal Beidou. Simplemente temía meter la pata y que el alma de su tío emergiera en el cuerpo del hombre para regañarlo por ser un idiota.

El funeral de Huai Zhui había ocurrido días atrás. Nadie había hablado al respecto sobre el gusano que devoró su cuerpo, ni del cambio de apariencia, ni de nada: todo había ocurrido en un silencio sepulcral. Los pergaminos de memoria funcionaban con la energía vital de la persona que los había creado, por lo que Chu WanNing pensó en la posibilidad de que esto fuera una trampa. Yue Chenqing tragó saliva notando sus pensamientos y dijo, tratando de sonar serio:

—Este es un pergamino de memoria especial. Fue diseñado por mí, y tiene un talismán que contiene la energía necesaria para funcionar sellada. Solo la persona a la que está destinado puede acceder a esa energía para desbloquear el pergamino y ver su contenido.

En ese momento, Mo Ran se acercó y se sentó junto a Chu WanNing con solemnidad mirando a Yue Chenqing, que le dirigió la mirada con una sonrisa animada. Era posible que Gu Mang le hubiera contado sobre el asunto de Mo Xi y él y tal vez...

—Mo-zongzhi, es un placer conocerlo —dijo el joven poniéndose de pie—. Los dejaré a solas para que conversen. Si quiere desbloquear el pergamino, debe poner las manos en los extremos del pergamino.

El joven se fue, dejando solos a la pareja de maestro y discípulo. Chu WanNing dirigió sus ojos de fénix hacia el pergamino sin dejar de mirarlo con sospecha y apretó los puños, apartando la mirada poco después.

—Había una nota —dijo—. Decía que era algo personal. Que era algo que quería decirme antes de morir. No quiero verlo. No cambiará lo que pasó.

—Shizun, ¿no tienes curiosidad de... ?

Chu WanNing se puso de pie antes de que Mo Ran terminara de hablar.

—No tengo curiosidad de nada —dijo bruscamente y se fue dejando el pergamino sobre la mesa.

Recordaba las palabras completas de la nota, podía repetirlas en su mente como si el mismo Huai Zhui se las hubiera recitado cara a cara antes de morir.

"Chu-zongzhi, este viejo monje sabe que el tiempo se acaba, pero ahora que el mundo ha cambiado, considero justo que conozca lo que he llevado en mi interior. Los recuerdos de este pergamino son escandalosos, sé que en mi vida media cometí un gran pecado, que fui torpe y de mente superficial. He pecado toda mi vida, y no tengo salvación, después de mi muerte iré al infierno inquebrantable y no tendré la posibilidad de reencarnar. Pero espero que no le disguste el viejo monje y piense en él... aunque no lo merezca"

En eso último tenía razón: no merecía que le dirigiera un solo recuerdo, a pesar de que ya le había llorado. Eso sería todo lo que haría por él.

—Chu-zongzhi —llamó Shang QingHua detrás de él—. ¿Le gustaría acompañarme a tomar una taza de té?

Chu WanNing asintió siguiendo a Shang QingHua, y el camino fue en relativo silencio hasta que se sentaron uno frente al otro. Para su sorpresa, el señor de cumbre le sirvió una taza de té y dejó el pergamino de memoria frente a él, sujetando las manos del maestro antes de que pudiera escapar de allí.

—Nada de irse —dijo Shang QingHua—. Chu WanNing, no seas cobarde.

—¿Cómo se atreve a decirme eso? —siseó Chu WanNing con rabia.

—Es usted el mejor cultivador de esta generación —dijo Shang QingHua—. ¿Por qué temerle al pasado?

—No le temo al pasado.

—¿Entonces por qué no echa un vistazo a la última voluntad de su maestro? ¿De verdad es tan mezquino como para ignorar el último deseo de un viejo?

—¡Esto no le corresponde!

Chu WanNing se liberó bruscamente del agarre de Shang QingHua convocando a TianWen. Shang QingHua desenvainó una espada con la cual se defendió de la rama dorada de sauce y ambos se sumieron en una intensa lucha. Shang QingHua no espera ganar, no es que no creyera en sí mismo, sino que era realista: sus habilidades de batalla eran buenas pero no podía ni siquiera llegar a los talones de Chu WanNing; pero él tenía una carta bajo el brazo.

Una carta llamada Mobei-Jun: el demonio de hielo se interpuso creando una barrera de hielo sólido que fue roto por un fuerte golpe de TianWen, en ese momento Mobei-Jun lanzó una estaca de hielo hacia Chu WanNing. Al rey del Desierto del Norte no le importó la identidad de este hombre, nadie se metía con su esposo sin mayores consecuencias. Sin embargo, Chu WanNing tenía consigo a Mo Ran: el joven corrió hacia él convocando a BuGui, usando la hoja de la espada para frenar el avance de la estaca helada, la cual se detuvo bruscamente a pocos centímetros del arma.

—¡Padre! —gritó Mo Ran, entre furioso y decepcionado—. ¿Por qué?

—Fue mi culpa, A-Ran —dijo Shang QingHua—. Este padre lo siente.

Chu WanNing dio media vuelta tomando el pergamino del suelo, que había caído en su pelea, y exclamó ante las miradas atónitas de todos:

—¡Mo WeiYu! ¡Ven conmigo ahora!

Mo Ran dirigió una mirada complicada hacia Shang QingHua y Mobei-Jun, hizo un gesto de disculpa y corrió siguiendo a Chu WanNing.

—¿Por qué estás sonriendo? —preguntó Mobei-Jun mirando a Shang QingHua con confusión.

—Porque, Dawang, conseguí mi objetivo —dijo Shang QingHua con gesto ufano.

Estaba seguro que, después de esto, Chu WanNing le echaría un vistazo al pergamino, y Mo Ran debía estar con él. Iba a necesitarlo después de lo que se enteraría tras ver las memorias de su maestro.

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Se armó la gorda xD pero todos sabemos que Shizun funciona a base de provocaciones (?)

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora