** Ciento dieciocho **

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Mo Ran agonizaba.

La mayor parte del viaje la había pasado inconsciente y no despertó hasta que estuvo aquí, atado a una columna, sin embargo no reconoció el lugar hasta que Xue Meng habló. Por lo que su aún confusa mente pudo interpretar, estaba discutiendo con alguien.

—Fue por esto que te encontré en la cresta Maigu. Maldito perro.
—Eres realmente insoportable —dijo la voz de Mo Nian—. Seré muy feliz cuando al fin mueras.
—Deja de molestar a nuestro sacrificio —dijo NanGong Pang.

Jiang Yexue chasqueó la lengua.

—Me recuerda tanto a Yue Chenqing —dijo—. Quiero matarlo con mis propias manos.
—Confórmate con saber que tendrá una muerte lenta —dijo Linguang-Jun—. Siempre y cuando cumplan nuestro acuerdo.
—Por supuesto —dijo Murong Chen—. Alguien del pabellón Tianyin ya la sacó de allí. Es un aprendiz al que logré convencer de aliarse conmigo. En cuánto logremos nuestro objetivo, te diré dónde está para que vayas a recoger a tu hija.

Linguang-Jun dio media vuelta y se fue. Jiang Yexue se aseguró de que el demonio no oyera nada y le preguntó a Murong Chen:

—¿Cuándo vas a decirle que tú asesinaste a su esposa?
—Cuando le digas que tú usaste su corazón para crear píldoras venenosas —replicó Murong Chen sin inmutarse—. Pobre Song QiuTong…

Ambos se echaron a reír. Fue entonces que la mirada de Murong Chen se fijó en Mo Ran y sus ojos se entrecerraron con una idea en mente.

—Mo Xi fue un problema para mí cuando era emperador de Chonghua —dijo—. Y la probabilidad de que lo siga siendo ahora es alta, así que me ocuparé de eso ahora.

Y sin previo aviso, clavó una espada en el pecho de Mo Ran, causando una herida importante pero dejando intacto su corazón. Después de eso se habían ido y, desde entonces, Mo Ran vegetaba en un limbo entre la vigilia y la inconsciencia. Había escuchado a Xue Meng gritar y maldecir, había escuchado a NanGong Si llamar a Ye WangXi, había escuchado a Jian Jun Qing forcejear para liberarse; pero al cabo de un tiempo sus voces disminuyeron. Aterrado, Mo Ran los llamó sin obtener respuesta.

"Vamos a morir aquí", pensó antes de desmayarse. Al abrir los ojos, vio frente a él unas botas militares y levantó la mirada lentamente hasta que sus ojos casi violetas se encontraron con los ojos oscuros de Mo Xi. Esta persona, con quien había compartido su cuerpo y había visto a través de sombras, estaba frente a él y podía verlo claramente.

—Xihe-Jun —susurró Mo Ran.
—Mo-zonghi —saludó Mo Xi con una sonrisa—. Has visto fragmentos de mi vida y yo he visto fragmentos de la tuya, creo que llegamos a un punto en el que podemos prescindir de los títulos.
—Sí… tal vez…

Mo Ran cerró los ojos, sintiendo como era sacudido por Mo Xi, y los abrió de nuevo con dificultad.

—No te duermas. Voy a sacarte de aquí.
—Mis hermanos… —dijo Mo Ran.
—Voy a sacarlos a todos.

Mo Xi dio unos pasos atrás, observando la formación de columnas. Cuando el reino de Liao cayó, muchos de sus hechizos demoníacos terminaron en manos de Murong Mengze, quien se los entregó a Murong Lian para que los analizara. Por ende, Murong Lian permitió que Mo Xi y Gu Mang los analizaran a su vez, y entre éstos se encontraba la Puerta de las Almas Perdidas; cuya matriz estaba viendo ahora mismo.

—¡Shuairan, te invoco aquí! —exclamó Mo Xi extendiendo el brazo y al poco tiempo el látigo rojo emergió.

El fantasma saltó lanzando un golpe con el látigo, el cual rompió la unión de las columnas cortando así el suministro de energía a la formación. Las ataduras de las columnas se aflojaron, con lo que los cinco muchachos quedaron libres y de inmediato se reunieron.

—¡Mo Ran!

Xue Meng, NanGong Si y la recién despierta Ye WangXi corrieron hacia Mo Ran, que estaba tendido en el suelo. Jian Jun Qing se acercó a ellos aún aturdido, y se detuvo de golpe al ver a Mo Xi.

—Usted…
—¿Tienes talismanes de curación? —le interrumpió Mo Xi bruscamente—. Gu Mang solía llevar consigo durante su tiempo en la academia LinYi.

Jian Jun Qing asintió repetidamente y le entregó un talismán mientras le hacía una seña a Xue Meng.

—Tú, ven aquí —dijo, entregándole el talismán al joven en cuánto se acercó—. Voy a quitarle la espada, tendrás que activar el talismán rápidamente, y se lo estampas en el pecho. ¿De acuerdo?
—Sí, sí —dijo Xue Meng.

Mo Xi sujetó la empuñadura de la espada y advirtió:

—Esto va a doler.

Y sin decir nada más, sacó bruscamente la espada.

&&&&&

—¿Qué está pasando?

La puerta se había detenido justo a la mitad. El suministro de energía se había detenido, y tanto Jiang Yexue como Murong Chen dirigieron una mirada oscura a Murong Chuyi. Si él había vuelto, y se movía de forma independiente a Chu WanNing, lo mismo debía estar pasando con Mo Xi y Mo Ran.

—No importa —dijo Linguang-Jun—. Para estas alturas los cinco chicos deben estar muertos.

En ese momento el demonio materializó el cetro Xuè Hé, y sorpresivamente una sombra se interpuso entre él y su sobrino sujetando el cetro.

—¿Tú? —dijo Luo BingHe.
—En un momento te atiendo, hijo —dijo Tianlang-Jun, absorbiendo la energía demoníaca del arma.

Con un grito, Linguang-Jun soltó el arma, y al poco tiempo Tianlang-Jun hizo lo mismo, trastabillando al retroceder.

—¿Qué has hecho? —vociferó Linguang-Jun tomando del cuello a Tianlang-Jun.
—Yo forjé a Xuè Hé —dijo Tianlang-Jun sin inmutarse—. Por tanto, yo puedo destruirlo. Absorbí la energía demoníaca, por lo que volvió a su esencia original. Solo debe ser llamada por su maestro antes de que alguien más lo toque.

Murong Chen usó un truco de niebla para distraer a Murong Chuyi y corrió para intentar atrapar el cetro, pero en ese momento una voz potente se escuchó.

—¡Tuntian!

El cetro salió volando hacia Mo Xi, que lo sostuvo de inmediato. Detrás de él venían Mo Ran, Xue Meng, NanGong Si, Ye WangXi y Jian Jun Qing. Se oyeron exclamaciones de alegría, sorpresa y enojo, y haciendo girar el cetro entre sus dedos Mo Xi declaró:

—¡Esto se acaba aquí y ahora!

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Con ustedes, Su Alteza Real, la princesa Mo Xi 🎉🎉🎉🎉🎉🎉

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